Chapecó, un pequeño pueblo que pasó de golpe de la risa a las lágrimas

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Foto: EFE

Así vive la ciudad sede del Chapecoense las horas posteriores a la tragedia en La Unión.

Tras una noche de lluvia que acabó en pesadilla, Chapecó fue tiñéndose de negro mientras las esperanzas de encontrar supervivientes se desvanecían. La misma ciudad que hace una semana saltaba orgullosa con su equipo de valientes está ahora rota.Nadie quiere creer que este sea el final. 

Con su camisa verde del club y unas gafas oscuras protegiéndole el rostro, Carine Valer trataba de asimilar una realidad que se abría paso a punzadas, tras más de 12 horas de llamadas, lágrimas y noticias horribles que solo empeoraban. Su pareja, Adriano Bittencourt, era el jefe de seguridad del club y viajaba siempre con el equipo.

Falleció junto a ellos en un avión que los llevaba hacia el sueño de campeones, donde también había sitio para Carine.

“No fui porque estaba en trámites con mi pasaporte, pero el viernes me dijeron que no llegaría a tiempo. Él me dijo que siguiera intentando, pero resultó. Dios sabe cuándo debe hacer las cosas, y creo que no era mi hora”, contó entre lágrimas. Allí, a los pies del gramado de un Arena Condá convertido en doloroso punto de reunión de los familiares, trataba de asimilar que ya nada sería lo mismo.

“Él decía que me iba a dar una vida de reina, y eso ocurrió en todos los sentidos. Infelizmente no voy a tener nunca más esa vida, ni a él, ni su contacto”, afirmó antes de ser reconfortada por uno de los psicólogos que apoyaban a los familiares.

Desde que se confirmó lo peor a primeras horas de la mañana, el Arena Condá no ha estado solo. Un cordón de camisas verdes, abrazos y lágrimas entre el dolor y la conmoción rodeaba el estadio donde hace pocos días el ‘Huracán del oeste’ fue más fuerte que nunca.

“Esta tragedia se llevó parte de nuestras vidas”, afirma a EFE entre lágrimas Fabio Rodrigues Pereira, aficionado del ‘Chape’, como cariñosamente se le llama al equipo. (Además: Los periodistas que iban a cubrir el juego de Chapecoense)

Toda la hinchada coincide: los jugadores eran como “una familia” para esta ciudad ubicada en el sureño estado de Santa Catarina, de apenas 200.000 habitantes, que se había volcado ante el hito de disputar su primera final en un torneo internacional. “Se sentaban a nuestro lado en la pizzería, iban al bar a tomarse algo. No tiene explicación”, añade Rodrigues Pereira.

En una de las esquinas del estadio se ha levantado un memorial improvisado con algunas velas, rosas y muchos carteles recordando a las víctimas y enviando “fuerza” a los supervivientes. “Eterno, para siempre nuestros campeones. Muchas gracias por todo”, rezaba uno de ellos.

“Pensé que había sido un vuelo de emergencia y que no había pasado nada más grave. Después comencé a llorar porque tenía algunos amigos. Soy estudiante de periodismo y conocía a algunos de los periodistas que cubrían al equipo”, comentó a Efe la aficionada Larissa Melo Dalberto.

John Víctor Carraro no olvidará jamás aquella noche histórica en la que el equipo con el que aprendió a amar el fútbol se convertía en finalista de la Copa Suramericana con él como testigo. Tampoco la de este lunes negro, que se le cayó encima cuando a las 3 de la madrugada ayudaba a los vecinos de su calle a que el agua de la tormenta no entrara en sus casas.

La tragedia le sorprendió entonces y al amanecer ya estaba en el estadio con su camisa a rayas del Chapecoense y su gorra verde. Ahí, a las puertas de un gramado áspero que quemaba al sol, piensa quedarse.

“Nunca abandonaré este club. Con mi amigo prometimos tatuarnos el escudo del Chapecoense si salía campeón, y el sentimiento hoy es todavía más fuerte”, contó a AFP Carraro, de 18 años. (También: 'Mi familia, mis amigos... ¿dónde están?': Alan Ruschel)

A pocos metros, cerca de donde se encuentra la estatua del indio Condá que da nombre al estadio, los obreros de un edificio en construcción habían desplegado una larga cinta negra, mientras de la grúa colgaba la bandera del equipo enlutada.

En las entradas frente al estacionamiento, donde permanecía inmóvil el autobús con el mismo logo verde y blanco del Chapecoense que apareció entre los escombros de Medellín, a Nelson Maguluche lo ahogaban los recuerdos. Los de aquel pasado duro del ‘Verdao’ de los inicios, el que vestía la camisa a franjas blancas y verdes que hoy portaba él en homenaje.

“Supe la noticia por la televisión. Nos levantamos pronto y ya estaba... (se le quiebra la voz). He sido hincha desde siempre, iba a todos los partidos”, afirma entre lágrimas este empleado de logística. “Estábamos preparando el viaje a Curitiba y ahora nos quedamos sin referencias, sin palabras, sin nada. Siento mucha tristeza”, añadió.

Toda la afición se reunió en el estadio de #Chapecoense para cantarle a esos guerreros que daban todo en la cancha. pic.twitter.com/EYmXre7oUY

— Historia del Fútbol (@History_Futbol) 30 de noviembre de 2016

Si no puede ver el video haga click aquí. 

La fortuna que acompañó al ‘Chape’ en sus siete años de renacimiento –cuando pasó de estar al borde de la quiebra y en la cuarta división a la final de la Copa Suramericana– le dio un revés cuando menos lo esperaba. Pocos días después de que una ciudad que era protagonista por primera vez pusiera un gran cartel con el arquero Danilo en una de sus avenidas. Un homenaje al héroe del equipo, a su pie salvador que valió una final y al joven que encarnaba la humildad guerrera de este equipo.

Frente a su foto, y vestido con su camiseta del Chapecoense, al veterano hincha Jodelcir Pereira se le apagaba la voz. “Viendo la imagen siento mucha tristeza porque de mañana dijeron que estaba vivo y luego anunciaron su fallecimiento. Es muy doloroso que un ídolo como Danilo, que luchó tanto y estaba en su auge, se vaya así”, aseguró.
Bajo la imagen donde se ve al arquero de espaldas celebrando una parada con las manos hacia el cielo, se podía leer: “Hincha, gracias por luchar con nosotros en 2016. ¡Que venga 2017!” Ahora en Chapecó se ha pagado el tiempo.

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FOTOGALERÍAEL TIEMPO | GDA

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