Enviado / La Plata
Alan Matturro ganó un saque de arco a favor de Uruguay y se cayó. Facundo González lo levantó, lo abrazó y le palmeó en la espalda, pero en esas palmas estaban los más de 20.000 uruguayos que estaban en La Plata, los que lo están siguiendo desde cada rincón del Uruguay y los que fuera del paisito alientan a la Celeste.

Y es que la unión que este equipo muestra dentro de la cancha, y que se refleja en cada uno de los partidos, se transmite a los hinchas que se enloquecen por una entrada para la final, porque no hay que perder de vista que estamos hablando de una final del mundo.

Una nueva final del mundo que tendrá a Uruguay como uno de los participantes y a la que accedió gracias al triunfo por 1-0 ante Israel en la pasada jornada.

Foto: Darwin Borrelli.

El equipo israelí no iba a ser fácil de superar, venía de lograr triunfos agónicos y una victoria muy resonante que lo transformó en verdugo de Brasil.

Pero la premisa celeste volvió a decir presente: “paso a paso”. Así pasaron Gambia, Estados Unidos y ahora Israel.

Paso a paso con fútbol, con corazón y con más de tres millones que treparon a toda velocidad por la banda izquierda con Matturro, que fue la gran figura del partido, y que remataron junto al hombre del Genoa. No pudieron hacer el gol por una gran atajada del arquero, pero se tiraron todos al mismo tiempo con Anderson Duarte que la punteó para el único gol del partido.

Foto: Darwin Borrelli.

Una vez más, Uruguay logró algo que no siempre pudimos tener a nivel de fútbol uruguayo: sostener un triunfo con la pelota a nuestro favor.

Así como le arrebató el esférico a Estados Unidos luego del 1-0, la Celeste no le dio espacios a Israel luego de ponerse en ventaja y de hecho hasta pudo estirar la ventaja pero, también, cuando le tocó sufrir lo hizo y mucho.

Fue una jugada aislada, pero en la que Uruguay quedó mal parado. Omer Senior apareció muy solo y tras escaparse de González quedó mano a mano con Randall Rodríguez que lo aguantó de manera perfecta y le quitó la pelota de los pies cuando intentaba regatearlo.

Los minutos pasaban y la adrenalina era cada vez mayor. En el banco de suplentes estaban todos parados, Ignacio Alonso y Marcelo García ya aguardaban en zona de vestuarios para saltar a la cancha y cuando el árbitro indicó el final, la explosión: en las tribunas y en el campo de juego.

Abrazos que iban, otros que venían. Sonrisas y hasta algún llanto de emoción. El “¡Soy Celeste!” que pasó de los hinchas a los jugadores, que lo cantaron en el círculo central y cómo no hacerlo: Uruguay está en la final del mundo.