Fueron contadas las veces en las que el entrenador de Nacional, Álvaro Gutiérrez, dejó atrás su tradicional esquema (4-2-3-1) para ensayar una pizarra táctica diferente, ya sea más arriesgada o conservadora.

Una prueba clara es la identidad que el técnico le ha dado a la contención del mediocampo, que, pese a que puede haber variado sus actores de reparto, en general no salió de dos jugadores.

Otro ejemplo es lo mucho que le ha costado que dos centrodelanteros compartan cancha. Son contadas con los dedos de una mano las veces en que compartieron ataque Emmanuel Gigliotti y Juan Ignacio Ramírez (apenas 45 minutos) y ni hablar lo poco que han estado juntos este último y Bruno Damiani (18 minutos).

Pero, hoy, que se cumplen seis meses desde que asumió el cargo, la historia parece haber cambiado.

En la cabeza de Gutiérrez ya no hay una sola fórmula y, visto el regreso de Francisco Ginella al equipo, parece tener aún más claro que, para adaptar a un jugador de su estilo, es necesario volver a cambiar la estrategia.

Estefania Leal/Archivo El Pais

No es algo nuevo. Ya lo había hecho al inicio de su actual ciclo, cuando varió de un 4-4-2 a un 4-3-3 en sus primeros partidos. Luego se abrazó al 4-2-3-1 y, con Ginella lesionado, fue a lo seguro y se convenció de que era el esquema por excelencia para este Nacional.

En su anterior pasaje por el club, sin embargo, el entrenador había encontrado un funcionamiento fresco entre un jugador de corte (Rafael García) y dos mediocampistas mixtos, que aportaban a la creación del juego, como Felipe Carballo y Gabriel Neves.

Ahora, que tiene a todos sus volantes recuperados, ya puede trabajar para conciliar una idea similar, con Diego Rodríguez, Marcos Montiel y Yonatan Rodríguez abocados -por características- a una función mucho más de corte defensivo y José Alberti, Thiago Helguera y Ginella como las tres opciones elegibles para la creación.

El último sábado, en el amistoso contra Atenas, Nacional formó con tres jugadores en el medio que antecedían a sus tres delanteros.