HACIENDO HISTORIA
La breve historia del estadio de la Comisión de Educación Física, construido para el Sudamericano de 1917 y que asombró a los montevideanos.
Ahora que la Copa América viaja a los fastuosos estadios brasileños, ya asentado como un torneo de atracción global, vale la pena retroceder 101 años, hasta la primera edición que tuvo en juego el trofeo y recordar su sede: el estadio de la Comisión Nacional de Educación Física en el Parque Pereira. Fue construido especialmente para la competencia, provocó el asombro de sus contemporáneos, ofició como escenario neutral para el clásico uruguayo y duró apenas tres años.
Aquella especie de Estadio Centenario de madera se construyó en 1917 y se desarmó en 1920 para instalar allí la Pista de Atletismo. El partido decisivo del Sudamericano del 17, ante Argentina, convocó a 40.000 espectadores según la prensa de la época: la mayor multitud en una cancha uruguaya hasta el Mundial de 1930.
Bajo el nombre de Parque José Batlle y Ordóñez, este pulmón verde se encuentra en el centro geográfico de Montevideo. Hace un siglo representaba un vasto descampado, destinado a convertirse en el “gran parque central” de la capital, de acuerdo con la intención del dueño de las tierras, Antonio Pereira (cronista y autor teatral, hijo de Gabriel Antonio Pereira, presidente de la República entre 1856 y 1860) al legarlas a la ciudad.
El arquitecto paisajista francés Edouard André realizó un plan en ese sentido en 1889 y su compatriota Carlos Thays fue contratado en 1911 para ejecutar el proyecto.
Ambos propusieron instalar un centro deportivo en el lugar, además de árboles, césped, monumentos y diversas atracciones, incluso un zoológico. Pero las obras demoraron años en ser ejecutadas. Primero se trazaron las calles que lo cruzan y comenzaron a plantarse árboles. Las altas palmeras que existen detrás de la Pista, por ejemplo, apenas sobresalían del suelo en aquel 1917 según puede observarse en las imágenes históricas del Centro de Fotografía de Montevideo. Los monumentos y la fuente son bastante posteriores.
En algún momento, el nombre Gran Parque Central pasó a identificar el predio donde desde 1900 está la cancha de Nacional, pues era prácticamente un mismo paraje al este de la ciudad. La zona del plan de André y Thays era conocida en 1917 como Parque Pereira. También se lo llamaba “Campo Chivero” debido a la existencia de varias chacras con animales. Un año más tarde se lo denominó oficialmente Parque de los Aliados, por las potencias ganadoras de la Primera Guerra Mundial. Y en 1930 pasó a ser Parque Batlle, en homenaje al exdoble presidente de la República, fallecido un año antes. Hoy, no pocos siguen diciéndole Parque de los Aliados, y por extensión a todo el barrio.
Cuando Uruguay recibió la responsabilidad de organizar la Copa América, la Comisión de Educación Física -creada por ley de 1911- asumió la tarea de construir el estadio, con una inversión de 50.000 pesos, obtenidos con un crédito garantizado por el Estado.
El escenario consistía en una enorme tribuna oficial techada, ubicada exactamente donde ahora están las gradas de la Pista, con capacidad para 9.074 personas, distribuidos en plateas con sillas, un “anfiteatro” con bancos largos, 48 palcos con ocho asientos cada uno, más cuatro palcos para invitados, con 60 lugares cada uno. El resto del público se ubicaba en tres taludes con desnivel hacia el campo de juego. Había un palco especial para la prensa, baños bajo la gran tribuna y un detalle nuevo para las canchas montevideanas: un túnel entre los vestuarios y el campo de juego.
Como comparación, la tribuna Olímpica del Centenario puede albergar unos 18.000 espectadores. Si el Centenario es el “coloso de cemento”, como le gustaba decir a los viejos relatores, el Parque Pereira era el coloso de madera. El diario La Tribuna Popular comentó antes de su inauguración: “Visitamos ayer el gran field oficial y debemos expresar que quedamos maravillados (...) Mirando el palco ocurre de inmediato la reflexión de que nunca se llenará. Tal es su amplitud. ¡Ciento treinta metros!”.
Sin embargo, el estadio se llenó. Los primeros partidos del Sudamericano llevaron alrededor de 30.000 personas cuando jugaba Uruguay (4-0 a Chile el 20 de septiembre y 4-0 a Brasil el 7 de octubre) y 20.000 si se enfrentaban dos seleccionados visitantes. Hasta que en el encuentro decisivo con los argentinos asistieron esos asombrosos 40.000 espectadores. Por supuesto, los celestes ganaron aquel 14 de octubre de 1917 (con un gol de Héctor Scarone) y fueron campeones, iniciando una costumbre que atravesó todo el siglo XX cuando la Copa América se disputó en casa.
Luego, el Parque Pereira albergó otros siete partidos de la Selección uruguaya y se jugaron 13 clásicos en el breve período de noviembre de 1917 a mayo de 1920. También fue sede del Sudamericano de atletismo de 1919, con los deportistas corriendo sobre el césped.
En 1922, Educación Física decidió desmontar la gran tribuna de madera para instalar una pista con medidas oficiales. El arquitecto de Paseos Públicos Municipales Juan Antonio Scasso fue designado para construirla y el nuevo escenario deportivo comenzó a usarse en mayo de 1922. Siete años después, Scasso recibiría un cometido mayor: diseñar, a poca distancia, el estadio para el Mundial de 1930.