Los años viviendo en Estados Unidos le dieron vuelta la cabeza por completo a Marcelo Villar, hasta entonces un simple joven entusiasta y aficionado del deporte. Vio pasar por delante de sus ojos una explosión masiva de lo que los norteamericanos llaman soccer, en un formato identificado (en inglés) como minor leagues (ligas menores, que cuentan con la autorización de cada ciudad) que rápidamente se volvió popular, a pesar de que el fútbol nunca fue la actividad predilecta por esas latitudes.
Regresó a Uruguay en 2008 e importó las ideas que había mamado trabajando en organizaciones del fútbol amateur estadounidense. Así surgió la Liga Fernandina de fútbol amateur, también conocida como Liffa.
El paso de los años le fue dando vida a este proyecto, que empezó con un primer torneo de ocho equipos, al semestre siguiente se duplicó y recién a fines de 2009 tomó forma de predio, con una base de jugadores ya asentada. Se olvidaron del “problema de tener que alquilar siete u ocho canchas en simultáneo” para organizar los partidos.
“Arrendamos un campo en Camino de Los Ceibos sabiendo que, si queríamos que la liga creciera, necesitábamos tener nuestro propio lugar. Inauguramos y la liga pasó a tener tres divisiones. Al fútbol 11 le agregamos fútbol 7 y hasta llegar a tres categorías con ocho divisiones de fútbol abierto +30 y +38 para ambos formatos. Hoy tenemos más de 2.500 jugadores, con todas las variantes de fútbol y en las distintas categorías”, contó Marcelo a Ovación sobre Liffa, que hoy es un club ya consolidado y de referencia para el departamento.
El otro gran quiebre se produjo años más tarde. El antecedente de que el Mundial Sub 17 de Perú, organizado en 2005, se había jugado —con éxito— sobre césped sintético salpicó adentro del predio y le prendió la lamparita.
Creyó que aquella idea innovadora, en un principio tan resistida por otras naciones, podía interpretarse como el “futuro del fútbol”. Y fue atrás de esa modalidad.
“Después de que la FIFA habilitara la primera experiencia con césped sintético, me pasaron el dato de una fábrica y dije: ‘Hacemos una cancha de 11 sintético y la sacamos del estadio’. Una cancha de fútbol 11 en ese momento valía más US$1 millón, entonces achicamos la superficie. Llegamos al número para traer una cancha de fútbol 7 y tuvimos la primera en sintético de todo el país. Después, hicimos un curso sumamente costoso de todo lo que podés hacer mal. Pero al final aprendimos”.
La novedad del éxito
La llave del éxito de Liffa estuvo en que, además de haber asentado su complejo deportivo, con un formato de disputa amateur y atractivo para el fútbol amateur de Maldonado, se transformó en un club que adoptó la forma de Sociedad Anónima Deportiva (SAD) y compite dentro de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).
Para el primer punto, la clave estuvo en pensar en una competencia con “espíritu realmente amateur”: “Somos una liga amateur, pero con un espíritu realmente amateur. Nosotros lo que más priorizamos es que juegues a la pelota con tus amigos, pero en un formato organizado y en un complejo que tiene todo. Si no tenés todas las camisetas o shorts iguales, no pasa nada; podés jugar igual. También tenés el tercer tiempo asegurado y está bueno para compartir en grupo”.
Sobre el segundo, su referente agregó: “Investigamos y nos dimos cuenta de que la mejor forma de gestionar un club era convertirnos en SAD. Pero somos una SAD rara. Porque todas se hacen con el propósito de gerenciar fútbol profesional y nosotros nos reconvertimos sin tener nada que ver con el fútbol profesional. Incorporamos hándbol, torneo universitario, básquetbol, arquería y hockey. Construimos cinco canchas sintéticas, incluida la primera de hockey 11 del este del país”.
El ingreso formal a la AUF se dio luego de un largo camino en el que el Inter de Milán llamó a las puertas del club para incursionar con su academia y atraer a chicos. La apuesta por formar jóvenes talentos inicialmente captó la atención con una propuesta que atrajo socios, pero al tiempo se transformó a partir de la llegada de la pandemia de coronavirus.
El grupo italiano igualmente intentó retomar el impulso, decidió renovar el vínculo y hasta estuvo en conversaciones para que Liffa cambiara su nombre y jugara identificado con los colores y la simbología del Inter.
Finalmente, Villar y la familia San Martín (cabezas del proyecto) decidieron ir por otro camino. “Nosotros entramos a AUF por Hacele un Gol a la Vida, un equipo que jugaba en Primera D, donde estaba Robert Carmona, el jugador récord guiness por ser el más longevo en actividad. Ellos no tenían formativas sino que solamente jugaban en Primera. Nosotros estábamos buscando asociarnos a través del activo fútbol de un equipo para ingresar y se lo compramos a ese club”.
¿Cuál fue el plan? Armar cinco categorías de juveniles (Sub 14, Sub 15, Sub 16, Sub 17 y Sub 19) para jugar en formativas B de AUF, porque las divisionales C y D no cuentan con inferiores.
“Como Hacele un Gol a la Vida había salido último en la Primera D y no podía descender, la pena que pagaba era que al año siguiente su Primera División no podía participar. Sí las formativas. Entonces, entramos por ellos y nos sirvió como adaptación para no tener que jugar este 2024 en Primera”, explicaron desde Liffa.
La próxima temporada, el equipo sí formará parte de la D y peleará por el ascenso a la tercera categoría del fútbol uruguayo. Tendrá entre sus filas al veterano Robert Carmona, que fue récord guiness por ser el jugador profesional más viejo que continúa en actividad (juega con 62 años).
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