Se escuchan voces. Voces que dictan una sentencia fría y discreta cuando apenas las Eliminatorias van camino a su cuarto capítulo, que, para Uruguay, en este caso, será el próximo martes contra Brasil (hora 20:00).
Voces que son jueces y aplauden la impavidez de Marcelo Bielsa de darle un giro contundente a la selección uruguaya desde un enfoque metódico. Fiel a su convicción. Con la premisa de atacar, atacar y atacar por encima de todas las cosas, aunque se equivoque. Sin importar las consecuencias.
Hay, también, voces que sin querer -queriendo- terminan en una analogía prematura. Que ya pintan este nuevo estilo de conducción como un rezago del último período de Óscar Washington Tabárez. Solo porque el poder de decisión estaba bajo las manos de un hombre por momentos terco, que deleitaba por sus dotes de sabio, pero que a la vez sorprendía por sus salidas a la uruguaya, desnudando todo su gran temperamento. Como hizo Bielsa ayer al insultar a Manuel Ugarte para pedirle que tocara.
El camino, en los papeles, le marcó un trayecto rocoso. No solo por la complejidad de sus primeros rivales (Chile, Ecuador y Colombia), sino porque sus detractores estuvieron con las garras afiladas para machacarlo ante el primer paso en falso que diera. Todos atentos a lo que sería el día después de la selección sin Luis Suárez y Edinson Cavani.
Tras la primera caída en Ecuador, en la segunda presentación oficial de su nueva Era, el argentino mantuvo la confianza en sus jugadores y ayer, a excepción de Mathías Viña -que estaba suspendido por acumulación de amarillas- y Sergio Rochet (lesión), solo cambió los protagonistas en los extremos.
Facundo Pellistri por un lado y Brian Rodríguez por el otro ocuparon las bandas en Barranquilla, en lugar de Agustín Canobbio y Maximiliano Araújo, que habían empezado de titulares en Quito.
La estrategia, si bien tuvo a Uruguay en problemas durante un tramo importante del segundo tiempo, fue a prueba de riesgo.
Bielsa no cambió su idea de proponer y de tener al equipo adelantado, pero dos de sus piezas más importantes le fallaron. Ni Pellistri ni Brian Rodríguez estuvieron a la altura de otras presentaciones y eso, ahora, le abre un manto de dudas para la próxima fecha, en la que tendrá que hacer borrón y cuenta nueva hasta decidirse.
¿Les dará nuevamente la confianza pese a que no tengan la mecha goleadora encendida?¿O vislumbrará un Uruguay más explosivo luego de ver a Araújo con buenos minutos y a Canobbio convirtiendo en su partido anterior?
Está claro que en la discusión entran esos cuatro nombres cuando, en realidad, el esquema (4-3-3) solo tiene lugar para dos.
El otro runrún, que también alimentan algunos hinchas celestes en cada ocasión de gol desperdiciada, trae el recuerdo nostálgico de Suárez y su historia de amor con la Celeste.
Darwin Núñez, el heredero de su camiseta, camina a afirmarse como el centrodelantero titular por varios años, pero a día de hoy la interrogante pasa por encontrar un plan B para el día que falte.
Bielsa ayer le volvió a dar su voto de confianza a Cristian Olivera para que ocupara un lugar en la delantera, pero otra vez se dio contra la pared. Solo el tiempo sabrá si tiene razón o la solución está en otro lado.
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