Alfredo Arias: su vida antes de ser DT, una reflexión sobre la Sudamericana con Peñarol y el deseo de volver

El actual DT de Deportivo Independiente Medellín contó por qué se fue en silencio del aurinegro y cómo quedó la relación con Ruglio y Bengoechea.

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Alfredo Arias.
Alfredo Arias, DT de Independiente Medellín.
Foto: Leo Mainé.

Alfredo Arias, director técnico de Deportivo Independiente Medellín, contó por qué su salida de Peñarol fue silenciosa, respondió a las críticas por la actuación en la Copa Sudamericana y dejó una reflexión sobre el éxito y el fracaso en el fútbol. También recordó la vida "real" que tenía antes de decidir ser entrenador y confesó su deseo de volver a dirigir algún día al aurinegro.

- ¿Qué significó para vos haber dirigido a Peñarol?
- Lo primero es agradecimiento a las personas que me permitieron volver a Peñarol, a mi país y a mi familia. Porque justo se dio en una circunstancia por las cuales yo debía estar acá. A partir de ese agradecimiento se va la queja. Para mí significó reconciliarme con una parte de mi pasado que había sido jugador de Peñarol integrando un plantel poco antes de que fuera campeón de Libertadores e Intercontinental, donde por las circunstancias que tiene este juego y este deporte yo no pude estar. Recién pude ver eso cuando volví a Peñarol. Incluso lo charlé con el Indio y le dije: 'Pa, esto para mí es una reconciliación porque justo coincide que yo estaba jugando en Chile cuando Peñarol sale campeón en 1982'. Y todos esos que habían sido mis compañeros y amigos festejamos en mi departamento. Cuando ellos se fueron la tristeza y la queja me invadió pensando por qué yo no estaba ahí y me acompañó durante muchos años. Yo no lo veía ni sentía hasta que volví a Peñarol y me pude reconciliar. Y cómo dije la primera vez que volví: hasta un árbol tengo en Peñarol. Tengo agradecimiento hacia Peñarol y también la tranquilidad de haber dado todo. Creo que pasado el tiempo lo hicimos bien.

- ¿Y ser campeón del Torneo Apertura con el club?
- El sentimiento tras ser campeón del Apertura con Peñarol fue indescriptible. Porque aparte cuando pasás raya y reconocés que los resultados son los que marcan, ellos fueron muy buenos. Nosotros tomamos un Peñarol que había salido sexto o séptimo, venía de esa campaña frustrante y muchos de ese plantel estaban ahí. Incluso después de ganar el clásico, los tres torneos de verano y los primeros partidos del Uruguayo uno de los jugadores importantes, que llevaba años en Peñarol, me dijo: 'Usted no sabe Alfredo, hace dos meses nosotros casi no podíamos salir de Los Aromos, y ahora estamos alegres'. Peñarol solo había ganado el Apertura cinco veces en las 20 o 21 ediciones; la nuestra fue la sexta y la ventaja de ganarlo es como aquel que pega el primer golpe en el boxeo. Agarrás confianza y te asegurás finales; todo eso está a favor cuando hacés la raya y mirás los resultados, al igual que la cantidad de juveniles que tuvieron directa participación en el Apertura.

- ¿Y qué identificás en el “debe” de tu paso por el club?
- Y en el debe queda la Copa Sudamericana, que se nos cruza en la definición del campeonato Apertura con el embalaje anímico y de juego que traíamos porque el equipo ganaba y lo hacía merecidamente. Nos ilusionamos con la Sudamericana y nosotros competimos bien en el juego durante los partidos, pero no logramos ningún resultado y nos superaron y ganaron. Eso empezó a calar tan fuerte en el grupo que incluso salimos campeones contra Racing y ni festejamos porque estábamos en medio de los partidos de copa, y veíamos que por una razón u otra se nos escapaban los partidos y no nos alcanzaba para esa Sudamericana. Y todo lo que yo pueda explicar, porque hice el análisis y uno aprende de esas cosas, va a sonar a excusa, que es lo menos que uno debe dar. Esa Sudamericana pesó más que el Apertura en la opinión de la hinchada, de los dirigentes y de los propios que analizan el fútbol. Se tomó la decisión de que nosotros nos fuéramos y ahí estuvo otra vez el dolor porque me tenía que alejar no solo de Peñarol, sino de mi familia y de lo que estaba viviendo otra vez en ese equipo. Pero por suerte ahí viene otra vez el agradecimiento para Peñarol como para Colombia y los equipos que me llamaron, que a los pocos días ya tenía trabajo en el DIM.

Alfredo Arias.
Alfredo Arias, DT de fútbol.
Foto: Leo Mainé.

- ¿Te hiciste alguna autocrítica por haber terminado sin puntos en Sudamericana?
- El análisis que nosotros hacemos es que apenas conocimos el fixture uno siempre analiza a los rivales y ese día dijimos que nos tocó un grupo con tres equipos que tenían un proceso de tiempo y lo estaban haciendo muy bien. Como América Mineiro en Brasil, Defensa y Justicia, que era una de las revelaciones en Argentina y le competía casi de igual a igual a River Plate, y Millonarios, que venía de tres años de proceso y fue el campeón de Colombia. Los que estamos en el fútbol sabemos que el tiempo es lo más valioso. Nosotros llevábamos cuatro meses cuando arrancamos a competir en la Sudamericana, y lo que nos dio para el campeonato acá, donde participaron muchos juveniles y nos daban la frescura y el empuje en los últimos minutos cuando hicimos los cambios. No nos alcanzó en la copa internacional. Porque también la presión para esos jugadores fue mayor. Cuando uno le exige a un juvenil lo que nos debe exigir al resto, es un poco injusto, ¿verdad? Y no es lo mismo para un jugador con experiencia recibir una derrota y una crítica que para un muchacho que está empezando. Nosotros jugamos la Sudamericana en un momento con mucho jugador joven. No es autocrítica, es lo que nos tocó porque incluso por la intensidad que nosotros queríamos para nuestro equipo muchos jugadores que habían venido se nos lesionaron. Y no es autocrítica, es análisis decir que quizás en los otros equipos con el proceso de tiempo y de jugadores más experientes lograron volcar partidos. En el juego estábamos parejos, pero en determinado momento siempre cometíamos un error o no pudimos convertir. Pero repito, cada cosa que uno diga siempre pede sonar a excusa. En mi caso intento que no sea así. Incluso no he hablado de esto antes y lo hago ahora porque el tiempo pasó y la emoción bajó.

- ¿Te sorprendió la salida repentina de Peñarol?
- No me sorprendió porque los últimos resultados que nosotros tuvimos en la Sudamericana nos habían puesto en esa situación, y también a los hinchas, a los jugadores y a nuestro presidente, que era al que más le dolía esa situación. Sí pensé que quizá no era la correcta. Y me sorprendió una cosa: apenas nosotros perdimos los dos primeros partidos de Sudamericana la situación se instaló. Entonces, como todos los que vivimos en este país, si vos no querés escuchar o ver nada, ves las caras cuando llegás a tu casa. Y yo vi que se había instalado la posición y nosotros en esos partidos salíamos campeones del Apertura. Entonces claro, ahora me pongo en la percepción del presidente y ya ahí le hicieron ver incluso desde adentro de Peñarol un: ‘¿No se tendrá que ir?‘. Yo sé porque estuve adentro y el presidente me salió a apoyar en esa primera situación donde se corrió el rumor. Yo me sentía fuerte y sabía que el plantel iba a sobreponerse a eso e iba a hacer un buen Clausura. Pero ojo, desde la percepción del hincha, del dirirgente y del periodismo, era totalmente diferente a lo que yo sentía.

- ¿Cuando escuchás que dicen que es una “mancha histórica” la de la Sudamericana, ¿qué pensás?
- Esto es como cuando te dicen: ‘No saliste campeón, fracasaste‘. Si a eso lo considerás un fracaso, sí. Ahora, es distinto fracasar a considerarte un fracasado. Podés fracasar y al otro día volverlo a intentar, entonces no sos un fracasado porque vas y en algún momento te va a llegar el éxito. Y esto es lo mismo. ¿Una mancha? Sí, pero es como una mancha más al tigre. Una más como no haber sido campeón todos los años. Imaginate cómo sería la vida de un ser humano común si en su profesión no es el número uno. Entonces diríamos: 'Ah, no puedo seguir caminando porque es una mancha'. Ahora, ¿podés ser el peor un día? Sí, podés serlo. ¿Y podés ser el mejor un día? Sí. A nosotros nos han tocado las dos. Lo bueno es que la vida nos da todos los días una oportunidad para volver a intentar ser el mejor. Y lo llevo ahora al fútbol. Vos llegás a una final y la perdés. Te podés quedar con la sensación de: 'Uy, perdí la final'. O con que el campeonato era de 20 y 18 no llegaron a la final. Si vos te sentís mal, ¿cómo se sienten los 18 restantes? No podrían salir a la calle. O sea, todo los días intentamos llegar a una final, pero no todos los días conseguimos estar ahí. Y menos días ganás una final. En la vida normal y en el fútbol igual. Normalmente cuando nos unimos los que estamos hace años en el fútbol sabemos que perdimos más de lo que ganamos.

Alfredo Arias
Alfredo Arias, DT de Independiente Medellín.
Foto: Leo Mainé.

- ¿Te quedó algo pendiente con Peñarol o sentís que ya diste lo que tenías para dar?
- Yo estoy viviendo el hoy, me toca dirigir al DIM y estoy agradecídísimo. Hoy estoy viajando para Colombia y en 2023 no pudimos ser campeones, pero voy por la próxima y con más ganas. Ojalá con más sabiduría o ignorando menos.
Pero hoy también estoy muy cerca del ayer inmediato que es Peñarol. Siento que algún día voy a volver a Peñarol.

- Cómo quedó el vínculo tuyo con Ruglio y Bengoechea?
- El vínculo personal con Ruglio, Pablo (Bengoechea) y Niremberg, por nombrar a algunos, es inalterable. Yo siento que las personas siguen siendo las mismas. Nos saludamos en Navidad y la verdad es que yo deseo que a Peñarol le vaya muy bien.

- Te dieron ganas de hacer una visita a Los Aromos cuando estuviste en Uruguay?
Sí, eso sí, el otro día pensaba: 'Pa, me gustaría ir a saludar al árbol y a toda la gente que trabaja ahí', pero creo que no es prudente. Va a haber tiempo y la vida me va a dar la oportunidad de hacerlo.

- Por qué no es prudente?
Porque a veces no es solo serlo, sino parecerlo. No hace tanto que yo me fui, y tantos los jugadores como los trabajadores mantenemos un relacionamiento todavía. Peñarol tiene que volver a crecer con otros técnicos y le tiene que volver a ir bien. Ahora no es prudente que yo vaya.

- ¿Qué te genera Diego Aguirre como DT?
- Pienso que tanto cuando nos suplantó Darío Rodríguez, otra figura histórica de Peñarol con un amigo y excompañero mío como Héctor (“Samanta” Rodríguez), y ahora Aguirre, Peñarol se está poniendo en manos de históricos y personas que la gente quiere y lo hace confiando que todo va a salir bien. Y ojalá que así sea.

Peñarol vs River Plate
Arias en su paso por Peñarol.
FRANCISCO FLORES/Archivo El Pais

- ¿Cuál es tu percepción sobre las finales ante Liverpool y por qué un equipo en desarrollo termina siendo campeón?
- No los pude ver porque nosotros estábamos en la definición y viajando cada tres días. Creo que el fútbol en todas partes del mundo ha hecho que un partido a priori no lo tiene nadie ganado y Liverpool en su proceso de estos años ha dado muestras de coherencia y títulos que lo avalan para saber que podía ganar las finales. Más allá de lo histórico y de un equipo con tantos títulos y con tanta gente como Peñarol, a priori no se tienen los partidos ganados y hay que jugarlos. Las reglas del juego han cambiado muchísimo respecto de cuando jugábamos nosotros y han hecho que realmente tengas que jugar mejor que el rival para ganar. El cambio de reglas y la transmisión televisiva ha hecho que los equipos tengan que ganar, y a priori ni la historia ni la concurrencia hace que ganen. Sí ayuda, pero hay que ganarlo en cancha.

- Peñarol pondrá multas en 2024 por sobrepeso, indisciplina, salidas nocturnas, asistencia a casinos y apuestas deportivas. ¿Vos viviste alguna situación de ese tipo jugadores durante tu pasaje por Peñarol?
- Nosotros en todos los planteles a los que llegamos, no solo en Peñarol, llegamos y ponemos normas de convivencia y de profesionalismo que después se cumplen, y a veces no se cumplen, pero que quedan siempre en el ámbito interno y que nosotros gestionamos. En todos lados los jugadores las han respetado y en todos los lugares son bien aceptadas porque el profesionalismo es eso. Hemos estado en varios países y en todos hemos actuado igual. Y queda siempre en la interna del grupo. A veces cuando algo no se cumple, la norma se cumple.

- Estuviste 22 años detrás del mostrador, ¿por qué decidiste ser DT?
- Todo tiene que ver con que a mí la vida me permitió hacer algo que me gusta desde muy chico: jugar al fútbol. Y estando fuera del fútbol, me di cuenta que lo que a mí me daba felicidad y pasión era jugar al fútbol y, en el caso de no poder hacerlo, tener una posición como director técnico. El día que pude hacerlo volví al fútbol con 52 años. Muchos me decían: 'Estás loco'. Pero volví gracias a Wanderers que me recibió en la Sub 16, y después me dio mi primer equipo. Ahí está el primer agradecimiento a todos los jugadores que me tocó dirigir. Allí ignoraba mucho más que ahora y los jugadores hicieron que yo pudiera seguir en la profesión, que para mí se ha convertido en una pasión. Siempre lo defino de una manera: si fuera multimillonario pagaría para hacer lo que hago.

- ¿Hubo algún click para pasar a ser DT después de tanto tiempo?
- Sí, hubo un click de circunstancias de vida, pero todas contribuyeron a que yo me diera cuenta que quería dirigir. Cuando me retiré del fútbol dije: 'Nunca voy a ser DT'. Si yo hubiese dirigido inmediatamente después de retirarme como jugador, no hubiese tenido la suerte que tuve luego cuando empecé a dirigir. No me ha faltado equipo, he ido de un país a otro y ganando títulos a veces, aunque perdiendo otros. Yo inmediatamente no estaba preparado. Ni mi personalidad ni mi vida me había preparado para ponerme al frente de un plantel, y seguramente esos 22 años viviendo una vida diferente, que me dio el sustento para mi familia, fue lo que me preparó mejor para después.

Alfredo Arias.
Alfredo Arias, DT de fútbol.
Foto: Leo Mainé.

- ¿Cómo era esa vida anterior?
- Ah, era real. Yo puse un negocio muy chiquitito, que era una parrillita y un mostrador, y después ta, gracias a los amigos y a mi barrio empezó a funcionar bien y pude crecer. Pero desde el primer día la vida es real. En el fútbol muchas veces te las hacen las cosas: o en tu casa para cuidarte o en la concentración. En segundo lugar, vos gracias al fútbol muchas cuentas no las pagás, ja. Ni siquiera te preocupás si tienen vencimiento. En la vida real para el común de los seres humanos no es así. Yo empezaba el día y lo primero que hacía era mirar el cielo porque si llovía no iba a venir gente. Y después para calcular cuánta pizza podía hacer o cuanta parrilla podía poner. Y luego pasaba el fin de semana, hacías la cuenta y, tras pagar los sueldos, había que pagar la luz o a los proveedores. Y nadie te pagaba nada. Me tocó vivir una vida real, y eso me hizo valorar más aún lo que había vivido gracias al fútbol y a mi familia, que siempre me había consentido para cuidarme y que pudiera ser futbolista.

 - ¿Cómo fue la transición de esa vida a la de director técnico?
- Estuve 22 años así y estoy agradecido porque creo que me prepararon mejor o me hicieron ignorar menos en una vida real. Luego empecé a hacer el curso y a comentar en varios lados que lo estaba haciendo. Celso Otero, con quienes fuimos compañeros en formativas desde los 13 años y en Wanderers, comentó allí que yo estaba haciendo el curso. Y apenas hubo una oportunidad en una Sub 16 el presidente Guillermo Raggio me llamó. También otros amigos como Ruben Navarro sé que hablaron a favor de nosotros. Los nombro a ellos dos, pero seguramente hubo otros que me recomendaron en muchos lugares. Y me dieron a través de Víctor Hugo Meza la posibilidad más grande y difícil que se le pude dar a una persona a esa edad y con tan poca experiencia, que fue darme el primer equipo. Por eso cuando hablo de Wanderers digo que siempre me abrió las puertas.

- Tras la final perdida con Deportivo Independiente Medellín ante Junior dijiste: “No hay nada que pueda justificar el dolor”. ¿Cómo se gestiona ese dolor?
- Yo nunca daría una conferencia de prensa posterior al partido y en el momento que estaba viviendo ahí. Lo han dicho los sabios de las distintas filosofías que han estudiado al ser humano y cómo ser feliz: el tiempo es el que pone o no las cosas en su lugar, y el que te hace recapacitar mejor las cosas. No hay nada más que eso. Lo que pasa es que el tiempo es tan valioso que nadie lo quiere perder. O, mejor dicho, todo el mundo quiere que las cosas se sepan, se razonen o se digan ya. Pero el tiempo necesita de ello, de tiempo. Lo que traté de expresar es que hay formas y formas de perder y de ganar en este juego. La situación que nos tocó el otro día fue muy difícil porque se había dado todo para ganar: habíamos jugado bien para ganar, la gente había concurrido y el estadio estaba lleno como en ningún partido para festejar. Faltaba un minuto para terminar esa final y éramos merecedores en cancha de lo que estábamos consiguiendo, pero se dio una jugada en la que el rival acierta y nosotros erramos. Nosotros defendimos mal una pelota y no podés analizarlo, cuestionarlo o explicarlo porque suena a excusa, y lo único que te queda es el dolor que vos sentís que baja de la tribuna en un estadio lleno. Y queda en vos cuando vas y ves a tus jugadores, con los que a veces convivís más que con tu familia. Cuando vos ves ese dolor de muchachos jóvenes que sentían que lo estaban haciendo bien durante el partido, es muy difícil explicar algo en ese momento. Es muy difícil explicar ese dolor, más que por el mío propio, que yo también estaba sintiendo, por los que estaban alrededor. Y todavía duele por la situación. Si hubiésemos perdido por goleada, si en el campeonato hubiésemos sido malos y hubiéramos llegado de casualidad, quizás te dolía menos. Pero ojo, el rival hizo los méritos para estar ahí también: creyó en ir hasta la última jugada a tratar de convertir. Y en esto el fútbol no es diferente a la vida. Sí se expone más todo a través de una pantalla, de la noticia o de las redes, pero no es diferente a la vida. Eso que nos pasó a nosotros sucede todos los días en nuestra propia familia y en los vecinos. Todos los días perdemos y sentimos que es injusto cuando nos pasa algo. ¿Y qué hacemos? ¡Te levantás al otro día con la tristeza, con el dolor, con el sentimiento ese de por qué te pasó a vos y vas de vuelta a tu trabajo, a tu familia o a una relación, pero vas. A la vida!

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