Christian Oliva: el pedido para no escuchar ofertas, lo que lo marcó del Morro García y un rezongo de Polenta

“Yo vine por amor, no por plata. Porque si era por plata, tenía para quedarme en el exterior”, aseguró el mediocampista de Nacional, que fue destacado por Lasarte.

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Christian Oliva festejando un gol en Nacional.
Christian Oliva.
Foto: Estefanía Leal.

Una de las frases célebres del Morro García le quedó resonando para siempre en su cabeza. Que los jugadores “no son robots”, dijo alguna vez el exfutbolista uruguayo (fallecido en el verano de 2021) al hablar sobre depresión, como un anticipo a lo que vendría después.

El mensaje, que en su momento le pasó por un oído, le terminó entrando por el otro a un entonces joven de 25 años Christian Oliva, que vivía en Italia. El protagonista de esta historia hoy está en Nacional, lugar al que en noviembre pidió volver, como un regalo anticipado de fin de año. El deseo se le concedió en enero, pocas semanas después, y hoy es casi un indiscutido.

Ya tiene 28, mira el pasado con respeto y recuerda que en su momento también estuvo cerca de tocar fondo. Fue cuando más que nunca se aferró a su novia y a sus perros, a los que también define como familia: “¿Viste que siempre salta esa frase que el Morro dijo de que los jugadores no somos robots? Cuánta razón tenía... Cuando vas creciendo, creo que vas entendiendo todo. Te van pasando las cosas y lo entendés cada vez más”.

Se hizo de abajo. Muy joven despuntó en el primer equipo de Nacional, con Alexander Medina como director técnico. De pronto su nombre saltó a la fama, cuando años antes solo era un adolescente revoltoso de Delta del Tigre que cada tanto le daba una mano a su padre como peón en la construcción.

Un día, en uno de sus primeros viajes con el plantel de Primera División, Diego Polenta le apagó las luces de colores antes de que, como sucede tantas veces en el fútbol, se encandilara. Sin libros, pero con una claridad a la par de cualquier docente, le dio una lección de manual que le quedó grabada a fuego en la memoria: “Cuando apenas subí, tuve mi primer partido de Libertadores en el exterior, en Chapecó. Y, como tenía viáticos, a la vuelta iba a pasar por el freeshop para comprar algo. Polenta me dijo ‘no, no compres nada que todavía no tenés que gastar la plata’... ¿Sabés como me la guardé?”.

Oliva ahora está en un momento deluxe. Martín Lasarte, su entrenador en Nacional, dijo que está volviendo a su mejor versión. Esa de la que todos hablaban maravillas cuando lo compró el Cagliari, en enero de 2019. “Me hace acordar al Oliva que se fue, al que lo destacábamos todos”.

Christian Oliva.
Christian Oliva en su primera práctica de regreso a Nacional.
Foto: @Nacional.

Aunque pasó por Europa, donde estuvo en Cagliari y Valencia, Argentina (Talleres) y México (Juárez), en el Delta lo notan igual que antes. Dicen sus amigos que a fin de cuenta sigue siendo “El Toto”, el mismo de siempre.

Claro. Oliva ya no duerme en la cama de dos plazas que compartía con su hermana ni vive en la casa de sus padres que tenía una única pieza. De hecho, se está por construir la suya. Pero mantiene su esencia: “En la vida influye mucho todo. El respaldo que tenía uno de chico, la crianza que le dieron, el apoyo de los padres. Hay que conocer realmente para saber. Por eso, muchos jugadores jóvenes enseguida que agarran una plata se marean, no saben cómo gestionarla o la tiran en un auto caro. Capaz que les va mal y en uno o dos años solo tienen el auto. Eso creo que va mucho en las familias, en cómo lo criaron y en el apoyo que recibió”.

Con los años, se dio cuenta de que la plata, para él, no lo era “todo”. Fue estando en México, cuando tenía el confort asegurado y decidió dejar atrás ese mundo de lujos para volver a Nacional, su principal refugio. “De todos los lugares que estuve, el único que no me gustó fue Juárez; ahí aprendí que en la vida no todo es plata. Porque en México hacés mucha plata, pero la vida que yo llevaba ahí no era buena. Cuando decidí no estar más afuera, le dije a Pablo (por Bentancur, su representante) que esperara por Nacional. Tenía ofertas de México y la MLS, pero le dije que no escuchara nada; que esperara a Nacional un mes. Cuando se dio, no hice drama por nada de dinero ni de contrato. Apenas me dijo, le di el ok”.

Danubio vs Nacional
Christian Oliva traslada la pelota.
Estefania Leal/Archivo El Pais

“Cerrado”, como él mismo se define, termina la charla a su gusto, como si ese “robot” del que hablaba al principio estuviera programado para el mejor cierre. “Yo vine por amor, no por plata. Porque si era por plata, tenía para quedarme en el exterior”.

Su charla con Álvaro Recoba

"En el fútbol se habla mucho. Cuando llegué, dijeron que Oliva no venía en su mejor versión... Y a mí, que soy un volante de contención, mixto, sin tanto recorrido hasta el área, me pasó que llegué, no jugaba, y entraba 15 o 20 minutos. Es difícil que un volante de contención haga algo diferente en un partido entrando 15 o 20 minutos cuando los otros están con todas las pulsaciones. Pero cuando uno arranca a tener continuidad, empieza a mejorar y a demostrar. Al jugador con continuidad y confianza del entrenador le va mejor", señala Oliva, que piensa que, sin continuidad, durante el primer semestre no pudo verdaderamente demostrar "cómo estaba". Al mismo tiempo, reconoce que "nadie se esperaba" la irrupción de Lucas Sanabria.

"Vos tenés que entrenarte bien creo yo, pero hay veces que lo que te da el partido de fútbol no te lo da el entrenamiento. Igualmente, uno puede estar de acuerdo o no, puede pensar diferente, pero las decisiones del entrenador hay que respetarlas".

Sobre el diálogo que tuvo con Recoba, también demuestra ser sincero: "Yo con el Chino tuve solo una charla y le pregunté qué era lo que me faltaba para jugar, qué tenía que mejorar. De ahí me arranqué a entrenar en doble horario en mi casa a la tarde con un profe. Me ha tocado no jugar en el equipo y entrenar de tarde. Entrené siempre aparte con un profe que se llama Gonzalo".

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