Pleno partido contra Boston River en Belvedere. Jorge Bava se da vuelta hacia la tribuna y busca con intensidad a una persona. No la encuentra. Baja la mirada. Dos minutos después, no se da por vencido y el DT de Liverpool vuelve a acercarse al alambrado, esta vez con otra suerte. Una persona baja corriendo las escaleras y llega a entablar un diálogo. No era un hincha. Era Alejandro Iglesias (40), que empezó como videoanalista en el cuerpo técnico pero que su función mutó y ahora tiene un rol que involucra también la parte de scouting. Ese scouting que fue clave en esta temporada para el éxito negriazul, que por primera vez fue campeón del Uruguayo.
-Sabemos que es antiestético, que le quita jerarquía al trabajo, pero es efectivo. Yo me desplazo y les digo las cosas. En otros campos, donde el desplazamiento es pérdida de tiempo, sí recurrimos al handy, me comunico con Mauricio (Victorino) y él se lo traslada a Jorge.
Ovación hace tiempo que quería hacer esta entrevista, por la curiosidad de saber quién era esa persona tan importante, a la que Bava hacía referencia una y otra vez en cada una de sus apariciones públicas. Finalmente se dio unos días después de quedar en la historia.
-Mi rol empezó a extenderse y a generar lazos con otros roles, y que son específicos. Yo hacía el trabajo de análisis de rivales, de nuestro propio equipo y al mismo tiempo empecé a hacer el trabajo de scout. Al abarcar más tareas, de a poco empezó a ser más importante mi trabajo. Pude cumplir las expectativas y salieron bien las tareas. Creo que para Jorge empecé a ser importante porque ocupé más de un lugar y pasé a ser polifuncional, partiendo de la base que yo soy un entrenador que se capacitó como analista, y también como scouter.
Iglesias estudió, además, un tiempo de derecho y le faltan unas pocas materias para terminar la carrera de docente de historia, aunque el trabajo de aula no le terminó de llenar nunca.
Empezó en el fútbol hace 10 años, siendo DT de formativas en equipos como Canadian, Central y Wanderers e incluso llegó a trabajar en Primera en Boston River, con Gastón Machado (2019).
-Liverpool le provee de un analista a Jorge cuando empezó en 2021, pero el formato de trabajo no le convencía. Creo que uno de los primeros grandes aciertos de Jorge fue cuando suma a Marcelo Mayor como videoanalista en 2022, pero en abril se va a la selección y ahí es cuando Jorge me llama.
El profesional negriazul explica qué es lo que hace durante los partidos: “Nosotros durante la semana generamos un plan de partido, que es el imaginario desde donde vamos a sacar ventaja y, al mismo tiempo, donde vamos a tratar de encontrar soluciones a lo que nos pueda generar el rival. En el juego, lo que evalúo es si lo que nosotros imaginamos está pasando y, si está pasando, si lo estamos pudiendo cumplir o nos está dando la ventaja que pensamos. Evalúo qué ventajas a nivel de espacio estamos consiguiendo relacionadas a las que pensamos que íbamos a conseguir. Por ejemplo, nosotros creemos que podemos ganar constantemente el ‘cajón’ (el espacio al costado del área grande en zona final rival). Creemos que podemos ganar esa zona y hacer centros cinco o seis veces por tiempo. Yo me pregunto: ¿Lo estamos consiguiendo? ¿Se están dando las situaciones que teníamos pensado? Si la respuesta es ‘no’, intentamos generar acciones que lo provoquen, dentro de lo que hayamos entrenado. De lo que ya conocemos, ¿qué podemos modificar para que se realice el plan de partido?”.
Iglesias señala que es ahí cuando se puede dar un cambio táctico o una variante posicional de un jugador sin modificar el sistema porque un futbolista puede dar lo que está faltando en un determinado lugar.
“En el primer partido sí nos sorprendió la línea de tres. Nos sorprendió hasta las seis horas previas al partido, porque ahí ya se filtró el equipo. En el día previo y las horas previas es muy difícil ajustar el plan de juego. Dos días antes, cuando sí podés tener incidencia en el plan de partido, nosotros no teníamos esa información”, dice Iglesias sobre la previa a la semifinal, donde termina ganando Peñarol 1-0.
“Nosotros, si no trabajamos algo, es difícil que lo llevemos a la práctica. Tratamos que lo que hacemos haya estado en el trabajo semanal. Por eso nos sorprendió en parte lo que pasó”, puntualiza con énfasis.
Iglesias también hace referencia a lo que sucedió en la segunda final (1-0), cuando Liverpool decidió poner a Bentancourt y Vecino juntos.
-A ellos los sorprendió que hayamos salido a jugar con el doble 9, con una línea de tres para contener a los dos puntas, con un carrilero que era un falso carrilero como Luciano. Ya sabíamos que iban a jugar con línea de tres. Nos pusimos en los zapatos de ellos: si soy de Peñarol y evalúo la semifinal y los primeros 60’ de la final de Belvedere hasta las expulsiones, digo que las cosas funcionaron bien y que tuvimos tres chances de gol muy claras. Entonces, en el último partido voy a jugar igual, si cuando estuvimos 11 contra 11 las cosas resultaron. Nunca hay certezas, pero eso fue lo que pensamos.
Iglesias fue clave en los últimos períodos de pases y fue responsable de la llegada de varios de los futbolistas que terminaron brillando.
-A Antoni le prestamos atención en juveniles y cumplía con las características que buscábamos: un central zurdo con buena conducción, con un buen primer pase, pase diagonal al cajón y bueno en los duelos. Mateo es destacado en eso y a pesar de que era de Cuarta División, era de Nacional, y eso tiene un peso extra, así como que es diferente dar los primeros pasos en Liverpool que en Nacional. Buscamos suplantar el rol que había tenido Joaquín Sosa antes. En el caso de Izquierdo y Bentancourt venían de procesos no positivos, pero eran jugadores acorde a lo que necesitábamos. Teníamos el contexto adecuado para lo que ellos precisaban: con Izquierdo precisábamos juego aéreo, pero sobre todo seguridad con campo abierto, porque somos un equipo que propone y muchas veces quedan 40 metros para recorrer, por eso buscamos un jugador rápido, ganador de duelos y con atención a la vigilancia ofensiva. Juan cumplía con eso a la perfección.
Por último, Iglesias dijo que querían un volante uruguayo que estaba en Argentina pero que era inviable, por lo que empezó a buscar entre los ocho últimos equipos de la Primera de Argentina. Fue ahí que se topó con dos nombres: el de Meli y el de Pancho Cerro; finalmente se decantaron por el primero y no fallaron, pues fue de lo más destacado. “Necesitábamos un 8 o 10 con características mixtas, con dinámica y que entiendan el juego”.
Son horas de definición, pues Iglesias podría irse con Bava al destino que decida el DT si es que finalmente se va de Liverpool. Si eso sucede, Iglesias sabe que dejó una marca en el alambrado de Belvedere y en la historia del club de La Cuchilla.
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