TRICOLORES
El conjunto de Martín Ligüera, condenado por sus propios defectos, cruza los dedos, pero también comienza a pensar en 2022.
Un milagro. O varios juntos, por lo que no fue capaz de entregar Nacional en su partido ante Deportivo Maldonado, es lo que precisa el equipo de Martín Ligüera para no dar por finalizada su temporada deportiva.
Un milagro. O varios juntos, para no quedar, incluso, fuera de la fase de grupos de la Copa Libertadores, es también lo que necesita el Nacional en su versión 2021. Y, debido a ello, las baterías apuntan al remate de la campaña en el Torneo Clausura, pero inevitablemente también se enfoca en lo que va a venir, porque no hay ninguna de las corrientes políticas que se postulan para las elecciones de diciembre que no tenga claro que el equipo precisa una transformación.
De hecho, hay algo seguro: el equipo va a ser diferente. En primer lugar porque hay bajas que no pueden evitarse y en segundo porque hay otras que se harán sin importar quién termine obteniendo la presidencia de la institución.
Es que todos concluyen que lo que no puede volverle a pasar a Nacional es regalar un campeonato porque el equipo no es capaz de ofrecer lo más elemental: la lucha interminable hasta el último instante.
Claro que en este caso no dependerá de forma exclusiva de las decisiones que se tomen, sino de los rendimientos que después tengan los jugadores. Por ejemplo, todo lo que se trajo para ir por el Clausura supo reunir la aprobación de la mayoría, pero al final lo que falló fue el trabajo de los hombres elegidos.
Es por eso que, aunque nadie lo afirme de forma contundente, todavía creen que puede haber un milagro, pero piensan en 2022.