Napoli, el club del sur pobre pero orgulloso, el equipo que hizo grande Diego Armando Maradona hace casi cuatro décadas, vuelve al primer plano del fútbol italiano.
Esta temporada llegó lejos en la Champions (por primera vez accedió a los cuartos de final de la competencia y quedó eliminado a manos de Milan en una serie extremadamente pareja) y tiene el scudetto al alcance de la mano, para felicidad de sus hinchas, que son millones en la ciudad a la sombra del Vesubio y en la emigración napolitana por todo el mundo. Detrás hay una historia que vale la pena conocer y contarla.
El club fue fundado en 1926 a partir de vertientes italianas y británicas que tenían sus equipos en la zona. Pronto se convirtió en animador del campeonato italiano, aunque sin dar el paso final hacia la definitiva grandeza.
Y eso que contaba con una hinchada grande y fervorosa desde el principio de sus días (una encuesta de 2016 lo colocó cuarto entre los aficionados italianos, solamente por detrás de Juventus, Inter y Milan), así como dirigentes de una poderosa billetera.
Durante décadas, el dueño del club fue el armador naviero y político Achille Lauro, a quien reemplazó en 1969 Corrado Ferlaino, un reconocido empresario del sector inmobiliario de Italia y muy famoso en todo Europa. Hoy está al frente el productor cinematográfico Aurelio Di Laurentiis, una persona que ha dado que hablar en todos estos años.
Billetera
En 1952 Napoli rompió el mercado de pases local contratando al sueco Hasse Jeppson del Atalanta por 105 millones de liras, récord entonces. En la década de 1960 Napoli trajo al ídolo argentino de Juventus, Enrique Omar Sívori, así como al brasileño José Altafini, del Milan. Y en 1975 batió el récord mundial en transferencias pagando 2.000 millones de liras al Bologna por su delantero Beppe Savoldi, un desconocido fuera de Italia. Pero el scudetto seguía siendo cuestión de los clubes del norte, es decir, Juventus, Inter y Milan.
Fecha clave.
A comienzos de la década de 1980 el Napoli comenzó a entreverarse finalmente en la lucha por el título, pero le faltaba la carta ganadora. Y la encontró en el verano europeo de 1984.
El club iba a jugar un amistoso contra Barcelona, todavía con Maradona en sus filas. Pero los catalanes informaron que el argentino no podía jugar porque estaba “lesionado”. Ferlaino y su director deportivo, Antonio Juliano, sospecharon que atrás de esa excusa existía un problema entre el jugador y el club, por lo cual empezaron a hacer averiguaciones. Y acertaron.
Para su suerte, Maradona quería cambiar de aires y aceptaba mudarse a Nápoles. Sin embargo, las negociaciones no fueron fáciles y duraron 50 días.
Al final, Napoli pagó siete millones de dólares por el 10 argentino, uno de los mejores jugadores de la historia. No dejaba de ser una apuesta para las dos partes: Maradona venía de lesiones y conflictos en España, además de un mediocre Mundial 1982, y el Napoli no era un conjunto de primerísima línea.
El 5 de julio de 1984 Maradona fue presentado ante un estadio San Paolo repleto y eufórico: fue el comienzo de un romance recíproco que todavía dura por parte de los tifosi napolitanos.
Nápoles es una ciudad apasionada, frenética, colorida, como lo era el crack argentino.
Diego Armando Maradona pagó ese amor con títulos: dos ligas (1987 y 1990), dos copas italianas, una Supercopa y una Copa de la UEFA, recordada en que año 1989.
Todo ello casi exclusivamente de su mano, porque no abundaban los cracks en el plantel. El 10 de mayo, fecha de la conquista del primer campeonato en 1987, es casi feriado por allá, en recuerdo de una fiesta que duró varios días.
La huella de Maradona en Nápoles sigue presente en la ciudad, con su imagen adornando paredes, sus muñequitos a la venta en puestos callejeros y su nombre en el viejo Estadio San Paolo. También porque, hasta ahora, Napoli no había podido volver a ganar el campeonato de liga.
La relación se cortó abruptamente, cuando en 1991 un control antidopaje reveló que Maradona había consumido cocaína. En medio de un gran escándalo, el crack argentino salió a las apuradas de Italia y ya no volvería a ponerse la camiseta celeste. Todos los napolitanos lloraron ese día.
Caída y recuperación.
Si espectacular fue el momento de gloria, la caída posterior fue dramática. Sin Diego empezó el tobogán deportivo y económico del Napoli.
En 1998 bajó a la Serie B, donde estuvo dos años. Volvió en 2000 y descendió nuevamente en 2001. En 2003 estuvo a punto de precipitarse a la Serie C. Y un año más tarde la societá, como llaman en Italia a los clubes que son en realidad empresas, quebró por sus deudas.
Aurelio De Laurentiis puso ni más ni menos que 40 millones de euros para rescatar la societá, que se refundó con otro nombre, aunque no escapó al duro trance de retomar la actividad desde la Tercera División.
Por fin en 2007 Napoli recuperó su lugar en la Serie A y comenzó un lento y paulatino ascenso deportivo. Para ello hicieron su aporte los uruguayos Miguel Britos, Walter Gargano, Marcelo Zalayeta y después Edinson Cavani, entre otros uruguayos (antes habían jugado allí Daniel Fonseca en los años 90 y Ulises Uslenghi en los 30).
Hoy es el lateral celeste Mathías Olivera uno de los grandes protagonistas de este gran momento del Napoli, que anuncia nuevas fiestas desatada a la sombra del Vesubio a la espera de conseguir el ansiado título de campeón.
Es que el equipo se encuentra líder, con 75 puntos, 14 más que el escolta, que es Lazio, cuando faltan ocho fechas para terminar la temporada en el Calcio. Napoli se tendrá que levantar del duro revés de la eliminación de la Champions League, cuando hoy visite a la Juventus desde la hora 15:45.