Cuando un dirigente o un entrenador sostienen que una negociación no está “cerrada” hasta que el contrato se firma es porque, probablemente, bajo su espalda guarden un anecdotario de casos en los que a último momento el jugador involucrado cambió de parecer, surgió un imprevisto con su agente o alguno de los clubes se dio de baja a última hora. El ejemplo se puede equiparar al mundo Nacional y aplica para dos casos que ocurrieron este año.
Fue en Los Céspedes, a mediados de la segunda semana de enero, que el Chino Álvaro Recoba dijo en una conferencia de prensa que Rodrigo Fernández estaba “cerquita” de sumarse al plantel de futbolistas, que por entonces él dirigía. Tenía de dónde agarrarse para no generar falsas expectativas: había recibido su “sí”, y también al presidente Alejandro Balbi. Pero el desenlace tuvo un giro inesperado.
Resultó que el jugador, cuando estaba a punto de subirse al avión rumbo a Brasil para presentarse a entrenar con Santos, después de pasar unas semanas de vacaciones en Uruguay, se arrepintió de la decisión que había tomado inicialmente y le dio vuelta la negociación a su representante.
En consecuencia, Nacional terminó arreglando sin mayores trabas con Christian Oliva, que era la segunda opción, y esa página quedó en el olvido.
Pero los idas y vueltas volvieron a aparecer en la ventana de transferencias en curso y son casi un bosquejo de lo que está pasando hoy con Christian Ebere.
Tal y como había informado Ovación en su edición de ayer, en los últimos días se había llegado a un acuerdo de palabra para que el jugador llegara a Gimnasia y Esgrima de la Plata a través de un préstamo con cargo de 18 meses. El periodista argentino César Luis Merlo inclusive especificó los montos de la operación y habló de U$S 150.000 más una opción de compra de US$ 1,7 millones por el 70% del pase, cifras que Ovación pudo corroborar con base en fuentes platenses.
Sin embargo, la incertidumbre -ya claudicada- sobre el regreso de Federico Santander, el diagnóstico negativo ante la lesión de Rubén Bentancourt le pusieron puntos suspensivos a una salida que parecía estar cocinada desde el día uno en que Lasarte asumió como técnico, hace exactamente un mes.
“Ebere venía mal y no entrenó casi ningún día con este cuerpo técnico”, advirtió una fuente de Nacional, que agregó un factor más: las diferencias entre los clubes respecto a las condiciones del pago.
“No tenemos 9. Y hasta que no tengamos, no se va”, repiten desde adentro, en consonancia con la realidad deportiva que había marcado Lasarte el último sábado, cuando reconoció que no era “momento” para que se marchara.
El nigeriano, interesado en ganar minutos, ya manifestó su deseo de irse y estuvo unos días en Brasil. El entrenador Marcelo Méndez insiste para que Gimnasia no se baje de la negociación.
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