Enviados - Estados Unidos
William Gutiérrez estaba como un hincha más contra las vallas que delimitaban a los fanáticos del lugar de entrenamiento de la selección uruguaya. De camisa negra y una camiseta de Uruguay al hombro, su objetivo era conseguir una firma de Luis Suárez, quien es el ídolo de su hija, esa misma con la cual se vinieron a Estados Unidos hace 20 años atrás para hacerse un tratamiento médico producto de un tumor cerebral que le habían descubierto y del cual hoy está totalmente curada. “Lucho es lo máximo, jugué en la posición de él y sé todo lo que ha pasado, lo que ha luchado, lo bueno que es y cómo ha dejado a Uruguay en el mundo”, le dice el exdelantero de Ovación.
Gutiérrez tiene varios elementos pintorescos en su vida: jugó al básquet y fue campeón en la época dorada de Bohemios, se pasó al fútbol y ganó títulos en la A, la B y la vieja C, levantó copas con El Tanque Sisley, Básañez, Defensor Sporting y Progreso y hasta hizo salto largo en atletismo.
“Me acaban de nominar para el museo del fútbol. Uno de los sueños que parecía inalcanzable era estar al lado de Obdulio Varela, de Pelé, de Maradona, y lo podré cumplir. Hace dos o tres meses surgió la idea como caso único, porque tengo tres Federales de básquetbol, jugué dos Sudamericanos y tengo seis títulos Uruguayos; en fútbol campeón de la C, de la B y doble campeón de la A. También campeón en la Liga Universitaria, je. A su vez, tengo dos títulos en el interior. Gracias a Dios tuve una carrera muy linda” repasa Willy con orgullo.
“Ahora estoy con el sueño de hacer una película; la idea es poner como ejemplo de superación, que se puede. Esa fue mi lucha en la vida, porque a muchos lugares que fui me decían que no podía jugar al fútbol ni tampoco al básquetbol y haber hecho la carrera que hice fue gratificante. Además, lo que pasó con mi hija, venir acá a Estados Unidos, pelearla. Todo fue superación”, añade.
Inició su carrera de basquetbolista en el Praga de Mercedes, pasó a Bohemios y a los 23 años quiso ser futbolista porque muchos allegados le decían que tenía condiciones. Ney Castillo -“un fenómeno para mí, ha sido como un padre. Fue quien nos ayudó con el tratamiento de mi hija”- dirigía a Defensor Universitario, me dijo de ir a jugar, empecé y luego pasó a El Tanque: “Pude hacer las dos cosas a la vez, básquet y fútbol, porque era amateur, pero cuando salí campeón en la C tuve que decidir”. Willy jugó también en el Junior de Barranquilla, Progreso, Defensor, Temuco, Nacional, Central y Herediano, donde se retiró con 36 años por una lesión en una de sus rodillas. En el equipo tricolor jugó 17 partidos y marcó cuatro goles en el año 1990.
El excentrodelantero uruguayo defendió a la Celeste en la Copa América de 1991 de Chile, donde Argentina fue el campeón. Luis Cubilla fue el entrenador: “Fue un maestro, mirándolo en los entrenamientos me percaté de lo que llegó a ser”.
Willy Gutiérrez señala que “haber jugado al lado del Tato López fue lo máximo, pero el mejor compañero fue Marcelo Sánchez, que fue presidente de Bohemios, vivíamos en el mismo apartamento y es un hermano”. Y agrega que en el albimarrón vivió los mejores años de su carrera como basquetbolista, al mismo tiempo que señala que en el fútbol lo máximo fue el título de 1987 con Defensor, el de 1989 con Progreso y haber llegado a la selección uruguaya. “En Progreso Pedro Catalino (Pedrucci) era el que me ponía la pelota donde tenía que ponerla y en Defensor hacíamos una buena dupla con Marcelo Tejera”, dice.
El nacido en Soriano tiene hoy 61 años y es handyman, lo que se llama “arreglador” en Estados Unidos: lo llaman de una casa y soluciona cualquier tipo de problema. Ah, y al final consiguió el autógrafo y la foto con el Pistolero.
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