Jugar a que los centrodelanteros tiren pelotas al área no parece haberle dado resultado a Nacional, que anoche tuvo por un momento a Christian Ebere ocupando la banda derecha y luego a Rubén Bentancourt en la misma ubicación, sin poder desbordar. Tampoco la superpoblación de estos hombres, que normalmente pelean por un único lugar y en el caso de ayer hubo tres en simultáneo: el propio Bentancourt, Gonzalo Carneiro y Federico Santander.
Por algo le costó tanto encontrar espacios por afuera, después de la primavera que fueron los primeros 20 minutos de partido. Por algo el asistente Nelson Abeijón le pidió a gritos a los camilleros que se apuraran en su ingreso cuando había un jugador tendido y Leandro Lozano acompañó con un "vamos, vamos", amagando a colaborar en la causa. Por algo demoró tanto en caer el segundo gol tricolor, que hizo rugir al Parque Central casi en el último suspiro. Y por algo, también, el equipo se llevó sufriendo una serie contra Always Ready, que, en los papeles, parecía, iba a sacar caminando.
Pero también, es cierto, ese exceso de goleadores fue lo que le dio garantías al Chino Álvaro Recoba, como entrenador, cuando supo que la serie se definiría por penales y le llegó la hora de nombrar a los pateadores.
La carpeta de Federico Santander, un capitán sin brazalete por su experiencia en el fútbol, fue motivo suficiente para que tuviera el número uno. Una caminata lenta hacia la pelota introdujo su careo con el punto penal, que dejó un remate para encuadrar, digno de una obra geométrica: rastrero, cruzado y bien pegado al palo. Antes de volver a su lugar, el paraguayo amagó con tocarle la mano al arquero Alain Baroja y al no encontrar complicidad se quedó con el saludo en el aire. Una perla en medio de un momento de tensión.
Los futbolistas bolivianos, como en una especie de culto, le suplicaban al cielo arrodillados en el piso en cada una de las ejecuciones. Mientras tanto, un puñado de hinchas intentaba separar un altercado que se generó en la tribuna Abdón Porte y no pasó a mayores.
Diego Zabala tomó la responsabilidad en el siguiente y acertó en la definición. Luego, en lugar de mirar el tercer penal de Always Ready, se quedó de espaldas apoyado a Lucas Sanabria y al notar que Luis Mejía lo había atajado, se le prendió cual niño chico tironeándole la cara. El nerviosismo afloró durante gran parte de la noche al punto de que Mateo Antoni festejó de apuro un gol contrario.
Carneiro pateó y convirtió, Antoni también y Bentancourt fue el quinto enviado para cerrar una misión que el presidente Alejandro Balbi resumió de la mejor manera: “No grité porque estaba paralizado. Terminé con los testículos en la garganta”.
Final en el Gran Parque Central: 2-1 en los 90’ y 5-4 por penales. Nacional no jugó nada bien, pero así y todo sacó adelante la llave con un cabezazo agónico de Antoni y el empuje permanente de su gente. Evitó un fracaso y esta fue la reacción de los jugadores al último penal. pic.twitter.com/nTEE0N2z9y
— Diego Domínguez 🌐 (@Digadoma) March 15, 2024
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