Redacción El País
Luis Suárez sorprendió a propios y extraños cuando el pasado lunes, en medio del camino, se subió a la caravana que trasladaba a los jugadores campeones del mundo con la selección uruguaya Sub 20 hacia el Estadio Centenario. Se apareció horas después de haber jugado en Río de Janeiro, al día siguiente de que la Celeste se proclamara campeona en el Mundial de Argentina.
Pero ¿cómo hizo? ¿Estaba previamente pactado? ¿Tenían conocimiento los jugadores?
El futbolista de Gremio se camufló como un hincha más con bufanda y gorro y cuando llegó el momento se sumó a la delegación que partió en bus desde el Aeropuerto de Carrasco. Fue a la altura de la Rambla de Coimbra, por Punta Gorda, donde los interlocutores coordinaron con el chofer para que bajara la velocidad y esperara a que Suárez se subiera.
"Vino él por iniciativa propia. Es uno de los principales hinchas de la selección Sub 20. Es un referente de la selección mayor que tiene la camiseta celeste tatuada en el cuerpo. Tanto él como su familia viven, sienten y sufren por la selección. Esto fue una demostración de que lo vive de esa manera. No hubo nada preparado", reafirmó el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Ignacio Alonso, en diálogo con Subrayado.
Los jugadores de la selección uruguaya, pese a haber hablado con el Pistolero por videollamada el día previo, no estaban enterados de la situación, por lo que también se vieron sorprendidos. Su reacción inmediata, tras saludarlo, fue pedirle una y otra selfie que luego compartieron a través de las redes sociales.
"Soy un hincha de Luis Suárez. Va a poner en un nivel de competencia grande la decisión de traerlo o no (a la selección)", dijo Alonso al ser consultado sobre si el nuevo entrenador Marcelo Bielsa lo incluiría en su proceso.
"Lo veo como un jugador que tiene una resiliencia y una capacidad para seguir siendo competitivo que genera admiración", matizó.