HISTORIAS
A los 37 años el futbolista que hoy defiende a Cerrito ha disputado el partido ante Rentistas, pero también Rampla-Cerro, Nacional-Peñarol, Defensor-Danubio y Racing-Fénix.
Carrera corta; mirada clavada en la pelota, la cual visualiza golpeando contra la red porque confía en su gran pegada. No lo mira al arquero rival, porque no quiere darle ni una pista de dónde la va a poner. Uno, dos, tres pasos, derechazo cruzado y gol. Julián Perujo acaba de anotar el 1-0 de Cerrito sobre Montevideo City Torque (terminó 2-2) lo que es el primer gol del equipo desde la llegada de Alberto Quintela al banco.
Con 37 años recién cumplidos (18 de abril) es uno de los referentes de un equipo auriverde que pelea por evitar problemas con la permanencia, aunque por el momento no lo consigue. “No llegamos con la mejor preparación y nos desarmamos bastante. Por más que quedó una base, se nos fueron jugadores importantísimos y el entrenador, que tenía una línea de entrenamiento que venía de hacía dos años y medio”, dice el lateral derecho. Pero es en jugadores como él en quienes debe apoyarse este plantel. Debutó en 2006 y tiene una particularidad única: jugó todos los clásicos importantes del fútbol uruguayo y alguno más.
Repasemos su carrera: hizo juveniles en Central Español, debutó en Rampla Juniors, pasó a Nacional en 2010, luego a Defensor en 2011, volvió a Rampla en 2012, emigró a Argentina ese mismo año para jugar por Boca Unidos de Corrientes y Atlanta, retornó a Uruguay para defender a Sud América entre 2015 y 2017, tuvo un pasaje por Central en 2018, jugó en Racing entre 2018 y 2020 y desde entonces está en Cerrito.
Esto le permitió jugar: Rampla-Cerro, Nacional-Peñarol, Defensor Sporting-Danubio, Racing-Fénix y Cerrito-Rentistas. “Nunca me había fijado en eso. El otro día me lo comentó mi padre porque lo dijeron en la transmisión del partido con Rentistas; y me dijo además que se olvidaron del clásico del muro entre Central Español (del que mi papá es hincha) y Miramar Misiones”, apuntó Julián.
Entre el Buceo y Capurro
Nacido en el Buceo, el futbolista surgió del otro lado de Montevideo: en Capurro. Allí vivía su abuela materna, casa a la que todos los domingos iba con su familia. Uno de sus tíos comenzó a llevar a su hijo a los entrenamientos del Cádiz Real (club del que salió Enzo Francescoli), que practicaba los domingos de mañana. “La cancha era a la vuelta de la casa de mi abuela, así que un día me llevó a practicar a mí también. Me entusiasmé yo y después se enganchó mi padre —que siempre me acompañó—, al punto que terminó siendo dirigente del club. Así que me crie entre Buceo y Capurro”.
Las charlas con el Muñeco Gallardo
Tuvo una relación muy cercana a Marcelo Gallardo en Nacional. “Concentrábamos juntos él, el Canguro Porta y yo”. El Muñeco vivía en Pocitos y se iban juntos a los entrenamientos. “Me pasaba a buscar e íbamos en el auto tomando mate y conversando. Ya tenía muy claro que iba a dirigir y su cuerpo técnico. Hablábamos mucho porque yo en ese momento estaba haciendo el curso de técnico y charlábamos sobre lo que hacíamos en el día a día, cómo lo haría uno, cómo lo haría el otro y él ya estaba despegado en todo sentido. Lo escuchaba declarar en alguna nota y siempre dejaba cosas interesantes”.
Hoy esas charlas se perdieron. “Hablamos alguna vez cuando él dirigía a Nacional y lo llamé para felicitarlo cuando fue campeón, pero luego perdimos el contacto”. Lo curioso es que el Muñeco se hizo cargo del tricolor en 2011 y Perujo se marchó. “Lo hablamos, él me dijo que me quedara, pero yo no había jugado nada en ese semestre y había buenos jugadores por delante mío en el puesto. En ese momento me llamó Pablo Repetto para que me fuera a Defensor y no lo dudé porque, aunque me quedaba un año de contrato con Nacional, yo quería jugar”.
Todos los clásicos
Al menos le quedó haber disputado un clásico, que bajo la conducción técnica de Juan Ramón Carrasco empató 0-0. “Entré a los 20 minutos por Pernía”. Obviamente lo disfrutó, pero asegura que el que más le gustó de todos los clásicos que jugó fue el Rampla-Cerro. “Me tocó hacer algún gol incluso”, dice. “Esa semana del clásico se vive a pleno en el barrio. No se habla de otra cosa, porque pasás el puente para entrar al Cerro y parece otro país. La gente está pendiente de ese partido y se nota”. Jugó también un Defensor-Danubio en el que no le fue bien: perdió 1-0 de local.
¿Es un clásico Racing-Fénix? El público en general lo discute, pero Perujo tiene una respuesta: “Evidentemente es un partido importante en Racing porque teníamos un premio especial si lo ganábamos. Además, la semana esa se vivió en forma distinta a cualquier otro partido”.
Lo que sí rescata es que, sin importar cuál sea el clásico, “son todos una fiesta. La gente los disfruta mucho. El último de Cerrito con Rentistas fue increíble lo que apoyó nuestra hinchada. Y ganamos, lástima que luego nos quitaron los puntos (por la inclusión de un jugador inhabilitado). Lo que está bueno es que ahora todos se pueden jugar en la casa de cada equipo. A mí me pasó que los primeros con Rampla no los podíamos jugar en el Olímpico. Dentro de la cancha son todos similares, porque siempre tenés que ganar”.
Hasta los jugó en Argentina
Como para confirmar que jugar clásicos es lo suyo, Julián recordó que también protagonizó uno en Argentina: Atlanta-Chacarita. “Jugué dos. El primero fue en cancha nuestra sin visitantes, pero el segundo en San Martín fue complicadísimo. Ganamos y no sabíamos cómo íbamos a salir, porque la hinchada del Chaca está brava”.
¿Precisás un lateral derecho clásico? Ahí lo tenés: Julián Perujo.