Suena (en inglés) This Girl de Kungs & Cookin' On 3 Burners en una carpa improvisada a un costado de la Tribuna América del Estadio Centenario. Hay sillas vacías, funcionarios de seguridad que discuten con fotógrafos y periodistas que sonríen. Adelante un escenario montado -y ya preparado- para escuchar y ver a Luis Suárez.

—¿Está mal si le agradezco en vez de preguntarle? —le dice un periodista a otro.

—Tenés que preguntarle, ¿qué estás diciendo?

—Pero marcó a toda mi generación… Vos, por ser más grande, capaz que no lo entendés.

—¡Dale, en serio! ¡Dejate de hinchar!—lo corta y le insiste haciéndole hincapié en que respetara las “bases” de la profesión.

A todo esto, Luis Suárez recién se preparaba. Nadie lo veía, pero los acreditados iban avanzando como ganado, como si estuvieran jugando al "Juego de la silla". “Por favor váyanse sentando los que no lo están, así no agrandamos más la espera y comenzamos en unos minutos”, pedía Mathías Roselló, integrante del área de comunicación y prensa de la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Foto: Diego Domínguez.

La sala quedó en silencio a las 20:03, cuando el funcionario volvió a tomar la palabra. “Ahora sí, Luis Suárez tiene algo que decirles”, se escuchó antes de su ingreso triunfal.

“Sepan entender que el día viernes… (suspira) Me cuesta hasta decirlo...", suspiró profundo y logró decirlo: "Será mi último partido con la selección de mi país”. Era la noticia que nadie esperaba (o quería) escuchar.

Dos suspiros y varias lágrimas después, siguió con lo suyo, pero sin parar de emocionarse: “Me voy con la tranquilidad de que hasta el último partido di el máximo y no de que se fue apagando esa llama”.

Hubo espacio para la pregunta humorística de Rafael Cotelo, que, de forma irónica, le pidió el número de teléfono de Miguel Merentiel, uno de los delanteros convocados por Marcelo Bielsa. Fue uno los tramos en los que Suárez sonrió, al igual que cuando Mateo Franco, un periodista de Radio Internacional de Rivera, se emocionó inmediatamente después de preguntarle y verlo por primera vez en persona.

La emoción quedó graficada en el aliento de los niños, que varias veces con sus cánticos irrumpieron en la conferencia de prensa y al final se colgaron de la reja de la entrada principal para cantarle a su ídolo.

Un “olé olé olé, Lucho, Lucho” despidió al referente de más de una generación. La puerta del Centenario quedó vestida con camisetas de Nacional y Peñarol y su nombre se hizo aún más grande.