Su nombre había sido incluido en la lista de pretendidos por Diego Aguirre cinco años antes, cuando ni siquiera dirigía al aurinegro, pero el camino de la Fiera y Jaime Báez se unió, tal vez, en el momento justo.
Los unió Peñarol, la posibilidad de cumplir un sueño y también la necesidad que tenía el entrenador de contar con un futbolista que tuviera las características que la Chinita podía brindarle.
Maduro desde lo futbolístico, Báez se sumó al plantel y desde que saltó a la cancha se mostró como una pieza importante y de hecho sus números lo demuestran porque desde que debutó en el aurinegro, Peñarol hizo seis goles en cuatro partidos y en cinco de ellos el atacante participó de dichas jugadas de una u otra manera.
Para eso hay que remontarse al duelo de ida de los octavos de final de la Copa Libertadores ante The Strongest donde hizo su estreno y su primera participación fue una asistencia a Leonardo Fernández que marcó el 1-0. El 2-0 también fue una conexión entre ambos, pero Báez tocó de taco a Leo y este asistió a Maximiliano Silvera. El tercero fue de él porque Fernández lo dejo de cara al arco y no falló. El cuarto tanto de esa noche fue el único en el que no participó y de hecho el sábado ante Miramar Misiones sumó dos participaciones más en un duelo muy particular.
Las cosas no le salían a Peñarol, estaba abajo en el marcador y Báez remontó la cancha por la banda izquierda habilitó a Lucas Hernández y este a Gastón Ramírez que anotó de cabeza el 1-1, pero Báez iba a volver a ser protagonista pero esta vez mandando un centro que Leo Fernández amortiguó de forma perfecta para que Lucas Hernández esta vez ponga su gol y el 2-1 final.
De los jugadores que recién llegaron al club, Jaime Báez es el que mejor se adaptó, el que más jugó y no es para menos porque terminó cayendo como anillo al dedo.
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