Hace muchos años que en Nacionalse habla de cantera inagotable. Aunque tal vez hoy suene como un concepto un poco anticuado -porque de un tiempo a esta parte se han evaporado los nombres de futbolistas que rompan los ojos en la Primera División del club y en un pestaneo peguen el salto al primer nivel de Europa- todavía corre un“aire fresco”que se aferra al espíritu de darle vuelo a aquellos que pintan como promesas.
Basta con hacer un repaso por el primer equipo para encontrarse con una coyuntura que tiene a los juveniles en un ascenso a cuentagotas.
El ejemplo más claro se ve entre los 11 futbolistas que normalmente para Álvaro Gutiérrez como titulares: hay uno solo (Leandro Lozano) con el puesto asegurado que tuvo formación previa en las arcas del club.
De todas maneras, ya hay varios nucleados en la máxima categoría que forman parte de una “base de juveniles”, a la que el técnico hizo referencia el miércoles en conferencia de prensa: “Queríamos cambiar esa energía en la que, después de los partidos de copa, teníamos un bajón importante en los rendimientos. Por eso, el hecho de darle aire fresco a gente que se está ganando una oportunidad”, dijo primero para después reconocer: “Estamos tratando de hacer una base donde haya muchos jugadores juveniles”.
El caso más novedoso se dio en la noche previa al partido que enfrentó a Nacional con Plaza Colonia en el Gran Parque Central. Por primera vez en una convocatoria, Gutiérrez decidió incluir a Facundo De León, un chico de apenas 19 años que firmó su contrato hace solo 11 días.
Pero no solo eso, sino que además se la jugó con Thiago Helguera (17) como titular y esto le abrió puertas a otros dos: los juveniles Luciano Inverso y Nicolás Ramos, ambos de 18 años, quienes luego de haber pasado el verano rapados por ser víctimas de la clásica broma que le cae a todo aquel que firma contrato con Primera se mantienen entrenando, a la espera de una oportunidad.
Las historias de Facundo De León, Luciano Inverso y Nicolás Ramos
Apadrinados por Diego Zabala y Diego Polenta, tanto De León, Inverso como Ramos comenzaron a soltarse con sus compañeros al pasar de los días, aunque siguen siendo los tímidos del grupo.
A De León, que llegó a debutar en la Primera de Bella Vista, Didí se le acercó ni bien llegó a principios de 2023 y le habló con la espalda de alguien que estuvo años para poder vivir del fútbol, pero que ahora ya se para con la chapa de referente.
Mate va, mate viene, el pibe se sinceró, le tomó los consejos y pensó en que si seguía sus pasos seguro iría por buen camino.
Recargado por el recuerdo espiritual de su abuela, que lo llevaba en bicicleta hasta las prácticas cuando era chico, logró marcar diferencias como puntero por las dos bandas en solo seis meses a tal punto que convenció al área deportiva tricolor, con rendimientos, de prepararle un contrato profesional.
El ascenso de Inverso y Ramos fue algo distinto, empezando porque ambos son jugadores del club desde la Séptima División. Lo conocen al pie de la letra.
El primero, un puntero zurdo “potente y con mucha técnica”, recibió consejos de todo tipo y color de Álvaro Recoba, el entrenador de Tercera. Desde patear un tiro libre pensando en la dirección del viento y la ubicación del arquero hasta encargarse de un córner imaginándose el arco de frente para pegarle al segundo palo y ensayar un tiro olímpico.
El segundo, un robusto zaguero de 1,93 metros de altura, cayó con tanta solvencia a la Cuarta División este año que le dijeron que siga de largo hasta Primera.
Firmó contrato el 10 de enero y el jueves de la semana pasada quedó como uno más, fijo entre los que corren bajo el silbato de Gutiérrez y sus colaboradores. Es así que ahora debe repartir sus horas entre las prácticas de la mañana en la Ciudad Deportiva Los Céspedes y el curso del liceo por la noche, con la meta de terminar sexto año entre ceja y ceja.
A cualquiera de ellos las condiciones futbolísticas le sobran, dicen desde el club. Eso sí: la misma soltura que exhiben en la cancha no siempre la repiten en el relacionamiento con el resto del grupo. Más bien todo lo contrario.
En eso fue clave el rol de Diego Polenta, quien se calzó la cinta de capitán y los invitó a ser parte. Con Inverso ganó por simpatía. En una tarde se ganó su confianza cuando el chiquilín le recordó una foto que se habían sacado ocho años atrás. Al zaguero le entró como compinche de zaga, convenciéndolo de que hablara más en la cancha y dejara la timidez a un lado.
Solo el destino sabe qué deparará del futuro de estos chicos. Lo que sí es seguro es que Álvaro Gutiérrez, de a poco, va formando su caparazón, nutrido por la madurez de algunos y la inexperiencia de otros pocos.
Facundo De León (19 años)
Formado en Bella Vista, no dudó en aceptar ir a probarse a Nacional ni bien se lo comunicó su representante. Así estuvo: seis meses siendo evaluado, seguido de cerca y controlado hasta que el pasado lunes le ofrecieron firmar contrato y quedarse a practicar a partir del jueves con Primera. Destaca su velocidad.
Luciano Inverso (18 años)
Heredó la zurda de su abuelo y rompió los ojos (por su nivel) en casi todas las inferiores de Nacional. Fue acuñado por el Chino Recoba en Tercera y perfeccionó todas las ejecuciones de pelota parada. En enero hizo la pretemporada con el plantel y ahora volvió a subir.
Nicolás Ramos (18 años)
Su llegada a los tricolores fue para la categoría Preséptima. Desde entonces, destacó por su porte físico y su gran capacidad aérea. Este año pasó a Cuarta División y de allí fue subido directamente al primer equipo. Se posiciona como zaguero central y cumplió los 18 años en abril.
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