CATAR 2022
El regreso de José María Giménez resulta clave para fortalecer la línea final, dado que su ausencia fue más gravitante que la Edinson Cavani y el otro que se extrañó fue Matías Vecino
Cinco goles en contra en dos partidos. Centros convertidos en estiletes punzantes en el corazón del área. Despejes que jamás aparecieron y una delgada línea defensiva que siempre tuvo a descuidados enemigos infiltrados en ella terminaron confirmando una realidad deportiva: Uruguay precisa a José María Giménez en el fondo y a Matías Vecino en la mitad de la cancha.
El inicio de la fase de clasificación hacia el Mundial de Catar 2022 dejó en claro un aspecto crucial: se falló a la hora de defender, de proteger el área y de transmitirle al equipo garantías contra las galopadas ecuatorianas y frente al atinado juego chileno del segundo tiempo.
Es cierto, no es que todo los problemas se puedan limitar a la aparición de nada más que dos jugadores, porque la vigilancia de las zonas propias se efectúa si hay un compromiso absoluto de todos y un rendimiento individual que potencie las tareas que se entregan para cumplir, pero la diferencia entre el Uruguay más sólido y el de estas dos primeras fechas fue grande.
Es inevitable, entonces, terminar de aceptar que para la desdicha provocada por el manejo de Chile en el medio y por la velocidad de ataque de Ecuador influyó la falta de un mediocampista que se caracteriza por realizar siempre el mayor recorrido en cuanto a la cantidad de kilómetros y por tener un aporte muy destacado por la lectura del juego que hace para aparecer en la ubicación que más lo precisa el equipo.
Vecino tiene, además, corrimientos hacia los costados y de área a área. Eso proporciona al equipo un jugador atento a cubrir las espaldas de los laterales, a retroceder para sumarse a los zagueros y sin que eso le elimine las chances de formar parte de la incursión ofensiva que es tan imprescindible para no convertirse exclusivamente en una oncena que juegue nada más que al error del rival.
Y no se queda solamente en ello. Por que hay más que ayudó para que durante mucho tiempo se ganara un lugar prácticamente inamovible en el once de Uruguay: su juego aéreo. Tan destacable en el área propia como en la del adversario, lo que hubiese servido en esta ocasión para no dejar en evidencia las fallas importantes cometidas en un rubro que supo ser una fortaleza del ADN del seleccionado uruguayo.
Y si la baja de Vecino terminó transformándose en una condición que fomentó un derrumbe defensivo, ni que hablar de lo que ocurrió atrás. Sí, José María Giménez es indispensable.
El simple hecho de que haya equipos dispuestos a pagar más de 80 millones de euros por el futbolista uruguayo, lo que podría convertirlo en el zaguero más caro de toda la historia, refleja el nivel y la consideración que existe en Europa sobre la categoría de “Josema”.
Las virtudes del zaguero del Atlético de Madrid son por demás conocidas, defensivamente es muy bueno, lo ayuda muchísimo el gran ‘timming’ que tiene para reaccionar y cubrir a sus compañeros, nadie más despierto que él para seguir la jugada, para advertir los riesgos y llegar a tiempo. Domina la posición, tiene velocidad y pinta de referente. Es un jugador que logra despegues del suelo ultra llamativos y a eso le agrega un cabezazo preciso.
“Josema” sabe salir jugando y un guardaespaldas de lujo para Diego Godín. Su ambición ganadora, además, lo potencia cuando toma la decisión de salir a presionar. No es nada sencillo superar su línea defensiva.
Uruguay lo extrañó. Y mucho.
Aunque la mayoría ponga más el ojo en la falta de Edinson Cavani, innegable que el ataque de Uruguay toma otro cuerpo cuando arriba están las dos bestias, por lo que demandan a los zagueros, este despegue hacia la próxima Copa del Mundo proporcionó una imagen muy clara de debilidad defensiva.
Tampoco es menor el hecho de que Cavani suele entregar un respaldo mayúsculo al mediocampo cuando se trata de ejecutar las transiciones defensivas, pero el gran problema apareció por la carencia de una mejor marca y por las equivocaciones que se cometieron de manera reiterada al no cerrarse bien por el pasillo central de la cancha.
Por eso, sin perjuicio del valor que tiene tratar de construir un equipo que entregue mayores posibilidades de fabricar jugadas de ataque, de apostar a jugadores de mayúscula ductilidad para manejar la pelota, para que el equipo no depende de una pelota robada o peleada por los delanteros, es inevitable echar en falta lo que Uruguay perdió por dos bajas. Esas que antes de estos 180 minutos de juego pocos consideraron que podrían ser de mayor peso que aquella generada por la no convocatoria del nuevo “Matador” del Manchester United.
Por eso, cuando falta muy poco para que llegue la nueva doble fecha de las Eliminatorias, y sabiendo que Vecino aún no podrá estar en el equipo, lo que urge es que José María Giménez vuelva a sumar minutos en el Atlético de Madrid.
Ahora que dejó atrás al COVID-19, hay que pedirle: “Josema, volvé ya”.