HISTORIA

Bruno Abbate, la promesa de 2,02 metros: el referente que le enseñó a cabecear y la desventaja de ser alto

"Todo el mundo te dice que tenés que ganar por arriba porque sos alto, pero después nadie te enseña a cabecear", reconoció el delantero de Boston River, que es el uruguayo más alto del mundo en actividad.

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Bruno Abbate en Boston River.
Bruno Abbate en Boston River.
Foto: Estefanía Leal.

Por Diego Domínguez
Es de la altura de una puerta. Mide lo mismo que un arco de fútbol sala. Y es el uruguayo más alto que juega al fútbol de manera profesional en todo el mundo.

Con sus 2,02 metros de altura, Bruno Abbate vive la vida como un chiquilín más. Estudia administración de empresas en la Universidad ORT, disfruta de juntarse con sus amigos cada vez que puede y con 20 años alterna entre la Primera y Tercera División de Boston River. “Impongo respeto capaz, pero me considero una persona normal”, le advierte a Ovación.

El sábado pasado jugó con el equipo principal -contra River Plate- sus primeros 14 minutos en un partido que cerró con un frío 0-0. Por su altura, sorprendió a propios y extraños, y los hinchas rivales se lo hicieron sentir. Pero también dio un paso clave para empezar a construir carrera sin haberlo soñado antes. “El otro día uno en la cancha de Huracán (Argentina) me dijo “andá a jugar al básquet, burro” y yo me cagaba de risa. Mi madre también me dijo que me gritaron los de River algo de la altura, pero en ese momento no me di cuenta”.

El Carrasco Lawn Tennis y el Old Christians Club fueron sus dos escuelas. En uno creció jugando al baby fútbol y dio los primeros pasos de inferiores y en el otro terminó de madurar como número 9. “Recién en 2018 un técnico en el Lawn me quiso probar. Me decía “cuando juegues conmigo te voy a poner de 9”. Yo le decía “sí, dale”, pero riéndome. No tenía ni el sueño de jugar al fútbol”, dice.

Por poco, Bruno Abbate no alcanza el travesaño con su altura.
Foto: Estefanía Leal.

Abbate no tuvo problemas de crecimiento, pero sí recuerda haber pegado el estirón de golpe entre fines de cuarto y comienzos de quinto de liceo. “Cuando era chico era de los altos de la clase, pero como todos. Siempre fui más o menos alto, pero después en tercero o cuarto del liceo todos me arrancaron a pasar y recién en cuarto arranqué a crecer y a ser alto de nuevo”.

-¿Qué desventajas tiene tener tu altura?

-Que me preguntan mucho si juego al básquetbol. Que a veces cuando entrás a algún lugar una niña chica te mira y le dice a la madre “qué alto”. Que me preguntan mucho cuánto mido.

Bruno Abbate, de 20 años.
Foto: Estefanía Leal.

La altura no es un problema para Abbate adentro de una cancha de fútbol. Al contrario: le da la grandeza que no tiene en años y lo obliga a ser protagonista en el cabezazo, que hasta hace unos años no era de sus mayores virtudes. Sin embargo, su tamaño sí es un inconveniente en algunas casas, donde las proporciones no son acordes a su cuerpo: “Me gusta que las puertas sean altas. Cuando son bajas y tengo que agacharme me embola un poco, pero ya lo tengo bastante aceptado”.

Apadrinado por Joaquín Boghossian (hoy ayudante técnico de Boston River), quien le enseñó la técnica del cabezazo, el joven delantero aprendió a pararse adentro del área y a sacar ventaja de su poderío físico. No le fue fácil, pero hoy, dice, es una de sus fortalezas: “Yo, la verdad, no era bueno. En Sub 15 y Sub 16 era malo. Recién en Sub 18 empecé a mejorar. Era flaquito, técnicamente normal, pero no destacaba ni cerca. Todo el mundo te dice que tenés que ganar por arriba porque sos alto, pero después nadie te enseña a cabecear o a pararte. La gente me lo exigía, pero nadie me lo enseñaba”.

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