FÚTBOL INTERNACIONAL
El uruguayo intentó aconsejarlo pero el francés prefería seguir a Neymar, pese a que lo llamaba "Donatello"
Kylian Mbappé llegó al PSG en agosto de 2017, con apenas 18 años aunque con dos temporadas como la gran promesa del fútbol francés en Mónaco, casi al mismo tiempo que Neymar desde Barcelona. En ese momento, la estrella (e ídolo) del equipo parisino era Edinson Cavani. ¿Qué pasó entonces en el vestuario parisino? El País de Madrid reconstruyó la historia:
“Edinson Cavani lo abordó (a Mbappé) como un hermano mayor y le aconsejó que aprovechara su poderío físico para producir desmarques en masa. Neymar Junior lo trató con condescendencia, hizo mofa de su hiperactividad y le señaló que confundía jugar rápido con jugar bien. Kylian Mbappé se encontró con dos antagonistas cuando llegó al vestuario del Paris Saint-Germain en 2017. Dos líderes que le ofrecieron dos posibilidades contradictorias: industria o arte. Al cabo de cuatro años, un allegado al jugador indica que sucedió lo impensable. A Mbappé lo sedujo Neymar. El que menos le valoraba. El que menos se le parecía”.
También fue comentado que entre Neymar y su compatriota Dani Alves llamaban chistosamente “Donatello” a Mbappé, por su supuesto parecido con la tortuga ninja, algo que a él no le gustaba...
Hace algunos meses, periodistas franceses franceses consultados por Ovación comentaron que la relación de Mbappé con el uruguayo era “de respeto”.
Sin embargo, según L´Equipe, Mbappé y Neymar influyeron en la salida de Cavani, celosos ante la idolatría que despertaba en su hinchada. Mbappé le dedicó una fría, casi helada despedida en sus declaraciones: “Le deseo lo mejor pero ya no es uno de los nuestros”.
En El País de Madrid se señalaba, antes del partido del miércoles pasado, que el delantero está sumido en “un conflicto vocacional que tiene muy preocupado a su círculo de asesores”, entre ellos su padre. “Entre todos llevan meses intentando convencerlo de que tiene ante sí una oportunidad histórica: explotar sus descomunales condiciones de goleador y convertirse en el sucesor de Pelé, o dejarse llevar por la tentación placentera de emular a Neymar en su versión más frívola de ‘jugador de jugadas’”.