EL FÚTBOL Y YO
El filósofo, periodista y conductor, que coloca en un lugar bien alto a la generación de 1988, quiere ver un Parque Central con una estrategia de negocios más grande, pero no se olvida del Centenario.
La familia tira y mucho más cuando en las raíces hay leyendas de un club. A Facundo Ponce de León, como ahora a sus hijos y sobrinos, los llama el ADN tricolor. Nacional forma parte de su vida personal y familiar y ese amor va creciendo, no se detiene. Disfruta estar en la tribuna, ir con sus hijos al Gran Parque Central, pero también tiene algo de nostalgia y le gustaría que no se abandonara el Estadio Centenario.
-¿Cómo nace el amor por Nacional?
-El amor por Nacional nace por mi abuela materna y por mi madre, hija y nieta de José María Delgado. Entonces, para mí haber nacido y ser hincha de Nacional son casi sinónimos y eso es una tradición familiar que hasta hoy se repite con mis hijos y mis sobrinos porque son todos socios de Nacional antes de tener cédula.
-¿No hay escape?
-No, no lo hay.
-¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de una ida al fútbol para ver a Nacional?
-El primer partido que fui no lo recuerdo bien. Yo nací en el 78 y Nacional 88 es mi primer recuerdo de un equipo. Tengo el recuerdo de toda la Copa, de la fase de grupos, de haber pasado. Ahí es el primer recuerdo de un campeonato, que además fue la Copa Libertadores y que además la ganamos y es el recuerdo genérico del seguir al equipo. Antes de eso, que también iba a ver a Nacional, tengo recuerdos de ir al Estadio. Mi madre tenía la tradición de ir a la Olímpica, al primer anillo, y moverse hacia donde pateaba Nacional y tengo el recuerdo de caminar por la tribuna, tengo el recuerdo de canchas chicas, por ser de Punta Carretas de ir caminando al Franzini. Pero estos son como recuerdos esporádicos, de algunos jugadores de Nacional, pero cuando yo hablo del Nacional de mi infancia pienso en el 88.
-¿Grabado a fuego?
-Sí, me acuerdo de estar en el Estadio en los partidos contra Wanderers, Millonarios. Tengo el recuerdo del gol que hace (Yubert) Lemos contra Newell’s en octavos (2-1) y después de ahí ya me acuerdo del 89, 90, del Nacional Rey de Copas. Me acuerdo del clásico del gol de Dely Valdés, además estaba en el Estadio.
-Hasta ahí asistencia familiar, ¿en algún momento tomaste la decisión de ir solo o con amigos?
-Sí, ¿te acordás de aquella época de las tapitas de Coca Cola? Ahí tengo momentos de ir a la Ámsterdam, cuando Nacional todavía iba a con su hinchada a esa tribuna. Incluso tengo recuerdo de ir a algún clásico con las dos hinchadas en la Ámsterdam y ahí no iba con mi madre porque lo hacía con algunos amigos. Cuando se separaron las hinchadas fui a la Colombes y mi madre también lo hacía, pero yo iba a otro sector. También tuve un momento de ir a la Ámsterdam y saltar para la Olímpica, esas cosas que uno hacía. Me acuerdo que había que saltar, bajar por la Platea y subir a la Olímpica. Eso fue como romper el cascarón familiar e ir con los amigos tricolores a ver a Nacional.
-¿El clima de la Olímpica o el de la Ámsterdam y Colombes? ¿Con cuál te sentís más a gusto?
-Me siento más cómodo con el clima con el que crecí que era el de la Olímpica, era de mucha tertulia en el entretiempo. Tuve mi época de ir a la hinchada, me acuerdo perfecto de hacerlo, pero nunca tuve esa parte media ritual. De hecho hicimos una bandera con unos amigos, pero siempre me sentí más cómodo mirando el espectáculo deportivo, tratando de que gane Nacional y nunca tuve eso de que me importa más el canto. Si bien lo hice un tiempo, me siento más cómodo con el perfil del hincha que mira el partido y no el que alienta.
-¿Qué decía esa bandera que hiciste?
-El Alemán es Bolso decía. La hicimos con gente del Colegio Alemán. Tengo el recuerdo de haber ido a la sede a picar papeles y esa bandera que hicimos entre varias generaciones del Liceo Alemán está por ahí.
-De aquella generación campeona de 1988, ¿qué figura te representaba más? ¿A quién admiraste más?
-Lo fui viviendo a medida que pasaba esa Copa. Me acuerdo que me encantaba el Pato Castro y el Pinocho Vargas, a mí me gustaba jugar en esas posiciones, pero a medida que avanzaba la Copa el Hugo (De León) me fue conquistando, me acuerdo estar en la casa de mi viejo viendo la atajada que hace (Jorge) Seré contra América de Cali, creo que ahí Carlitos Muñoz le puso Superman Seré y ahí Seré se transformó en un ídolo y mucho más después de la final de Tokio. Pero me acuerdo del Indio Morán, me gustaba el Bocha Cardaccio. Tengo el recuerdo de Ostolaza haciendo el segundo gol en la final de América o el Chango. Mirá, poco tiempo después el Parque Central inaugura luces nuevas y yo me acuerdo de ir con una foto del plantel del 88 y poder pedirles a todos que me firmaran la foto y de hecho la tengo por ahí, enmarcada. Ese plantel para mí fue increíble.
-¿Te resultó fácil conseguir las firmas?
-Ese día sí, yo no sé qué pasó. Fue de esos partidos que se hacen para una cosa pero el juego en realidad no importa, pero no recuerdo si bajé al vestuario o si entré a la cancha y los jugadores estaban ahí.
"Me parece alucinante que Nacional tenga su estadio y que lo vaya mejorando y que crezca y todo, pero sí me parece que jugar los clásicos o decir volvamos al estadio a jugar algunos partidos es algo lindo volver al Centenario"
-¿Lograste tener fidelidad con el Gran Parque Central? ¿Es un símbolo para vos?
-Sí. Me preguntaste recién con qué tribuna me siento más identificado del Estadio, lo que sí me pasó pese a que tengo algunos amigos con palco y cada tanto voy a uno de ellos, es que hay algo en la tribuna que sigue siendo lindo. De hecho como socio, que tenemos butacas en la Delgado, en la tribuna de nuestro bisabuelo, a mí me gusta ir a la tribuna y me encanta la tribuna. Me gusta el Parque, pero te confieso que fui a ver a Jaime (Roos) y fue subir la escalera de la Olímpica y me vino una emoción… No quiero decir con esto que me gustaría volver al Estadio, porque me parece alucinante que Nacional tenga su estadio y que lo vaya mejorando y que crezca y todo, pero sí me parece que jugar los clásicos o decir volvamos al estadio a jugar algunos partidos es algo lindo volver al Centenario. No debería abandonarse. Ahora todo es en el Gran Parque Central o en el Campeón del Siglo y me parece que está bueno cada tanto volver al Centenario.
-¿Estás de acuerdo con nuevas mejores para el Gran Parque Central?
-Sí, estoy de acuerdo. Lo que pasa es que como toda inversión hay una relación entre el riesgo y cuando lo vas a recuperar que tiene que ser muy estratégica. No estoy de acuerdo con que se arreglen tres cosas, estoy de acuerdo con una estrategia de que abajo haya subsuelo, parking, tiendas. Yo tuve la suerte de vivir en España estudiando y vivía a ocho cuadras del Bernabéu y bueno iba caminando y tenía un bar que daba al estadio. No es tan difícil que digamos hacer un servicio de cantina, con todo el respeto a quienes hoy tengan esa concesión, pero pensemos que en verano cuando no hay fútbol la gente vaya. Ese tipo de inversiones apruebo, porque están pensando no solo en el partido del domingo sino en el club y en la vida del estadio o en hacer tour para turistas. El fútbol mueve. El tipo tiene que salir del Crucero, ir por 18 de Julio, comer un chivito y tiene que ir al Parque Central y tiene que haber un tour en portugués, hablarle del estadio, del barrio, decirle qué es la Blanqueada. En ese sentido sí estoy muy afín en invertir mucho en el Gran Parque Central y creo que es de un gran valor que esté metido en medio de la ciudad.
-¿A qué se debe la pasión de ir a la tribuna?
-Porque después de dos años de pandemia te das cuenta lo que es la tribuna y lo que es ese vínculo afectivo con desconocidos. A todas las personas que nos gusta el fútbol gritamos un gol abrazándonos con gente que no sabemos quién es. La tribuna es darte vuelta y decirle al de atrás ‘para mí está jugando bien fulano’ o festejar el gol. Esa cosa de vincular con desconocidos te lo da la tribuna y eso para mí es alucinante.
-¿Con el paso de los años te fuiste fanatizando o enamorando más de Nacional?
-Sí, me fui fanatizando. Tuve quizás ese momento que hoy no lo miro con algún reproche pero sí como medio tonto fanático pasional y después el haberme ido me dio como un amor hacia Nacional más profundo. Después haber hecho el Origen del fútbol uruguayo, ir a la historia y todo, es como me enamoré mucho más de Nacional saliendo de la coyuntura de este campeonato, de una cierta pasión mal entendida de la cual me fui alejando. Pero no cambio nada del amor por el cuadro y por lo que el cuadro significa en mi vida personal y en mi vida familiar.
-¿Hay alguna forma de explicar el amor por Nacional?
-Hay un error en tratar de dar argumentos para explicar porque Nacional es el mejor cuadro del mundo. Yo prefiero decir que lo amo porque soy así, porque nací así y lo que fui haciendo fue crecer en ese amor. Entender quién era mi bisabuelo, que asume con 26 años la presidencia de Nacional, vive el pasaje del fútbol amateur al profesional, vive el cisma, vive la primer gira. Esas cosas me hacen explicar un amor que en sí es inexplicable. También en el fondo es inexplicable cómo amás a tus hijos o a tu esposa.
"Tengo una bandera que siempre va conmigo, cada vez que me subí a un avión o a un ómnibus para salir del Uruguay esa bandera chiquitita fue conmigo. La tengo desde la infancia y la llevo para todos lados"
-¿Hoy comprás camisetas?
-Compro camisetas a mis hijos y la última camiseta de Nacional me la regalaron con mi nombre cuando se presentó una colección de hace dos campeonatos. Pero voy cada tanto a la tienda y cada tanto me compro cosas, porque tengo muchas cosas de Nacional. Tengo una bandera que siempre va conmigo, cada vez que me subí a un avión o a un ómnibus para salir del Uruguay esa bandera chiquitita fue conmigo. La tengo desde la infancia y la llevo para todos lados.
-¿Tenés cábalas?
-Tuve una cábala en mi infancia en ese grupo que había en la Olímpica, estaba el ‘Cacho’ Sarthou, el padre de Martín, y teníamos una cábala con Martín que era como darnos la mano faltando diez minutos si venía mal la cosa, tengo la cábala de cambiarme de asiento, en los clásicos y en la época de la Colombes empezaba sentado y después pararme y mirarlo entre un anillo y otro. Ese tipo de cábalas absurdas (risas).
-¿Te daban resultado?
-A veces sí y a veces no. Y por eso siempre seguimos creyendo que dan resultado esas cosas.
-¿Cuál es el máximo ídolo?
-Vos sabés que es una pregunta difícil, porque si tuviera que decirte hoy creo que es el Vasco Ostolaza. Si me pongo un poco frío Nacional-PSV Eindhoven es el partido más épico que jugó Nacional y Ostolaza es el héroe total, más allá de los penales que atajó Seré, que Nacional jugó muy bien, que Revelez hizo flor de partido. El Vasco es una figura enorme y también tiene esa cosa que para mí es muy seductora de una figura de perfil bajo. El Hugo (De León) tiene otra impronta. El ‘Chino’ tiene otra impronta. Pero el Vasco es como ese héroe en silencio y eso para mí tiene algo interesante para rescatar.
-¿El gol del ‘Chino’ Recoba es el que más gritaste?
-Y sí, quizás es el que más recuerdo de haber gritado. Y capaz que como me impactó tanto es el gol que me costó gritar al mismo tiempo porque no podía creer que eso había pasado.
-¿Y el gol de Dely Valdés?
-Ese día estaba en la Colombes, ¡paahhh!, como grité ese gol de Dely. Y viste como es la memoria, siempre es traicionera, hoy creo que grité más el gol del Chino, pero en aquel momento en el 92 fue inolvidable y es un gol que volvés a ver y es épico. Y hay un gol que grité mucho que fue un gol de Edison Suárez a Peñarol de cabeza y contra la Colombes.
-¿Ahí están los tres clásicos que más grabados en tu memoria tenés?
-Sí, pero ojo, el clásico que ganamos en el Parque Central 2-0 fue también muy importante, porque hacía tiempo que no estaba tan nervioso por un clásico. Simbólicamente volver al Gran Parque Central y perder con Peñarol hubiese sido un gran dolor. Si bien después a la semana siguiente nos gana y era por la Copa y todo, haber ganado ese primer clásico desde lo simbólico fue muy importante.
Una campaña de conquista
-¿A tu esposa en el noviazgo le preguntaste de qué cuadro era?
-Mi esposa no era hincha de Peñarol, pero le simpatizaba. En su familia no eran muy futboleros, pero te diría que en los primeros años de noviazgo lo primero que se trabajó fue el llevarla a todos los partidos de Nacional hasta que eso se revirtiera, una vez revertido eso la relación siguió y sigue hasta el día de hoy. Esa fue la primera tarea, explicarle lo inexplicable que es ser hincha de Nacional (risas).
-Cuando ibas a ver a Nacional, ¿llevabas la camiseta puesta?
-Sí.
-¿Seguís haciéndolo?
-No. No dejé de ir, pero no voy con la camiseta. No sé y es una pregunta que nunca me hice, porque en realidad no habría ningún problema en ir con la camiseta.
-¿Vas con tus hijos?
-Sí los llevo y van con camiseta. A veces yo llevo una campera que tiene el escudo de Nacional que me regalaron por un día del niño tricolor y esa la llevo bastante.
-¿Qué harías por Nacional que no hayas hecho?
-Como toda la parte de mi familia materna y toda la parte de los Reyes a veces tenemos esta idea de trabajar por Nacional, de formar parte de comisiones, de estar en dirigencias, tengo prácticamente laudado internamente de que no lo voy hacer, pero a veces pienso que podría haber aportado algo más por el club por ese lugar. Como hincha eso de daría la vida por Nacional no solo no las comparto sino que a veces me resultan peligrosa y venimos de un contexto de un último campeonato donde creo que el modo desde que la dirigencia de Peñarol se fomentó una especie de violencia me resulta muy peligroso. Haría cosas políticas, sociales por Nacional y hago, porque este año fui a la UTU de Nacional a Los Céspedes para dar una charla, pero podría hacer mucho más en ese sentido. Como hincha quizás un día me gustaría irme a ver un partido en ómnibus, como lo hice en algún momento, pero bien simbólico. Yo creo verdaderamente que los presidentes de Nacional y Peñarol tienen una importancia social muy grande y el clima de violencia y tensión que se vivió en las últimas fechas de este campeonato es en gran parte responsabilidad de la dirigencia del fútbol. En ese sentido me parece muy loable la gente que se dedica a estar ahí para tratar de revertir eso. Por ejemplo, para mí el último gran presidente que tuvieron los dos cuadros fue Ricardo Alarcón, quien realmente visualizó el valor que tiene eliminar ciertas prácticas violentas. Terminó espantado del fútbol.