SILVIA PEREZ
El dormitorio de Yamila Badell está lleno de muñecas Barbie, pero ella ni las mira. Para conocer a la verdadera Yamila basta con mirar debajo de la cama, donde hay una considerable cantidad de pelotas. Desde la más pequeña de ping-pong hasta la infaltable de fútbol. Están allí, disimuladas, para no herir demasiado la susceptibilidad materna. Es que para Fabiana no ha sido fácil asimilar la pasión de su hija, de ocho años, por el fútbol.
En realidad, mientras la pequeña se limitaba a jugar con su padre, Gustavo Badell, futbolista que actualmente defiende a Deportivo Colonia, y que muchos recordarán por su pasaje por Nacional, Fabiana no se preocupó, pero cuando Yamila comenzó a jugar en el Playa Honda rodeada de varones, el golpe fue duro.
"¡Es lo que a mí me gusta, mamá!", se defiende la niña. Y de hecho, aunque no esté muy de acuerdo y le gustaría mucho más que su hija jugara al voleibol o al handball, es ella quien la lleva todos los sábados a los partidos, la alienta desde la raya y es capaz de defenderla si es necesario.
ENTRENAMIENTO. Yamila nació cuando Gustavo jugaba en Nacional y apenas fue posible, comenzó a salir con él como mascota. Luego empezó a acompañarlo a Los Céspedes, pero fue cuando Gustavo militó en el Olimpia de Paraguay, que comenzó a sorprenderse con su hija. "Tenía cinco años y se sentaba con la camiseta de Olimpia puesta y una botella de Gatorade en la tribuna. Observaba todo, sin perderse detalle y cuando terminaba el entrenamiento, bajaba a la cancha y repetía, con precisión, todos los ejercicios que habíamos hecho. En realidad, un año antes, cuando yo jugaba en Danubio, el Prof. Valenzuela me había dicho que le sorprendía la velocidad y la motricidad que tenía para dominar la pelota, con sólo cuatro años".
VENDAS. Hace más de un año atrás, Joaquín, un amiguito de Yamila que vive en el mismo edificio y que juega como arquero en el Playa Honda, la invitó a ver la final del campeonato. Ella fue con su madre y la mamá de Joaquín, pero de pronto su corazón dio un vuelco. Vio que en el equipo de Zona 3, que jugaba la final contra Playa Honda, había tres niñas. Yamila salió corriendo y le dijo al técnico del Playa Honda que quería jugar. El le explicó que no podía, que era el último partido del campeonato, pero que el jueves siguiente tendría lugar la última práctica del año y que podía ir a probar. Si le gustaba jugaría al año siguiente.
Esos días fueron interminables para Yamila. "¿Cuánto falta? ¿Qué día es hoy?", preguntaba a cada rato. Finalmente, llegó el momento tan ansiado. Se puso las medias de Nacional, las canilleras, los zapatos y pidió: "Papá, ¿me vendás?". Las vendas de su padre eran enormes para sus piernitas, pero se fue feliz. En una de las primeras pelotas que tocó, se dio media vuelta y la clavó en el ángulo. El técnico le dijo que la esperaba el año siguiente.
Así comenzó la historia de Yamila en el Playa Honda donde es la única niña. Juega de número 9 en la categoría 96 y el año pasado fue la goleadora de la Liga Interbalnearia. Convirtió 10 goles en el campeonato, y 19 en total. Este año, lleva anotados seis en ocho partidos. Los padres de Yamila están muy conformes con la receptividad de los niños del equipo y sobre todo del trato que el técnico Gastón Giener, le dispensa.
"Ella estaba acostumbrada a jugar conmigo, entonces le expliqué que jugar con varones en el Playa Honda iba a ser diferente, y que ellos a veces podían ser brutos", explicó Gustavo. "Al principio lloraba, pero ahora se banca bien".
LAGRIMAS. "Ella tiene una gran personalidad", contó su madre. "No afloja y sabe poner los límites". Para muestra basta un botón. En uno de los entrenamientos, los integrantes del Playa Honda hacían fila para rematar penales. Uno de sus compañeros le dio una palmadita en la cola, bromeando. Yamila hizo parar la práctica y habló con el entrenador. Es que ella sabe que a pesar de que juega de igual a igual con los varones, es diferente. Por eso no le hace mucho caso a su padre cuando le dice que la pare de pechito, porque su madre le explicó que para las niñas es mejor no hacerlo.
"Me costó acostumbrarme a esto. Tengo 35 años y fui criada de otra manera, con juegos de niñas y juegos de varones. Además, yo fui una niña muy tímida y ella es todo lo contrario", confesó Fabiana.
De todas maneras, Yamila sabe que puede contar con su mamá. Unas fechas atrás, por ejemplo, cuando terminó uno de los partidos, la niña salió toda colorada y llorando. "¿Qué te pasa?", le preguntó Fabiana preocupada y su hija le contó que la madre del arquero contrario, ubicada detrás del arco, le gritaba constantemente diciéndole que las niñas no tenían que jugar al fútbol. "Me hubieras dicho", le dijo su madre. "¿Y vos qué hubieras hecho?", preguntó Yamila. "Le hubiera dicho que se callara", sentenció Fabiana.
La niña sabe cuándo tirarla al córner
Gustavo Badell se inició en Huracán Buceo. Luego militó en Colo-Colo de Chile, volvió a Huracán, estuvo cinco años en Nacional, y jugó en Rampla, Danubio, Olimpia de Paraguay, Central Español y ahora milita en Deportivo Colonia.
Aunque es un jugador profesional, no es la excepción a lo que son habitualmente los padres de los niños del fútbol infantil. Grita durante los partidos y es bastante exigente con su hija. Hace un par de fechas, el Playa Honda cayó 4 a 1 y cuando la pequeña subió al auto después de la derrota, Gustavo le increpó: "¿vas a seguir jugando? ¿O no vas a venir más? Porque para jugar así... ¡Antes hacías dos goles por partido y ahora no sé qué te pasa!". La pequeña no perdió la calma y respondió: "¡callate papá!, porque en los últimos tiempos vos lo único que hacés es tirarla al córner".