La tarde - noche del Gran Parque Central fue muy emotiva. El destino quiso que cuando se reanudó el fútbol uruguayo, el fixture determinó que se tenían que ver las caras Nacional y Liverpool, los últimos dos equipos en los que jugó Juan Manuel Izquierdo y en los que supo ser campeón del Uruguayo. Una interminable salida a la cancha de los dos planteles generó uno de los momentos de mayor emoción en el estadio. Todos, incluyendo al nigeriano Christian Ebere con muletas, se pusieron en fila y miraron al cielo, recordando a quien fuera su compañero hasta hace poco tiempo.
Mauricio Pereyra no pudo contener las lágrimas, como no lo había podido hacer en el Morumbí, cuando se dio cuenta de la gravedad de la situación de Juan. El silencio se apoderó del GPC y solo se podía escuchar el choque de palmas de los jugadores cuando rompieron filas. Todo pronto para jugar, lágrimas de Leandro Lozano. Saludo de Emiliano Velázquez y a jugar bajo unas circunstancias atípicas y una hinchada que respondió con creces. No hubo insultos ante un mal pase, no hubo una puteada ante una falta de atención o frente a un duelo perdido. Sí, los fanáticos jugaron su papel también. Cómo no hacerlo, cómo no tener empatía frente a todo lo que sucedió. Todavía está fresco todo, y en el vestuario falta un guerrero, así como a Izquierdo le gustaba referirse a un compañero o a un amigo.
Antes, la familia de Juan -Sandra y Nelson, sus padres, la hermana Sofía, el pequeño bebé de ella y Selena, su pareja- miraban en lo alto de la Scarone la pantalla gigante en la que Nacional había preparado un video. Con el abrazo de Fernando Brusco -ese dirigente que aguantó estoico en São Paulo acompañando a los seres queridos del futbolista junto con el presidente Alejandro Balbi, Sebastián Eguren y el psicólogo Damián Benchoam-, y la presencia en la cancha de gran parte de la directiva de ambas instituciones, los familiares recibieron el apoyo de todo el mundo fútbol en momentos que sin dudas son los más difíciles de sus vidas.
Entre una bandera de Los Pibes del Cerro y otra de Villa Camila, se veía claramente una camiseta con el “3” en referencia a Juan y una inscripción que decía “el alma es eterna”, en la Abdón Porte. Y así es cómo, a partir de ahora, todos recordarán a Juan tras su fallecimiento.
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