El árbitro Paulo Zanovelli marcó el final del partido que significó la victoria de Peñarol y rápidamente el primero que se le acercó fue el arquero de San Antonio Bulo Bulo. Le habló, lo abrazó y hasta pareció que le pidió la camiseta. Leo Fernández lo recibió, pero no fue el único.
Dos jugadores más del equipo boliviano, que tal vez observaron en él a una de las grandes figuras de la Copa Libertadores 2024, se colocaron sus camperas y antes de irse fueron a buscarlo y lo abrazaron. Lo mismo que los alcanzapelotas que, uno a uno, se tomaron una foto con él.
Leo Fernández es el centro de atención afuera de la cancha, pero no cabe duda que en la pasada jornada también lo fue dentro del campo de juego.
Fue el encargado de poner el fútbol en el Mirasol, fue quien generó las chances más claras en la primera parte, el que guardó la pelota cuando en el complemento el partido parecía complicarse con el resultado corto, pero sobre todo, fue el encargado de poner las dos asistencias para los goles de Héctor Villalba y de Alexander Machado.
En lo global, Peñarol volvió a ir de más a menos. Lo hizo en la primera parte y luego del partido se podría decir que le pasó lo mismo porque empezó siendo muy peligroso y avasallador ante su rival y, a pesar de encontrar el gol en la última pelota, volvió a ceder mucho terreno, al punto que en los minutos finales el balón pasó a ser de un equipo que tuvo su primer remate al arco promediando el complemento.
Los números fríos marcan que el aurinegro generó 18 chances de gol, pero al igual que en otros partidos lo que faltó fue la contundencia porque hubo rebotes que terminaron en remates lejanos, pelotas que por poco no fueron desviadas o atajadas del arquero Rodrigo Saracho que tuvo un buen desempeño evitando ocho veces la caída de su arco, más allá de recibir dos goles.
El primero, el que abrió el marcador y el que le dio tranquilidad al aurinegro, nació del pie izquierdo de Leo Fernández que previo a su remate mantuvo un diálogo casi que únicamente con gestos con los futbolistas en el área para decirles que iba el centro y Héctor Villalba lo aprovechó, así como lo venía de hacer en Jardines tras la avivada de Diego García.

A partir de ahí, casi que por inercia, y también por cansancio, Peñarol se replegó, se olvidó por momentos de la pelota y San Antonio Bulo Bulo atacó con pocas ideas, pero con ganas, aunque en uno de esos ataques apareció Nahuel Herrera para cortar y con una guapeada se llevó la pelota que terminó en los pies de Leo para habilitar a Alexander Machado, que hizo su primer gol en el aurinegro.
Todavía queda mucho por pulir en este Peñarol, se nota y hasta el propio Diego Aguirre lo debe sentir, pero como se suele decir, siempre es positivo mejorar ganando.
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