HISTORIAS
Valentina declara ser una jugadora de fútbol frustrada pero Diego y los gemelos Franco y Facundo, siguieron los pasos de papá.
En 1996 Sebastián Abreu dejó Defensor Sporting para pasar a San Lorenzo, donde jugó dos temporadas. Fue el primer pase de los muchos de la increíble carrera del “Loco”. Y fue allí, mientras jugaba en el equipo de Boedo, que conoció a Paola, su esposa. Ella había viajado a Buenos Aires por unos días con una amiga, cuya prima estaba de novia con un amigo del futbolista y terminaron saliendo a tomar algo.
Unos años antes, en la fiesta de 15 años de Paola en Minas, Sebastián se había querido colar y ella no se lo permitió porque no lo conocía. Él se lo recrimina hasta el día de hoy...
Valentina, que cumplirá los 20 años en unos días, Diego de 16 y los gemelos Franco y Facundo de 11 forman junto a sus padres una singular familia. Valentina es todo un personaje, con fuerte presencia en las redes sociales. Y como no podía ser de otra manera los tres varones juegan al fútbol. Diego en las juveniles de Defensor Sporting y los gemelos en el baby fútbol del Carrasco Polo.
“Yo soy una jugadora de fútbol frustrada. Nunca me gustó hacer deportes. Y los probé todos. Recién ahora, en la cuarentena, empecé a hacer ejercicio para gastar energías y pasar el tiempo”, contó la joven, que estudia Comunicación. “Cuando empecé la carrera quería ser periodista deportiva, pero me di cuenta que iba a ser complicado por el apellido, siempre iban a estar con el ojo crítico. Me sigue gustando, me encanta y soy yo la que se sienta a mirar un partido con papá. Porque a los varones les gusta jugar pero no tanto ver partidos”, relató quien ahora, en tercer año, optó por comunicación organizacional.
“Soy re celosa y me encanta ser la única mujer. Cuando mamá se quedó embarazada de los gemelos yo tenía ocho años y no quería más hermanos. Siempre fui muy responsable y Diego de chico era fatal. Siempre corriendo atrás de él. Cargaba con esa responsabilidad y con un hermano me alcanzaba. Pero por suerte fueron varones y yo tengo cuarto y baño para mí sola. Y mis momentos, tanto con mamá como con papá, son solo míos”, contó la joven, que nació en Guadalajara. Diego también es mexicano, pero nació en Ciudad de México.
Por estos tiempos de cuarentena, Diego extraña ir a entrenar a Defensor Sporting y estar con sus compañeros. “Por suerte acá en casa tenemos lo necesario para entrenar. Los profes del club nos mandan las rutinas, pero como yo entreno con mi padre, lo hago con lo que arma el preparador de Boston River. En definitiva lo importante es hacerlo”, explicó el muchacho, quien también se comunica con sus técnicos y compañeros violetas por videollamadas. Cumple con sus clases de liceo, cursa quinto biológico, por la mañana y de tarde entrena.
Unidos
Valentina tiene una relación muy estrecha con Diego, tres años menor que ella. “Siempre digo que con Diego conocí una parte de mi que desconocía. Yo siempre fui muy tranquila. Pero al ir a verlo jugar en Defensor me empecé a pelear con la gente si le gritaban algo. Saqué la hermana loca, je. Y hoy soy la fan número uno de mi hermano”, explicó. “Fue algo que descubrí con Diego, con mi padre no me había pasado. Recuerdo una vez en el Monumental, atrás nuestro había un hincha que le gritaba de todo a papá. Y yo, que era chica, me puse a llorar. Estaba muy angustiada, hasta que un amigo de mi padre que estaba con nosotros le dijo que yo era la hija, que respetara un poco”, recordó.
“No sé por donde empezar con mi hermana. Fumarse a Valentina de mañana es lo peor. Se levanta con un humor muy particular y yo con mis pavadas intento alegrarla. Pero nos llevamos muy bien. Lo principal es que nos contamos todo”, afirmó Diego, quien ya fue citado a la selección juvenil de México.
Nadie de la familia es de cocinar mucho. Lo básico nomás. Pero Valentina colabora con otras labores. “Terminamos de comer y los varones suben enseguida a jugar al play y mamá y yo nos quedamos levantando todo. Intento concientizar que ellos también lo tienen que hacer”.
Los gemelos
Los dos menores tienen personalidades muy distintas. Franco es canchero y parece mayor de lo que es. Siempre, desde chiquito, fue de engatusar al hermano para quedarse con el mejor juguete. Facundo es bueno, sumiso, de muy buenos sentimientos. “Siempre los comparamos con Diego y conmigo. Yo soy como Franco y Diego es Facundo. Incluso por lo generoso, Facundo y Diego no dudan en darte lo que les pidas. Mientras que Franco y yo estamos más a la defensiva”, comparó Valentina.
Franco es zurdo y delantero , mientras que Facundo es un volante aguerrido. Así los describió Diego: “Yo me llevo muy bien con los enanos. Es dejarles mi play y ya soy un dios para ellos. Y si nos desvelamos de noche me voy a su cuarto y miramos serie y películas”, contó Diego, quien no niega que es madrero.
“Me llevo mejor con mamá. Tenemos gustos parecidos sobre música y películas y nos entendemos mejor. Es la que me da permiso, y me lleva y me trae a todas partes. Papá es más estricto y a veces no me deja salir a algún lado. Entonces tengo que ir con mamá para que lo convenza”.
En la televisión
Ver a su padre en su nuevo rol de conductor de televisión fue extraño para los hijos de Abreu. “Al principio me causó gracia. Sé que le gustan las cámaras, pero no lo tenía tan así. Luego lo fui viendo alegre y me acostumbré. Le hacemos muchas críticas, pero no se le puede decir mucho porque le salta el orgullo. Y la cosa puede ir para largo”, manifestó Diego sonriendo. “Cuando trajo a casa el programa original con Julián Weich, le dijimos que estaba loco. Y nos reíamos. Pero luego cuando hizo el primer programa vimos que algo tenía. Después fue evolucionando y terminó bastante bien”, admitió Valentina.
En su casa el goleador no cambia. Está siempre de buen humor y haciendo chistes. “Es un hermano más, siempre a la par de nosotros. ¡Insoportable! Justo el otro día en la mesa hicimos una votación, un ranking de a quién sacaríamos primero de la casa. Y ganó él por unanimidad porque no lo aguantamos mas”, rió Valentina, quien sin embargo, suele chocar bastante con él porque son parecidos.
“Me gusta tener una familia numerosa. Ahora que estamos en cuarentena disfruto mucho estar con ellos y me hizo ver lo mucho que los quiero”, reconoció Diego cuyo objetivo es debutar en la Primera de Defensor a corto plazo y llegar a jugar en Europa.
“Siempre fui un niño de socializar e hice amigos en todos lados donde vivimos. En Brasil y en Grecia por ejemplo. Dejarlos duele, pero mantengo contacto por Whatsapp e Instagram. El otro día estuve jugando al play con amigos de Brasil y me trajeron lindos recuerdos”, relató Diego para quien ser el hijo de Abreu no siempre ha sido fácil. “La gente piensa que por ser su hijo tengo las cosas ganadas, me lo dicen los rivales en la cancha. Siento que no se valora mi esfuerzo diario. Pero también hay cosas buenas. Hoy disfruto de la vida que tengo gracias a su sacrificio”, dijo con madurez.
A propósito, cuando tenía unos 5 años jugando en un pelotero en un cumpleaños Diego le dijo a otro niño que era el hijo de Abreu. Y el otro le respondió: ‘si y yo soy el de Maradona’. Y él volvió a casa a contar que había estado jugando con el hijo de Maradona.
Pronto habrá una abogada en la familia
Paola ya había cursado un año de Abogacía antes de acompañar a su marido en su periplo mundial. Hace unos años dijo basta, se quedó en Uruguay y retomó la carrera que hoy está cerca de terminar. Sus hijos reconocen su mérito. “Sus compañeros tienen casi mi edad. Tuvo personalidad y una gran fuerza de voluntad para estudiar con cuatro hijos. Se quedó por ella y por nosotros para que no tuviéramos que seguir cambiando”, dijo Valentina.