Del grito a escondidas a la imagen del DT en el vestuario: el detrás de escenas del 4-0 de Nacional en Melo

Martín Ligüera tomó la posta, su equipo goleó sin despeinarse a Cerro Largo y hubo mucho colorido en las tribunas y afuera de la cancha que Ovación recopiló.

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Diego Herazo y su molestia por la expulsión ante Cerro Largo.
Diego Herazo y su molestia por la expulsión ante Cerro Largo.
Foto: Estefanía Leal.

Dos policías levantan una cinta de “pare” desplegada a lo ancho de la calle para que un auto pase por debajo. Los niños juegan con una pelota alrededor de un comité de base y un hombre rezonga por lo cerca que les pasa una moto: “Pasá tranquila, amiga. Sin casco andan acá”, dice ni bien la ve cruzar el semáforo en rojo. Son las 16:46 y una breve recorrida por Melo ya hace sentir especial el día. La principal atención está en el Ubilla, que invita a pasar la tarde para ver el partido entre Cerro Largo y Nacional (fue goleada tricolor 4-0).

El presidente Ernesto Dehl, que hace unas semanas se había prestado para pasar el rodete cual pintor y ayudar a terminar la sala de prensa y control de antidoping que el club inauguró para la Copa Sudamericana, es uno de los principales anfitriones. Es, también, quien incluye en cada viaje a Matías, Federico y Gabriel, tres chicos con dificultades para caminar que a esta altura están tan integrados al plantel como los jugadores.

En el vestuario de Cerro Largo está Danielo Núñez solo, sobre una silla y usando su celular, al que deja de prestar atención para saludar muy amistosamente. Del otro lado, los jugadores de Nacional pasan por el túnel rumbo a la cancha y desfilan saludando uno a uno a los pequeños, que, un rato después, se convertirían en sus fanáticos encubiertos.

—¡Bien igual, Jere! -le grita uno de ellos a Jeremía Recoba ni bien la pelota se le va hacia el lateral, con Nacional ya ganando 1-0.
—No podés gritar el gol. Te van a pegar -le responde uno de sus pares.
—Lo grité igual...

Danielo Núñez y los niños detrás de él.
Danielo Núñez y los niños detrás de él.
Foto: Estefanía Leal.

El partido tuvo alto voltaje desde el comienzo y, de no ser porque Paolo Calione barrió justo a tiempo a Leandro Otormín, probablemente Cerro Largo hubiese empezado ganando a los 10 segundos.

El gol cayó del lado de Nacional después de una excelente combinación entre Emiliano Ancheta y Jeremía Recoba y un posterior control orientado y mejor definición de Luciano Boggio, que cruzó su remate.

Aun ganando, Martín Ligüera tomó las precauciones del caso y le pidió primero a Calione que se acercara para hablarle a Romero después: “Diego, no la tires por arriba. Vamos a tratar de salir jugando”, se lo escuchó decir. “Se me van los dos por afuera”, advirtió al banco el lateral.

“Era una situación difícil y había que estar. Estuvimos, en el acierto o en el error, y estoy contento por eso”, declaró a Ovación y reconoció que estaba especialmente preocupado porque el 9 -primero Diego Herazo y luego Lucas Villalba- tapara la salida con el 5 rival: “Después del gol nos quedamos un poco”.

La historia cerró con final feliz para él y sus colaboradores: Rómulo Otero se inspiró e hizo dos goles y Lucas Villalba acompañó para cerrar el 4-0. Nacional, como dijo alguien en el hotel al cierre de esta crónica, “chiveó” y “hasta se dio el gusto de cambiar al golero”. Eso sí, hoy todos se preguntan por el estado de salud de Luis Mejía y desde el club le bajaron perfil asegurando que en el vestuario ya "estaba bien", pero que, de todas formas, será evaluado.

El color tribunero y la "pica"

"Estás bravo hoy De Armas”, le gritó Sebastián Eguren al árbitro principal cuando todavía el partido estaba entreverado. “¿Vas a seguir?”, le retrucó el cuarto, Kevin Fontes.

La cosa estuvo picada entre el cuerpo arbitral y el ayudante técnico, que pidió desesperado roja para Facundo Bonifazi por agarrar de atrás a Lucas Villalba cuando se iba solo y luego reclamó -con razón- la doble amarilla a Diego Herazo, que se fue expulsado por un manotazo involuntario a Mauro Brasil. No fue lo único de color, porque Lautaro, un niño, le pidió en el día de su cumpleaños la camiseta a Luis Mejía y no tuvo suerte. El premio consuelo estaba a la salida y tenía forma de carrito.

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