Episodios dramáticos: cuando las balas picaron cerca de la pelota

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Guerra y fútbol
TOPSHOTS Ukrainian servicemen play football on a road at Svitlodarsk, approaching Debaltseve on February 15, 2015. A ceasefire in Ukraine was cautiously observed by both sides, despite accusations by Kiev and the US that Russia had fuelled a final push by rebels to gain territory before the deadline. Ukrainian President Petro Poroshenko ordered troops to abide by the truce from midnight (2200 GMT), in line with a deal reached in Minsk earlier this week with the leaders of Russia, Germany and France. AFP PHOTO/ VOLODYMYR SHUVAYEV
VOLODYMYR SHUVAYEV/AFP

FÚTBOL Y GUERRA

Una carga suicida, un país que desapareció de un Mundial, un partido fantasma y otros casos.

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Una de las sanciones más notorias contra Rusia por su invasión de Ucrania fue la exclusión de sus clubes de las copas europeas y de su seleccionado del Mundial de Catar. Varias veces la guerra y en general la violencia política se metió con el fútbol, pero las consecuencias no siempre fueron las mismas. Este es un repaso de algunos casos.

La carga del fútbol. La batalla del Somme, librada en 1916, fue una de las más largas y feroces de la Primera Guerra Mundial: duró cuatro meses y medio y causó más de un millón de bajas en ambos bandos, las tropas británicas y franceses de un lado, las alemanas del otro. Ya su primer día, el 1° de julio, fue particularmente sangriento.

Muchos soldados perecieron en la famosa “carga del fútbol” imaginada por un oficial, Wilfred Percy Nevill, que era aficionado al fútbol. Como estrategia para el asalto a las trincheras enemigas imaginó un partido por la “Gran Final de la Copa Europea: East Surrey (su regimiento) contra los bávaros”. Llevó cuatro pelotas al campo de batalla y ordenó que cada pelotón fuera pateando uno en su avance. Prometió además un premio para quien “convirtiera” un gol en la trinchera alamana.

Al amanecer del 1° de julio, el propio Nevill salió de su trinchera con un largo pelotazo. Cuando quiso avanzar, desde el otro lado le acertaron un tiro en la cabeza. Similar suerte corrieron los otros soldados que llevaban las pelotas. Sin embargo, el regimiento terminó capturando las posiciones germanas. Los británicos recogieron a sus heridos pero también buscaron las pelotas. Encontraron dos. Uno se conserva en el museo del regimiento y la otra en el Museo Real de la Princesa de Gales.

Si bien la Primera Guerra comenzó en 1914, en Inglaterra la actividad futbolística no se interrumpió hasta 1916. Y eso ocurrió porque muchos clubes quedaron con sus planteles desarmados al marchar sus jugadores al frente como soldados. En realidad, por mucho tiempo la decisión de que tal o cual futbolista fuera a la guerra la tomaron los equipos. Eso originó polémicas, porque la población consideraba que los deportistas no eran privilegiados y debían colaborar en el esfuerzo bélico. Finalmente, muchos jugadores fueron reclutados por el “Football Batallion”. Algunos fueron condecorados por sus acciones; otros no regresaron el campo de batalla.

Sin embargo, en medio de la carnicería que representó el conflicto, hubo una increíble pausa futbolística, conocida como “la tregua de Navidad”. El 24 de diciembre de 1914, soldados británicos y alemanes que hasta el día anterior se habían combatido en Ypres, Bélgica, bajaron las armas, intercambiaron cigarrillos como regalos y se pusieron a jugar un partido. Se afirma que esa vez ganaron los alemanes.

La anexión de Austria. En marzo de 1938, la Alemania de Hitler invadió Austria sin encontrar oposición. Pocos días después proclamó su anexión (Anschluss), sometida a plebiscito un mes más tarde. Obtuvo el apoyo del 99,73% del electorado, aunque debe decirse que no hubo voto secreto y las papeletas debían llenarse en presencia de las SS nazis. Los aliados de la Primera Guerra Mundial respondieron solo con protestas diplomáticas. Austria dejó de existir como nación independiente.

En fútbol, eso se tradujo en la disolución del poderoso seleccionado austríaco, cuyos principales jugadores pasaron a defender a Alemania. Sin embargo, Matthias Sindelar, considerado hoy el mejor futbolista austríaco de la historia, se negó e incluso le convirtió un gol a los alemanes en la “despedida” del combinado austríaco independiente, pese a haber recibido la orden superior de perder ese partido. Meses después apareció muerto en su casa junto a su novia, intoxicados con monóxido de carbono; nunca pudo determinarse si fue un accidente, un suicidio o un asesinato.

Austria estaba clasificada para el Mundial de Francia ese mismo año, pero obviamente no pudo jugarlo y el torneo quedó con 15 participantes de los 16 previstos. Pese a los “refuerzos”, Alemania resultó eliminada por Suiza ya de entrada.

La guerra del fútbol. El Salvador y Honduras se enfrentaron en 1969 en un conflicto de apenas 100 horas de duración pero que dejó 5.000 muertos y 15.000 heridos. Para la historia quedó como “la guerra del fútbol”, si bien el deporte representó nada más que el telón de fondo a rivalidades mucho más profundas.

Y se lo llamó así por una ocurrencia del periodista polaco Ryszard Kapuscinski, uno de los pocos corresponsales extranjeros que estaban en la zona cuando comenzó la crisis, porque era un nombre “vendedor”.

La tensión entre ambas naciones centroamericanas fue creciendo a medida que la situación de los campesinos pobres a ambos lados de la frontera chocaba con medidas de las respectivas dictaduras que privilegiaban a sus respectivos latifundistas. La prensa de cada país echó leña al fuego con titulares ultranacionalistas, acusando a los otros de atropellos reales o ficticios.

Justo en ese momento a El Salvador y Honduras les tocó enfrentarse por la clasificación al Mundial de México. Luego de que ambos ganaran como locales bajo un clima enrarecido, se disputó el desempate en el estadio Azteca mexicano. Los salvadoreños se impusieron 3-2 en un partido relativamente normal.

La guerra efectiva empezó recién 17 días después, el 14 de julio, sin declaración previa de hostilidades. Se bombardearon mutuamente con aviones obsoletos de la Segunda Guerra Mundial, lo cual no impidió el alto número de víctimas. Al final la OEA logró un alto al fuego el 29 de julio, aunque las consecuencias económicas y sociales golpearon por mucho tiempo.

El partido fantasma. Para el Mundial de Alemania 74, Chile debió disputar un repechaje frente a la Unión Soviética, justo en los días posteriores al sangriento golpe militar que destituyó al presidente Salvador Allende. La naciente dictadura rompió relaciones con la URSS, lo cual originó problemas cuando la delegación trasandina llegó a Moscú para jugar el encuentro de ida, el 26 de septiembre. Pese a todo se jugó, y Chile logró un valioso empate sin goles.

Tocaba la revancha en Santiago en noviembre. Sin embargo, las autoridades del fútbol soviético pidieron a la FIFA disputar ese juego en otro país sudamericano debido a la situación imperante en Chile, donde se había decretado el estado de sitio y el toque de queda. El estadio Nacional de Santiago, sede de la revancha, era utilizado como campo de detención de presos políticos, donde se reportaron torturas y asesinatos.

La FIFA llegó a inspeccionar el estadio, pero finalmente se negó al cambio de sede. La URSS decidió no jugar y Chile se clasificó al Mundial por walk over. Previo a la fecha del partido, 21 de noviembre, los prisioneros fueron trasladados a una cárcel en el desierto de Atacama para que el seleccionado local tuviera lo que luego se llamó “el partido fantasma”: sus jugadores salieron a la cancha, sacaron la pelota del medio e hicieron una jugada, sin rivales, hasta convertir un gol que fue anotado en el tablero del estadio como si hubiera sido real.

Conflicto en los Balcanes. Dinamo de Zagreb-Estrella Roja de Belgrado era uno de los clásicos del fútbol yugoslavo. A la rivalidad en la cancha se fue incorporando un componente político (las diferencias entre croatas y serbios) y otro religioso (católicos y ortodoxos). El partido que los enfrentó el 13 de mayo de 1990 es interpretado hoy como una advertencia de lo que pronto sería la Guerra de los Balcanes.

Los choques empezaron con las respectivas barras bravas y enseguida los incidentes bajaron a la cancha. Allí, en medio del lío, el jugador croata Zvonomir Boban le dio una patada a un policía que quedó como símbolo del encono. En realidad, en ese largo y cruel proceso el fútbol fue utilizado como instrumento para inflamar rivalidades ya demasiado calientes.

Poco antes de la Eurocopa 1992, la ONU decretó un bloqueo a Yugoslavia que incluía al deporte, La FIFA anunció entonces que su selección quedaba fuera del campeonato europeo y de las eliminatorias para el Mundial 1994. Dinamarca fue llamada de apuro para completar la Eurocopa… y terminó ganándola.

Aquella guerra se extendió entre 1991 y 2001 y causó decenas de miles de muertos, más millones de refugiados y desplazados. La antigua Yugoslavia dejó su lugar a varias naciones: Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Serbia y Macedonia.

OTRO CASO

Las Malvinas y el Mundial 82

Cuando comenzó el Mundial de España 1982, dos países participantes se enfrentaban en una guerra: Argentina y el Reino Unido (Inglaterra) por el control de las islas Malvinas. La FIFA no hizo cuestión del asunto y los propios involucrados nunca pensaron dejar de concurrir al torneo, aunque en aquel momento se habló mucho sobre lo que podría ocurrir si llegaban a cruzarse. Eso pasó pero en México 1986: hubo una pelea entre barras y hooligans.
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