TRICOLORES
"Mi padre recién había muerto cuando le dimos vuelta el clásico en los descuentos", relató uno de los hinchas premiados por su antigüedad.
Una vida detrás de un club. Paladares que se han resentido por una infinidad de gritos a viva voz. Cientos de frustraciones escondidas. Miradas encontradas y abrazos cómplices.
No importaban las edades. Ayer todos los socios que se encontraron en la sede de 8 de Octubre compartían algo especial: su amor por Nacional.
Se los veía felices. Entusiasmados por un reconocimiento más a su fidelidad y acalorados por la infinidad de saludos que repartían en cuestión de segundos.
No era para menos. Estaban siendo reconocidos por la dirigencia tricolor, recibiendo diplomas, medallas o un doble “Atilio Diamante” -ya sea por sus 30, 50 o 75 años- y de postre un helado.
El primero en pasar al escenario fue Carlos Abreo, un señor de 84 años: “Es una emoción muy grande. A Nacional lo llevo en el alma desde chiquito. Mi padre me hizo socio a los nueve años y con él miré todo el fútbol”, dijo a Ovación.
Fanático desde entonces, lo marcaron los logros alcanzados por el club entre la década de 1950 y 1960, con Rinaldo Martino, José García y Héctor Rial en el podio de sus jugadores preferidos. Sin embargo, su tarde de mayor felicidad sucedió mucho más cerca en el tiempo y se remonta a 2014, cuando Nacional le dio vuelta un clásico a Peñarol con gol de Álvaro Recoba de tiro libre: “Estaba en el estadio en ese partido”.
Si bien ahora, por su edad, prefiere mirar desde su casa, no dejó de seguir al club de sus amores, que este año lo alegró con un Campeonato Uruguayo más, que tuvo el plus del regreso de Luis Suárez después de 16 años en Europa. “Me acuerdo de los primeros años de Suárez, cuando recién estaba en Nacional. Primero, era un poco resentido (por la gente), pero después él mismo se ganó a la hinchada”, dijo y continuó: “Está dentro de los ídolos y está vigente”.
Además de sus 75 años como socio ininterrumpido, es el afiliado número 316 a la institución (el más antiguo en ser reconocido durante la jornada).
Con el sentido de pertenencia marcado a flor de piel y acompañado de su nieto, Francisco Etcheverry (84) subió al estrado en el segundo turno y bajó con orgullo presumiendo su diploma y diamante de 75 años.
“Todos mis hijos son hinchas de Nacional. Los nietos también; hay uno solo que me salió del otro lado”, comentó entre risas.
El veterano dijo que, pese a no ser un “loco por el decanato”, siempre consideró a Nacional el club “más veterano”. De todas formas, aclaró: “Me peleaba por otras cosas”.
El testimonio de Etcheverry también marcó mucha cercanía con su padre. “Me hizo socio a los siete años y nunca lo dejé. Me acuerdo de haber visto a Atilio García, a Aníbal Paz. El viejo me llevaba”.
Su jugador preferido era Ildo Maneiro, que fue campeón de la Libertadores y del mundo con Nacional, y años más tarde jugó en Peñarol: “Es muy polémico para Nacional, pero me hice fanático de Ildo Maneiro. Después tuvo un pasaje que no nos gustó a ninguno, pero son las cosas de la vida”.
Yolanda y Gabriela, dos de las mujeres que se arrimaron hasta la sede social en busca de su reconocimiento, son madre e hija. Ambas declaradas socias e hinchas tricolores por culpa y obra de un mismo señor: esposo para una, y padre para la otra.
“Ir al estadio (Centenario) o a la cancha que tocara era el paseo del fin de semana. Íbamos con toda la familia, tocara jugar en el Cerro, contra Danubio o el que sea”, recordó Gabriela, la menor de las dos.
Fueron por primera vez a ver a Nacional hace tanto años que ya ni lo recuerdan. Pero eso sí: aún tienen grabadas a fuego las “alegrías del 70”, con el arquero Manga a la cabeza.
Dentro del grupo de socios que cumplían 50 años y pasaron luego estaba el cónsul del club en Punta del Este, Gabriel Mastrángelo, quien se emocionó mientras hablaba con Ovación: “Mi padre me llevó por primera vez al estadio -que para mí era una cosa monstruosa- en 1971 y vi a Nacional campeón del mundo”.
Antes de recibir su premio, dejó estampada en su camiseta su antigüedad. “Mi padre, que tenía como 55 años de socio, recién había muerto cuando le dimos vuelta el clásico en los descuentos. Fue una emoción especial”.