Era un anhelo postergado. Peñarol estaba tras los pasos de Leo Fernández hace al menos dos años y aquel 17 de enero de 2024 pudo sacarse la espina al confirmar su incorporación. Hizo una gestión silenciosa que dio de qué hablar por la jerarquía del atacante de 25 años, que acababa de ser campeón de Copa Libertadores con Fluminense. Toluca, el dueño de su pase, lo cedió por seis meses al aurinego. Hoy es un intocable para Diego Aguirre. Está en la etapa de los diarios y portales con cinco goles en cuarto partidos jugados y el mirasol lo disfruta.
Pero no fue tarea fácil y el club uruguayo tuvo varias piedras en el camino durante cuatro períodos de pases. “En cada uno lo llamábamos a Jorge Chijane, su representante, y él nos decía que era imposible por los números que estaban manejando. En este período de pases fue uno de los primeros nombres que vimos con Diego Aguirre”, le contó Ignacio Ruglio, presidente de Peñarol, a Ovación.
Su insistencia fue un factor clave. Se comenzó a ilusionar con la llegada de David Terans y/o Leo Fernández manteniendo dos charlas en paralelo: una con el Grupo Pachuca por exjugador de Danubio y otra con el agente de Leo. Mientras tanto, la Fiera elegía no ilusionarse por considerarlos como arribos complejos para el mercado local.
Lo de Terans quedó descartado y hasta fines de diciembre el caso de Leo seguía siendo catalogado como misión imposible. Pero después del Mundial de Clubes algo cambió. El exjugador de Fénix supo que no iba a tener los minutos deseados y se abrió una ventana: “Ahí le empecé a insistir más seguido a Chijane y era siempre lo mismo, hasta que un día me dijo: 'Nacho, creo que se puede abrir alguna posibilidad porque Fluminense va a llevar a algún jugador y él capaz no tiene los minutos deseados, entonces Fluminense lo puede dejar salir', y ahí empezamos a trabajar la posibilidad”, contó Ruglio.
En ese momento a Peñarol le tocó esperar y a las 48 horas recibió la señal que esperaba para avanzar. Luego llegó el turno de la reunión entre las tres partes, donde también participó Arturo Pérez Arredondo, presidente del Toluca. “Le dije que yo creía que Leo Fernández en el equipo del que es hincha y con una Copa Libertadores por delante iba a poder lucirse, ser figura y jugar siempre. Y que, si él se mostraba muy bien en copa, luego Toluca podía rearmar de vuelta su inversión y quizá venderlo a causa de eso. El presidente me dijo que le gustaba la idea, que lo quería mucho a Leo como persona y que él siempre le había manifestado su amor por Peñarol. Entonces, si le podían dar ese gusto al jugador y todavía capaz que terminaba saliendo bien el negocio porque lo recotizaban, capaz que había chances”.
Un día después llegó una llamada especial. “Mirá, me traje a papá para Brasil porque yo ya caminaba por las paredes acá”, reveló el jugador dando cuenta de la ansiedad que tenía por llegar al club de sus amores. Su sueño estaba cerca y no pudo evitar conmoverse. “Leo Fernández nos dijo emocionado que era el momento que había esperado toda su vida”, reveló Ruglio. Desde allí comenzó la cuenta regresiva. ¿Qué era lo que restaba? Cuestiones administrativas. El futbolista debió relegar parte del salario que tenía acordado con Fluminense para poder llegar a Peñarol. “Si no no hubiese habido forma porque Peñarol puede pagar muy buen dinero, pero no lo que paga un grande de Brasil o México”, dijo el titular de Peñarol.
Con el jugador ya abrochado para el primer semestre, Ruglio le comunicó el nuevo refuerzo a Diego Aguirre: “Le dije: 'Diego, tenemos a Leo Fernández adentro y me respondió: '¡No, no te creo!'. Le pasé el teléfono de Leo para que hablara con él y me dijo: 'Pa, tiene un alboroto tremendo por venir a Peñarol, está divino'”. Hoy Peñarol lo disfruta y la Fiera lo elogia.
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