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El científico que deslumbra con sus avances para curar enfermedades del cerebro y alienta a Uruguay en la Copa

Mauro Costa-Mattioli nació en Tala, lidera un importante grupo de científicos en Estados Unidos y se tomó unos días para poder disfrutar de ver a la selección uruguaya en la Copa América.

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Mauro Costa-Mattioli, el investigador uruguayo que está radicado en San Francisco.
Mauro Costa-Mattioli, el investigador uruguayo que está radicado en San Francisco.
Foto: Mateo Vázquez.

Enviados a Charlotte - Estados Unidos
Está sentado como uno más en el hall del hotel de Uruguay en Las Vegas, pero no es uno más. Aunque él quiere pasar lo más desapercibido posible, e incluso le incomoda la propuesta del periodista de Ovación de hacer la nota, accede, y se abre a contar una serie de cosas que bien lo podían colocar con la fama que tienen cada uno de los futbolistas uruguayos que están unos metros más arriba, en el segundo piso, y disputan la Copa América.

El doctor Mauro Costa-Mattioli nació en Tala, tiene 48 años, hizo la licenciatura en biología en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y ha realizado un montón de estudios, entre los que se encuentran la maestría en la Universidad Pierre y Marie Curie de París, un doctorado en la Universidad de Nantes y el postdoctorado en la Universidad de McGill de Montreal, Canadá.

En 2008, Mauro se incorporó al Departamento de Neurociencia de Baylor College of Medicine en Texas, donde fue profesor, catedrático y director del Centro de la Memoria y la investigación del cerebro hasta 2022. Ahora es el investigador principal en una destacada empresa de biotecnología de Silicon Valley (California), que tiene el objetivo de revertir enfermedades mediante la restauración de la resiliencia de las células y el organismo.

En cada una de sus respuestas suele aparecer el fútbol, casi como una analogía. Habla de sus “pequeños títulos”, y de sus “múltiples derrotas”. De esos remates que pasan cerca del arco, y de los que entran de carambola.

-Me gusta el arte de ver fútbol, para mí es un teatro al aire libre. Una de las mayores expresiones culturales y de identidad nacional. Una vez al año trato de ir a ver partidos de la Champions y de la Premier, y cuando ocurre algo como lo de ahora, que está Uruguay en Estados Unidos, disfruto del espectáculo. Ver a mis hijos gritando por Uruguay y bailando al ritmo del tambor, y reencontrarme con amigos, hizo que el viaje valga la pena.

Mauro Costa-Mattioli alentando a la selección uruguaya en la Copa América junto a sus hijos, Matteo y Bautista
Mauro Costa-Mattioli alentando a la selección uruguaya en la Copa América junto a sus hijos, Matteo y Bautista

Entre sus logros, Mauro descubrió que una red de proteínas denominada “la respuesta integrada al estrés” es el principal mecanismo causante de la disfunción cognitiva en una amplia gama de trastornos de la memoria, incluyendo la pérdida de memoria asociada a la enfermedad Alzheimer y el síndrome de Down. Su trabajo ha impactado la neurobiología de la memoria y también los esfuerzos de la industria farmacéutica.

-Desde toda mi vida soy investigador. Ha sido un viaje fortuito hacia lo desconocido. Mi primer contacto con la ciencia fue en el altillo de mi casa a los seis años, donde empecé a descubrir la belleza de un mundo minúsculo a través de los lentes de un microcospio que me regaló Papá Noel.

Un tiempito después se hizo “famoso” en Tala porque era el niño al que le llevaban los animales muertos para que los embalsamara. Hablamos de vocación... En ese pueblo de Canelones no había mucho para hacer y Mauro encontró la forma de darle productividad a su tiempo haciendo lo que más le gustaba. Ahora tiene un laboratorio con 15-20 personas. Después de más de 20 años de hacer ciencia básica, está en una empresa de biotecnología que tiene el objetivo de encontrar curas para revertir enfermedades.

-Otra de las ramas de investigación es el autismo. Pero estamos utilizando un método para nada convencional, porque tratamos intervenir en el cerebro a través de los microbios que tenemos en el intestino. Lo estamos usando como un vehículo para poder cambiar el comportamiento social que es deficiente en estos niños, y hemos tenido datos muy alentadores.

EL LÍDER

“Mis victorias son pequeñas, no pasan por hacer un gol de chilena. Son las de mi grupo, porque vos sos el director de orquesta. A veces no depende de vos, pero sí del flaco que toca la trompeta”.

Mauro y su grupo descubrieron que microbios en el intestino pueden modular la función cerebral de una manera muy poderosa. Tras un extenso trabajo en diferentes modelos animales de autismo, sorprendentemente un ensayo clínico muy reciente, llevado a cabo por el uruguayo y sus colaboradores, reveló que el tratamiento con una sola bacteria es capaz de aliviar los déficit sociales en niños con autismo.

-Hay tres síntomas que caracterizan a los niños con autismo: comportamiento repetitivo, problemas de lenguaje y problemas sociales. Hoy en día no tenemos nada que pueda ayudarlos en ninguno de los aspectos. Tratamos un síntoma a la vez. Nuestra investigación hace énfasis en revertir los problemas sociales. En el final quisiéramos llegar a la cura, pero cuando uno no tiene nada, cualquier tipo de mejoras puede cambiar la calidad de vida no solo en los niños, también en los papás.

-¿En qué etapa de la investigación están ahora?

-Yo soy un biólogo molecular y no trabajo con niños autistas, trabajo con modelos de animales y trato de ver cuáles son las cosas que no funcionan en esos modelos de autismo que mimetizan en parte a lo que pasa con los niños. Todos los experimentos que hacemos son con modelos animales porque uno lamentablemente no puede experimentar con niños. Lo que hemos encontrado en animales, este año, que también ocurre en un ensayo con niños, es que funciona; en otras palabras: esa bacteria, que nosotros usamos que revierte el comportamiento social en ratones, es capaz de mejorar el comportamiento social en niños. Ocho años han pasado desde el descubrimiento, no es nada para el campo, pero ha sido un avance inusual.

La entrevista se detiene por unos instantes. Mauro se pone a mirar hacia arriba. Es que es la previa del partido Uruguay vs. Brasil, los futbolistas pasan por el segundo piso, los hinchas se percatan y empiezan a gritar con algarabía.

-Mi descubrimiento originario está relacionado a la memoria, y hemos encontrado algo que funciona como un interruptor, que si uno lo prende, genera que animales puedan aprender sin repetición. Y si lo apagamos no podemos formar memoria a largo plazo. Es un estudio que tuvo mucha repercusión. Lo que ahora sabemos que en una cantidad de enfermedades de pérdida de memoria como el Alzaimher, el síndrome de Down, enfermedades neurodegenerativas, lo que tienen en común es que ese interruptor está apagado. Hay empresas farmacéuticas que se han basado en nuestro descubrimiento para buscar medicamentos para prender ese interruptor.

En cada una de sus respuestas, Costa-Mattioli gesticula demasiado y quiere decir mucha cosa. Le apasiona el tema, adora poder contarlo. Por eso explica que se pasa gran parte de sus días trabajando y que para él es imposible apagar el interruptor de la investigación, como para el centrodelantero es inevitable callar ese afán por convertir goles.

-¿Cómo llega un uruguayo a ser líder de un departamento de investigación tan prestigioso de Estados Unidos?

-Es un poco como el fútbol, si bien en el fútbol uno nace ya con las cualidades mayormente. En la ciencia no es como un artista que uno dibuja en una pared lo que quiere hacer. ¡No! En la biología todos los experimentos ya están hechos, lo que nosotros tenemos que hacer es tratar de escarbar y encontrar la verdad de esos experimentos. Ha habido mucho aprendizaje, cuando uno ve que puede crear, que puede dirigir un equipo y entiende cómo funciona, recién te das cuenta que lo podés hacer. Esto lo hago no como un trabajo, es una pasión, ya que cada día que voy al laboratorio me siento como un niño en tiendas de dulces. Hay todavía tantas preguntas por responder, tantas puertas para abrir y, quizás aún, espero, lo mejor está por venir. Pero no es fácil porque la mayoría de los días son de fracasos. No sé si hay una receta, pero la perseverancia y la formación seguro están. Tuve la suerte de formarme en los mejores laboratorios. Ahí no estás en la Tercera División, estás viendo cómo los flacos de la Juventus, del Real Madrid, la mueven, a la velocidad que lo hacen y el tiempo que le dedican al trabajo.

-¿Cuál es el principal título para un investigador?

-Tratar de responder esas preguntas que nadie ha podido responder. La implicancia de los descubrimientos que nosotros hacemos pueden tocar a una persona, y cuando eso ocurre la satisfacción para mí es enorme. Pero uno no lo hace pensando en eso, lo hace porque tiene un problema y hay que resolverlo.

Perfil bajo, humilde y un tremendo representante para Uruguay, así como lo son Suárez, Valverde o Darwin.

-No puedo estar contento aún porque no he llegado al final, el trabajo no está realizado. Estamos cerca, hay un potencial enorme, pero falta. A diferencia del fútbol, uno tiene un mal partido y se puede reivindicar al otro domingo, de lo que yo te estoy hablando lleva ocho o 10 años de trabajo o quizás una vida entera. Pero como con la Celeste, hay que mantener viva la ilusión.

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