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Diego Godín: el motivo que frenó su vuelta a Nacional, la selección a la que iría y el compromiso en Porongos

El Faraón se retiró del fútbol profesional en julio, pero ahora, con 38 años e influenciado por el Chory Castro, volvió y revolucionó Flores: "Me hubiese encantado volver a jugar en Nacional".

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Diego Godín entrevistado en Flores.
Diego Godín.
Foto: Estefanía Leal.

Enviado a Trinidad
Se escucha un llanto silencioso. Son las lágrimas de una niña que esperó a Diego Godín en el Estadio Juan Antonio Lavalleja de Flores, con el puño cerrado, aparentemente contenido por la emoción, aunque en realidad es el método oculto para entregarle una carta. Su hermana, mientras tanto, acompaña con un mate y le hace "mimos" en la otra mano para calmarla.

Faltan minutos para que comience el primer entrenamiento del año de Porongos, que revolucionó la tranquilidad de Flores con el anuncio de una llegada inesperada. Desde hace meses, todos en el departamento sabían lo que era un secreto a voces: que Gonzalo "Chory" Castro iba a volver a jugar a su tierra, pero no que llegaría con la valija de otro amigo.

La caminata por la ciudad de Trinidad del Faraón, quien fuera el capitán de la selección uruguaya durante ocho años, no pasa desapercibida. Una señora cincuentona cruza la calle y repite desesperada: "¿Quién me saca una foto?, ¿quién me saca una foto?, ¿quién me saca una foto?". Se presenta, lo anticipa cuando está a punto de entrar a firmar el pase a una muy descuidada y añeja sede de la Liga de Flores, y sigue la perorata.

—¿Cómo me voy a perder una foto yo? Tanto que te miramos en los partidos...
—Muchas gracias, señora, muchas gracias.
—Se muere mi nieto si me ve.
—Graci...
—Yo también soy de Porongos. ¡Bravo, bravo! Mucha suerte —lo interrumpe y se despide con el pedido de foto cumplido y casi sin dejar espacio a la respuesta.

Ovación estuvo presente en el primer día de Godín en tierra floresina y aprovechó para conversar con él sobre la vida después del retiro. Abrazado todavía a una pelota, esta vez de forma amateur, mira en retrospectiva y se arrepiente de no haber vuelto a Nacional, reivindica los éxitos del proceso Tabárez, la decisión de no retirarse de la selección y guarda un espacio para el anhelo de jugar en la selección de Colonia.

A continuación, un resumen de la entrevista:

-¿Te pusiste a pensar en que te quedan 30, 40 años de vida después del fútbol? ¿Lo venías procesando antes de dejar de jugar?

-Uno siempre va pensando y mirando cuándo es el momento de dejar, cuándo te llega, o cuándo sentís una señal. A mí me pasó particularmente después del Mundial de Qatar que mi cabeza hizo un clic y empecé a cambiar mi forma de sentir el día a día y fui perdiendo ese entusiasmo, esas ganas de querer competir todos los días, de querer entrenar todos los días. Poco a poco, me fui dando cuenta de que era el momento de dejar porque ya mi cabeza no estaba preparada, no tenía ganas de seguir jugando al fútbol y tenía otras prioridades que pasaban por mi familia, estar en mi casa, tener una hija recién nacida, y ahí fue cuando hice el clic. Todos los futbolistas te hablan de esa llama interna y a mí me pasó de sentir que se me iba apagando. Es verdad que uno se prepara o va pensando, pero nunca está preparado para decir ‘dejo el fútbol’. Es una transición que hay que trabajarla porque no es fácil.

-¿Hace falta instruir más a los jugadores en eso?

-Creo que sí. Hoy se habla mucho, porque antes no había conciencia ni visibilidad, de la salud mental. Los grandes problemas que hay en el fútbol mundial y en Uruguay son sobre esos temas. En Uruguay nacen siendo jugadores de fútbol, hacen su carrera mejor, peor, y se sienten solamente jugadores de fútbol porque es una burbuja. ¿Y después de eso qué? Cuando no tenés una transición y nadie que te acompañe a ir preparándote mentalmente para el retiro es jodido. En mi caso lo tomé bien porque siempre quise volver a Uruguay. Quería estar en mi casa, en mi país.

Diego Godín en Porongos.
Diego Godín en Porongos.
Foto: Estefanía Leal.

-¿Extrañabas, ¿no?

-Extrañaba mucho desde el día que me fui de mi casa, con 14 años. Con esto que se armó con Porongos, la llama y el entusiasmo los logré sentir ahora increíblemente con este revuelo que se armó, con esta linda experiencia de volver a jugar con un hermano de la vida, como es el Chory (Gonzalo Castro). Venir a jugar al interior me reavivó el entusiasmo. Y eso es fundamental para cualquier ámbito de la vida, no solo para el fútbol. Sin entusiasmo, no podés hacer nada.

-¿La decisión fue más por el lado sentimental de querer conectar el fútbol y el interior o extrañabas la rutina?

-No, yo después de retirado no extrañé nunca. No extraño, de hecho, el día a día de ir a entrenar, estar en el vestuario, ver partidos de fútbol y querer estar ahí en la cancha; sí me pasó en estos partidos de Eliminatoria de Uruguay. Ver a Uruguay jugar es algo que me entusiasma, siempre me gustó, fue mi casa, mi vida. De 20 años de carrera profesional pasé casi 18 con la selección, entonces es inevitable que no lo sienta como propio, que me movilizó siempre, pero después, en general, no extraño. Ahora, desde otra responsabilidad, vivir esta experiencia es totalmente diferente. Me entusiasma porque lo puedo hacer con un amigo, por volver a jugar al fútbol del interior. Los que somos del interior sabemos lo que significa para la gente. Son chicos, familias o grandes que jamás tuvieron la posibilidad de ver un partido de la selección o de cruzarse con un jugador profesional.

-¿No tuviste chance de tranzar para jugar de delantero?

-Ja, ja. Siempre dije que mi sueño era jugar de delantero. De chiquito jugaba de delantero, pero no; es un poco en broma. Yo vengo a jugar en serio. Más allá de todo, vengo a competir y a intentar lo mejor posible para el club.

-Estamos viendo el caso del Loco Abreu en Lavalleja. ¿Tu idea es prepararte para la posibilidad de ir a la selección de Colonia el año que viene?

-No, no es prepararme para eso, pero sí lo tengo en mente. Me entusiasma y vi al Loco que está jugando en Minas y dije “está buenísimo”. Acá estoy en el interior, en Flores por la relación que tengo con el Chory y un montón de amigos de acá, pero yo soy de Rosario, de Colonia, y la verdad que me encantaría jugar en mi tierra. El otro día, hablando con el Cebolla, él me dice: “Mirá que yo te acompaño, vamos a jugar juntos con la selección. Y justo hace poquito me llamó un dirigente de Estudiantes, mi equipo de Rosario, porque posiblemente la selección de Colonia se pueda organizar en mi ciudad el año que viene. Son motivos suficientes para intentarlo por lo menos.

Diego Godín en Porongos.
Diego Godín en Flores.
Foto: Estefanía Leal.

-Nombrabas al Cebolla y, como él, hay varios casos de jugadores que han vuelto a retirarse al club del que son hinchas. Con el diario del lunes, ¿te arrepentís de no haber tenido un último baile en Nacional?

-Hoy, con las ganas y entusiasmo que tengo, te digo que sí. Me hubiese encantado haber podido tener esas ganas y ese entusiasmo para volver a jugar en Uruguay. Pero te puedo asegurar que en el momento que tuve el llamado de Nacional, iba a ser perjudicial para el club y para mí. Estaba sin ganas, vacío. Era una decisión que ya había tomado y hubiese sido una falta de respeto ir a un club y no estar al 100%, primero, mentalmente y después físicamente. Seguramente hubiese sido un fracaso. Con el diario del lunes, me hubiese gustado, como hicieron un montón de compañeros que vinieron. Lo vi con una envidia sana a lo de Luis (Suárez), que fue hermoso, como un cuento de hadas, pero lo hizo en un buen momento, que tenía una zanahoria que era el Mundial. En mi momento, mi cabeza no me dejó porque ya estaba cansado, agotado y sin ganas.

-El sentido de pertenencia con el país siempre lo marcaste mucho en la selección, de la que recuerdo, decías, no había que retirarse. ¿Qué te decían Lugano y Forlán en los intercambios que tenían?

-Lugano era de la idea de que la selección no se dejaba, sino que la selección te dejaba a vos. Que uno mientras fuera jugador, útil y seleccionable, tenía que estar siempre a disposición de la selección. Y Forlán era de decir “no, yo si no siento que estoy preparado, doy un paso al acostado”. Hoy, con el diario del lunes, hay un poco de las dos. Puede ser que llegado el momento des un paso al costado para no sentir que generás un compromiso, pero perfectamente podés ser siempre seleccionable. Si el entrenador considera que vos sos seleccionable y que te necesita, ¿por qué no serlo? Eso no es una decisión del jugador; el que lo tiene que decidir es el técnico. Yo iba más por el lado del romanticismo de decir “yo soy uruguayo, amo la selección, mientras esté jugando y en condiciones de ser seleccionable, que decida el entrenador”.

Gonzalo Castro y Diego Godin tras firmar con Porongos.
Gonzalo Castro y Diego Godin tras firmar con Porongos.
Foto: Estefanía Leal.

-Hablando de opiniones polarizadas, así como están quienes defienden al proceso de Tabárez, también hay algunos que dicen que desperdició a una generación. ¿Qué te pasa cuando escuchás esa última frase?

-Que es muy exitista y muy del diario del lunes. Si hoy estamos viviendo la selección que tenemos y la hemos disfrutado tantos años, te puedo asegurar que es gracias al maestro. El maestro le dio sentido de pertenencia, valores, infraestructura, orden a la AUF, al trabajo de juveniles. Eso se cuida, se disfruta. Hoy todos los jugadores que son estrellas en los grandes clubes de Europa, que son jóvenes, pero referentes en la selección, surgieron del proceso del maestro Tabárez. Es verdad que en el fútbol el resultado es el que manda y en Uruguay, por nuestra historia pesada, nos exigimos. La gente exige ser campeón, pero el proceso del maestro fue mucho más que un campeonato. Mirás lo que generó en la gente, en los niños que preguntaban acá en Flores “Godín, ¿vos sos compañero de Forlán?, ¿fuiste compañero de Lugano, del Loco Abreu?, ¿jugaste en el Mundial de Sudáfrica?”y fue mucho más grande que un título. Lo que generó el Maestro para mí va a ser eterno. Ojalá ese camino se siga fortaleciendo y se siga mejorando.

-Has hablado de la posibilidad de ser entrenador en el día de mañana. ¿Tenés alguna idea en mente?

-No, no. No me lo planteo a corto plazo, porque no me he parado a pensar en la vorágine de lo que implica estar más tiempo aún fuera de casa, volver a viajar, hoteles. Sí es verdad que, quién sabe, a un mediano plazo, el entrenador es lo que más me motiva o me puede acercar a esa adrenalina de volver a querer competir a nivel de profesionalismo.

-En términos porcentuales, ¿cuánto dirías que puede llegar a influir lo que incide el DT en un equipo?

-Hay equipos que juegan de memoria, que cambian de entrenador y siguen jugando igual porque ya llevan años juntos y tienen jugadores de muchísimo nivel, y otros que necesitan más trabajo, que el entrenador les dé más recursos, que meta más manos en el equipo. Es un 50-50, porque vos podés ser Guardiola y venir a un equipo donde los jugadores no te siguen y seguramente la idea te quede por él. Y estamos hablando del mejor del mundo.

Diego Godín con dos pequeñas admiradoras.
Diego Godín con dos pequeñas admiradoras.
Foto: Estefanía Leal.

-¿Cómo es Diego Godín como padre? ¿En qué es bueno y qué le cuesta más?

-Estoy aprendiendo. Es casi todo una experiencia nueva para mí. Estoy día a día disfrutándolo muchísimo.

-¿Se duerme menos?

-Un poquito menos, pero se disfruta. Cuando después te mira tu hija, te sonríe, te tira los brazos, es impagable. Ya empezó a decir papá, imaginate eso... Una de las cosas por las que me convenció de venir el Chory fue cuando me dijo “bueno, vamos a jugar juntos, así hacemos la foto con mi ahijada”. Él es el padrino de Pilar, mi hija. La idea es que en el primer partido hagamos una foto familiar.

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