Dicen que la alegría va por barrios y a La Blanqueada llegó, en la noche del pasado martes, haciendo escala en Paraguay. A Federico Santander (paraguayo, de 33 años) automáticamente se le dibujó una sonrisa en el rostro después de convertir en la goleada 4-0 de Nacional frente a Plaza Colonia y al rato sumar otro gol más. Todo esto mientras era abrazado por sus compañeros.
Pero luego -averiguaciones mediante- resultó ser que su expresión de felicidad no estaba únicamente atada a los festejos, sino al hecho de que cinco meses y 19 días después, por fin, había vuelto a jugar 90 minutos oficiales en un partido.
Trastocado por dos desgarros durante el año y un inconveniente familiar de su hijo, por un momento llegó a repensar qué sería de su futuro y puso el contrato a disposición de los dirigentes, que lo respaldaron.
Se basaron en que había llegado a Uruguay con credencial europeas, siendo el segundo máximo goleador de la Copa Sudamericana 2023, y, a juzgar por su promedio de goles en Nacional, hoy se puede concluir que ha cumplido con creces las expectativas que depositó el área deportiva cuando lo priorizó por sobre otras opciones que le ofrecieron a principio de año.
A pesar de ser suplente en la mayoría de los compromisos (19 de 27), su respaldo numérico le ha dado -a Álvaro Recoba primero y a Martín Lasarte después- la garantía de un gol cada 103 minutos jugados, algo que además se revaloriza siendo que en la mayoría de las veces participó ingresando desde el banco.
Curiosamente, en los cuartos de final de la Copa AUF Uruguay contra Plaza Colonia, fue la primera vez que Santander pudo anotar después de haber saltado a la cancha con el equipo titular. El resto de sus buenos resultados habían sido como consecuencia de empezar con el chaleco de suplentes.
Aunque hay otros importantes, el ejemplo más cercano se vio en el clásico de las bombas de estruendo, que Nacional le ganó 2-1 a Peñarol en el Gran Parque Central, donde 10 minutos le bastaron para pasar de simple alternativa a héroe.
Desde la goleada de Fénix (4-1) a domicilio, que abrió la puerta a la posterior salida de Recoba, no se lo veía jugar un partido completo. Tal vez por eso fue que el delantero volcó la satisfacción para ese lado, según pudo saber Ovación.
Las decisiones clave para fin de año
El tramo final del año implica un desafío aparte para el paraguayo, que a pesar de vivir con un amigo en Uruguay, sigue con la familia radicada en su país.
Le ha tomado cariño a sus compañeros y su principal socio afuera de la cancha es Gabriel Báez. Tiene un perfil serio ante la prensa y otro bastante más descontracturado al relacionarse con el grupo. De todas formas, algunos más jóvenes, como su compatriota Antonio Galeano, le guardan respeto y reconocen que prefieren no hacerle tantas bromas.
Santander, que en Asunción fue el anfitrión del grupo junto a Marconi (su amigo de confianza), tiene claro que “no siempre es Navidad” y que los goleadores como él tienen rachas. Hay veces que se enamoran y todo lo que tocan lo convierten en gol y otras en las que el arco se les cierra.
Ahora está dulce y lo quiere aprovechar. Pero a fin de año, le consta, tendrá que barajar y dar de nuevo para saber qué será de su futuro futbolístico. En Paraguay esperan su mujer y sus dos hijos y en Nacional aún no cierran la puerta y dejan un manto de duda a una renovación que podría estar sujeta a las próximas elecciones.
Su contrato vencerá en diciembre y llegará el momento de entablar conversaciones. Aunque todo puede pasar, también es cierto que el club pretende bajar el presupuesto para el año que viene. Se decidirá después del acto eleccionario.
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