"¡Vamos que podemos!" Eso fue lo que les gritó Agustín Cayetano a Renzo Machado, Agustín González y Franco Nicola. Los tres estaban por ingresar a los 77 minutos del partido entre Liverpool y San Lorenzo y el Ciclón era más que el negriazul en la noche de Libertadores en el Estadio Centenario.

Pero la Copa atesora veladas épicas y los de Belvedere tuvieron la suya, porque difícilmente los que estuvieron en la Tribuna América o lo vieron o escucharon desde sus casas se olviden del día que Nicola, a los 95 minutos, definió sobre la desesperada salida del arquero para darle la victoria al equipo de Emiliano Alfaro, que tuvo tanta influencia con sus cambios como cuando se calzaba los botines y vestía la camiseta que hoy sus dirigidos con el mismo sentido de pertenencia.

Liverpool tiene ese no se qué, no se achica. Ni contra Peñarol para definir el Campeonato Uruguayo, tampoco contra Independiente del Valle en el estreno de esta Copa cuando rescató un empate en la hora gracias a Luciano Rodríguez y mucho menos ante Palmeiras, aunque perdió, en un estadio lleno en Sao Paulo que llegó a chiflar al multicampeón brasileño porque era superado.

Foto: Estefanía Leal | El País

Por momentos también fue superior San Lorenzo que arrancó presionando alto pero el negriazul siempre encuentra la salida. Kevin Amaro y Cayetano ganaron terreno por las bandas y dieron respiro al equipo que generó las situaciones más claras de la primera mitad con una buena triangulación que terminó Matías Ocampo y un cabezazo de La Hiena que devolvió el horizontal.

Nadie le va a exigir a Liverpool que tiene que clasificar a la siguiente fase pero todos se mueren de ganas de que sea así. Y ellos, cumplen.

Romagnoli hizo los cambios para cuidar el resultado y Alfaro mandó la carne al asador en el momento que el partido se definía. El que no arriesga no gana es el refrán más viejo de la historia pero así Liverpool mantiene viva una nueva ilusión.