Dos policías levantan una cinta de “pare” desplegada a lo ancho de la calle para que un auto pase por debajo. Los niños juegan con una pelota alrededor de un comité de base y un hombre rezonga por lo cerca que les pasa una moto: “Pasá tranquila, amiga. Sin casco andan acá”, dice ni bien la ve cruzar el semáforo en rojo. Son las 16:46 y una breve recorrida por Melo ya hace sentir especial el día. La principal atención está en el Ubilla, que invita a pasar la tarde para ver el partido entre Cerro Largo y Nacional (fue goleada tricolor 4-0).
El presidente Ernesto Dehl, que hace unas semanas se había prestado para pasar el rodete cual pintor y ayudar a terminar la sala de prensa y control de antidoping que el club inauguró para la Copa Sudamericana, es uno de los principales anfitriones. Es, también, quien incluye en cada viaje a Matías, Federico y Gabriel, tres chicos con dificultades para caminar que a esta altura están tan integrados al plantel como los jugadores.
En el vestuario de Cerro Largo está Danielo Núñez solo, sobre una silla y usando su celular, al que deja de prestar atención para saludar muy amistosamente. Del otro lado, los jugadores de Nacional pasan por el túnel rumbo a la cancha y desfilan saludando uno a uno a los pequeños, que, un rato después, se convertirían en sus fanáticos encubiertos.
—¡Bien igual, Jere! -le grita uno de ellos a Jeremía Recoba ni bien la pelota se le va hacia el lateral, con Nacional ya ganando 1-0.
—No podés gritar el gol. Te van a pegar -le responde uno de sus pares.
—Lo grité igual...

El partido tuvo alto voltaje desde el comienzo y, de no ser porque Paolo Calione barrió justo a tiempo a Leandro Otormín, probablemente Cerro Largo hubiese empezado ganando a los 10 segundos.
El gol cayó del lado de Nacional después de una excelente combinación entre Emiliano Ancheta y Jeremía Recoba y un posterior control orientado y mejor definición de Luciano Boggio, que cruzó su remate.
Aun ganando, Martín Ligüera tomó las precauciones del caso y le pidió primero a Calione que se acercara para hablarle a Romero después: “Diego, no la tires por arriba. Vamos a tratar de salir jugando”, se lo escuchó decir. “Se me van los dos por afuera”, advirtió al banco el lateral.
“Era una situación difícil y había que estar. Estuvimos, en el acierto o en el error, y estoy contento por eso”, declaró a Ovación y reconoció que estaba especialmente preocupado porque el 9 -primero Diego Herazo y luego Lucas Villalba- tapara la salida con el 5 rival: “Después del gol nos quedamos un poco”.
Martín Ligüera tras la victoria 4-0 de Nacional en Cerro Largo: “Sinceramente me sigue doliendo el primer gol de Atlético Nacional”
— Diego Domínguez (@Digadoma) April 6, 2025
“Era una situación difícil y había que estar. Estuvimos, en el acierto o en el error, y estoy contento por eso”. pic.twitter.com/wJt8zOOk4Q
La historia cerró con final feliz para él y sus colaboradores: Rómulo Otero se inspiró e hizo dos goles y Lucas Villalba acompañó para cerrar el 4-0. Nacional, como dijo alguien en el hotel al cierre de esta crónica, “chiveó” y “hasta se dio el gusto de cambiar al golero”. Eso sí, hoy todos se preguntan por el estado de salud de Luis Mejía y desde el club le bajaron perfil asegurando que en el vestuario ya "estaba bien", pero que, de todas formas, será evaluado.
"Estás bravo hoy De Armas”, le gritó Sebastián Eguren al árbitro principal cuando todavía el partido estaba entreverado. “¿Vas a seguir?”, le retrucó el cuarto, Kevin Fontes.
La cosa estuvo picada entre el cuerpo arbitral y el ayudante técnico, que pidió desesperado roja para Facundo Bonifazi por agarrar de atrás a Lucas Villalba cuando se iba solo y luego reclamó -con razón- la doble amarilla a Diego Herazo, que se fue expulsado por un manotazo involuntario a Mauro Brasil. No fue lo único de color, porque Lautaro, un niño, le pidió en el día de su cumpleaños la camiseta a Luis Mejía y no tuvo suerte. El premio consuelo estaba a la salida y tenía forma de carrito.