Tomás Olase lleva con orgullo el rótulo made inPeñarol. Atiende la llamada y tarda apenas unos segundos en definirse como “fanático” de un club que lleva grabado a flor de piel.
“Mis primeros pasos fueron en la playa con una pelota de Peñarol en los pies. Tengo fotos aprendiendo a caminar con la remera de Peñarol y el fanatismo por el club me lo inculcaron desde que nací”, relató agradecido.
Las puertas del centro de alto rendimiento situado por entonces en Ciudad de la Costa se le abrieron con 10 años, con la particularidad de que la leyenda Néstor “Tito” Gonçalves y su hijo, por entonces coordinador del área de captación, fueron claves para detectar su talento mientras jugaba con la selección de Nueva Helvecia frente a la de Colonia, su departamento natal.
“Me acuerdo que hice dos goles, salí del partido y no estaban ni mi madre ni mi padre porque era en el pueblo y ahí adentro yo me manejaba medio solo. Salgo del partido y en ese momento no sabía quién era Néstor porque era un niño, pero veía que tenía la campera y un pantalón de Peñarol. Se acercó (acompañado por Tito), me preguntó si estaban mis padres y le dije que no. Luego me consultaron el número de teléfono y no me lo sabía, ni el de mi padre ni el de mi madre; un desastre, ja”, narró entre risas.
Y prosiguió: “Entonces justo vino la madre de un compañero, le pasó el contacto de mis padres y después se pusieron en contacto para invitarme a entrenar al Centro de Alto Rendimiento. Cuando fui por primera vez éramos 300 gurises de la generación 2004 y ahí el margen es muy grande, siempre está la charla de que por generación llegan a Primera tres o cuatro”.
Los torneos de captación en el exterior lo marcaron a fuego. No tanto por los rivales de turno, sino por quiénes eran los que lo acompañaban en la delegación. Olase y sus compañeros visitaron Goiás y Buenos Aires con dos líderes bien definidos. “Siempre íbamos con Néstor y Alfredo Pintos, gente que son Peñarol. En esos viajes y conviviendo, el que no es de Peñarol se termina haciendo del club. “Además de ser hincha; el criarme con Néstor te da más amor y sentir la identidad de Peñarol”, cuenta con una sonrisa.
Pero su vínculo emocional no solo está ligado a Néstor Gonçalves hijo porque la figura de Tito es omnipresente en la interna aurinegra. “Me acuerdo que habían veces que nosotros entrenábamos teniendo 10 años y Néstor nos decía: ‘¿Saben quién está mirando afuera la práctica?’, y el que estaba ahí era Tito, el capitán de capitanes. A uno que es hincha, esas cosas te quedan marcadas”.
Sin elevar la voz y con un mensaje conciso, Néstor hijo dejó huella en la formación de Olase: “Antes de entrar a un partido se acercó y me dijo al oído: ‘Puede haber algún día que no te salgan las cosas con pelota, pero correr y dejar todo por la camiseta siempre tiene que estar’; esas son las cosas de la identidad de Peñarol que te quedan marcadas y que dentro de los partidos las recuerdo y llevo a flor de piel”.
El volante de 20 años toma con alegría las palabras de Ignacio Ruglio definiéndolo como “la gran apuesta del club para 2025” y lo considera un gran halago. Sus cinco años viviendo en la residencia de del club, el vínculo con el mundo Peñarol donde se crió y la adhesión a esos colores lo llenan de responsabilidad.
“Peñarol es gran parte de mi vida y en gran parte me debo a Peñarol. Sé lo que me estoy jugando con esta camiseta, sé lo que vale, entonces esa responsabilidad la entiendo y la llevo a flor de piel porque mi amor por Peñarol es muy grande”, confesó.
Tomás Olase y el día que superó una dura lesión con ayuda de Rodrigo Bentancur
El coloniense, que destaca por su buen despliegue físico, la intensidad en la marca y su temperamento, tuvo un duro revés cuando estaba a punto de cumplir su sueño. Corría pleno abril de 2023 y ya le habían comunicado que iba a tener la posibilidad de debutar frente a Millonarios por Copa Sudamericana. Sin embargo, a una semana del partido se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla. “Fue muy duro el golpe”, afirma recordando que eso también le impidió jugar esa edición de la Copa Libertadores Sub 20.
“Y claro, estando tan cerca después de haber luchado tanto para lograr el sueño de debutar en la Primera División de Peñarol, a veces te preguntás por qué, pero yo lo tomé con la cabeza positiva y pensé que todo pasa por algo. Recuerdo que mi viejo estaba muy mal y le dije: ‘Pa, ya está, todo pasa por algo. Me voy a recuperar y voy a volver mejor’. Me puse eso en la cabeza y fue lo que hice”, afirmó con la sapiencia que también aplica en su sector de la cancha.
Fueron meses complejos para el juvenil, que en el último tramo de la recuperación recibió la ayuda del preparador físico Daniel Fernández, padrino y profe de Rodrigo Bentancur, otro oriundo de Nueva Helvecia.
Olase reveló el gesto que tuvo el jugador de la Celeste: “El último mes Rodrigo me prestó el gimnasio que tiene en su casa de Colonia. Habló con Daniel y le dijo: ‘Sí, tranquilo, vayan para ahí y usen todo lo que necesiten’. El mes más importante de la recuperación lo hice en su gimnasio y eso generó que, cuando volví para la pretemporada, esos ocho meses que estuve afuera no se notaron y por suerte se me dio todo rápido”.
Tras ello volvió a las canchas, jugó cuatro partidos en Tercera y lo subieron de inmediato a Primera. Hoy, mientras se muestra agradecido con Diego Aguirre por darle la oportunidad de debutar, confiesa que agarró esa oportunidad con uñas y dientes y no está dispuesto a soltarla.
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