Enviados a New Jersey - Estados Unidos
Uno salió del Marconi FC, a pasos de un lugar en el que las balaceras y los líos barriales eran casi parte de la cotidiana. El otro despuntó en el club La Picada y al tiempo se fue a River Plate de AUFI, donde llegó a levantar una copa que era más grande que todo su cuerpo.

De contextos sociales diferentes, ubicados en una y otra punta de la cancha y opuestos en lo que refiere a la pierna buena, Maximiliano Araújo y Facundo Pellistri coinciden en algo: además de compañeros en la selección, son los típicos wings (punteros) -como el mismo Marcelo Bielsa les dice- capacitados para actuar como extremos al atacar y reconvertirse en laterales al momento de defender. No solo eso, sino que además juegan con su perfil dominante, algo que el técnico suele ponderar en sus equipos.

Hay decenas de ejemplos, como charlas y conferencias públicas, en las que el actual entrenador de la Celeste ha desnudado su debilidad por esta clase de jugadores, que, en el caso de estos dos, se dimensiona en lo visto en los últimos partidos de la selección uruguaya.

La caja de sexta de Araújo, en su momento calificado como el “tapado” de Bielsa, fue una de las claves para que Uruguay arrollara ayer a Bolivia 5-0.

Los registros dirán que fue el autor de la asistencia para el segundo gol (Darwin Núñez) y que convirtió el tercero, pero el aporte se quedará corto en comparación al cortocircuito que generó en la defensa boliviana irrumpiendo por la izquierda.

Del otro lado, pasó lo mismo con Pellistri -el “descubierto” por Diego Alonso-, que le imprimió velocidad a sus desbordes y fue el claro vencedor de los mano a mano contra sus marcadores. Hacía la clásica: la acomodaba para la derecha y buscaba su perfil para desbordar. Pero ni así lograron detenerlo.

El saldo quedó en un gol -el primero del partido- y una asistencia (Federico Valverde) para el exjugador de Peñarol, que convirtió de cabeza, algo atípico en su carrera deportiva.

Las vidas de estos dos jugadores, aunque en un inicio estaban atravesadas por realidades diferentes, hoy parecen tener otros tantos puntos de coincidencia.

En pareja, con una vida en el exterior, son temporalmente jugadores de Toluca y Granada respectivamente, pero sus nombres rebotan por el seno de importantes clubes europeos desde hace por lo menos dos períodos de pases. Están listos para dar un salto de calidad y Uruguay los disfruta.

Foto: AFP.

Cuando todavía no se había hecho un nombre en el fútbol, Wanderers le alquiló una casa a Maxi Araújo para sacarlo del contexto complejo en el que había nacido y crecido. Se lo llevaron al Cerrito de la Victoria.

Hoy, con 24 años y gozando del confort que le deja su presente en México, va por más y busca escribir su propia historia representando a la selección. Ayer, por lo pronto, fue elegido como el mejor jugador por segunda vez en la Copa América.

Pellistri, con el apoyo de su padre Marcelo (contador), su madre Lucía (pediatra) y su novia Camila, tiene también un sostén que lo ayuda a desprenderse de lo que pasa afuera de la cancha.

A diferencia de unos años para atrás, el estudio dejó de ser su prioridad y hoy tiene el foco puesto en volverse a casa con la 16 abajo del brazo. Ya empezó por buen camino: ayer anotó su primer gol oficial para la Celeste: “Nosotros vamos partido a partido, tratando de que en cada encuentro nuestra identidad se demuestre. En una Copa América, Uruguay es candidato por la historia, pero a eso se suma que nosotros llegamos en un momento muy bueno y hace más ruido en la competencia. Sabemos el potencial que tenemos”.