Leo Romay: siente que los arqueros son como sus hijos, su rol en Nacional, y las cualidades de Rochet

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Leonardo Romay, el entrenador de arqueros de Nacional. Foto: Juan Pablo Romero.

ENTREVISTA

Tímido, introvertido y de perfil bajo, el entrenador de guardametas habló mano a mano con Ovación y explicó la importancia de tener un grupo unido para que los resultados lleguen.

Leonardo Romay, el entrenador de arqueros de Nacional. Foto: Juan Pablo Romero.
Leonardo Romay, el entrenador de arqueros de Nacional. Foto: Juan Pablo Romero.

No le gustan las notas, pero hay una explicación: se pone muy nervioso y prefiere evitarlas. Trabaja desde 2014 como entrenador de arqueros de Nacional y es una persona muy querida dentro del club, también en su pasaje como guardameta. Es callado, respetuoso e introvertido. Aún en Buenos Aires, Leonardo Romay habló con Ovación.

“Es por timidez, desde que jugaba no hablaba mucho. Yo sé que a veces es necesario hablar un poco”, explicó en la puerta del Hotel Madero, donde se alojó Nacional para jugar su partido de Libertadores contra Vélez.

“Empecé en 2014 con Álvaro Gutiérrez, cuando Tabaré Alonso pasó a ser técnico de formativas. Por intermedio de Alejandro Lembo llegué al club. Muy contento ya que desde ese primer año pudimos ser campeones con Nacional”, dijo Romay.

“Es un cargo con mucha responsabilidad, estás ayudando al arquero y al cuerpo técnico. He tenido siempre buenos goleros: el Coco (Esteban Conde), Mejía, Rochet, Martín Rodríguez, Guille Centurión. Ellos mismos te ayudan a lo que es el entrenamiento. Ahora se coronó con lo de Sergio a la selección, eso fue algo increíble para él, pero para mí también”, añadió.

Leonardo Romay, el entrenador de arqueros de Nacional. Foto: Juan Pablo Romero.
Leonardo Romay, el entrenador de arqueros de Nacional. Foto: Juan Pablo Romero.

El entrenador de arqueros genera un vínculo especial con sus guardametas, están mucho tiempo juntos y en ocasiones hasta trabajando separado del resto del plantel, haciendo una práctica específica del puesto: “Trato de ser compañero, como si fuera un futbolista más, con respeto. Siempre fui igual, así era también cuando era futbolista. Busco tratar de crear una buena conexión a la hora de entrenar, tanto con los grandes como con los dos más chicos que tengo, como Bernatene y Suárez. Intento tratar de acompañarlos en todo sentido, en los problemas de la vida y en todo lo que les pueda pasar. Siempre uno está para escucharlos y eso hace que seamos unidos. Mi forma de trabajar es estar en todo para ellos, no solo en lo deportivo. Es como si fueran mis hijos. Yo los quiero pila a los pibes, todos para mí son especiales. Tanto cuando tuve a Luis y fue a la selección de Panamá, y ahora lo de Sergio, fue espectacular”.

A Romay siempre le consultan antes de contratar a un arquero, ¿qué vio en Rochet para avalar su llegada al club? “En ese momento el gerente de Nacional me trajo los videos pero a Sergio ya lo conocía de Danubio, porque yo trabajé en las inferiores ahí. Sabía que Sergio iba a responder, yo dije que era una buena opción y se resolvió traerlo. También consulté con gente conocida que lo había tenido. Lo más importante es cómo es como persona, es muy humilde, sabíamos que iba a llegar a Nacional y tenía que esperar porque estaba atajando Luis, pero le veíamos las condiciones para atajar cuando Luis se fuera”.

Sobre sus virtudes, Romay dijo que “para lo grande que es, es muy veloz. Es tranquilo tanto en su vida como en la cancha y es una tranquilidad que le transmite al compañero”.

Leonardo Romay, el entrenador de arqueros de Nacional. Foto: Nicolás Pereyra.
Leonardo Romay, el entrenador de arqueros de Nacional. Foto: Nicolás Pereyra.

“Yo hago mucho hincapié en formar un lindo grupo entre los arqueros, que sean amigos, que haya unión, y eso genera que el que espera siempre esté ayudando y es fundamental para el arquero que esté jugando, le da confianza”, explicó Leo.

En los últimos tiempos, el arquero juega mucho con el pie. En el fútbol actual es clave que el guardameta sepa hacerlo bien. Al respecto, Romay opinó que “en la actualidad el arquero tiene que saber jugar con los pies”. “Pero primero yo quiero que el arquero ataje, si la tiene que tirar a la tribuna, que la tire. El arquero le da confianza al equipo atajando. Después, cada técnico que ha venido tiene su manera de jugar, y a veces el DT de turno me dice ‘yo quiero que el arquero juegue con los pies’ y eso se entrena todos los días, lo estamos practicando mucho con Martín y Sergio, es lo que exige el mercado ahora”, sumó.

“Sergio va poco a poco animándose más, porque mismo en la selección se lo están pidiendo. Él está más suelto, se ha visto en la selección uruguaya, es un arquero de mucha pasta para estar en el arco. A mí me ha dado muchas satisfacciones Sergio, también Martín cuando le tocó jugar”, explicó.

Romay contó cómo le contó Rochet que sería titular en la Celeste: “Después de la desgracia de la lesión de Muslera, uno podía ya ver qué Sergio podía jugar. Lo llamé, le pregunté cómo iba todo, me dijo que iba a jugar y fue muy emotivo para mí. La verdad que se merecía ser el arquero de la selección y por suerte respondió. Me dejó muy contento, con enorme felicidad”.

Romay es más que un entrenador de arqueros, es una persona que le llega al jugador por su cercanía en el día a día.

Su retiro a los 33 años y la cábala que creó

“Mi carrera como futbolista no fue muy larga, pero fue con mucho campeonato, que es lo que queda. En Defensor, aunque no jugué mucho, fui campeón. Cuando paso a Nacional de cinco años ganamos cuatro, y eso es lo que le queda a la gente y pienso que es una de las razones por los que la gente me reconoce”, comentó mientras algunos hinchas lo saludaban y decían “este es un histórico”.

Romay se retiró a los 33: “Fue un momento especial, justo el último año en Nacional no fuimos campeones, Nacional decidió que yo no siguiera, ya estaba un poco cansado y tomé la decisión. Pensé que podría haber estado un par de años más en Nacional, estar cinco años en el club y ganar cuatro no es fácil, pensé que podía quedarme pero bueno, esto así, viene un técnico y tiene sus preferencias. Yo no me enojé con el técnico, pero tomé la decisión de no jugar más”.

En su etapa como futbolista, Romay es recordado por jugar con pantalón largo. “Fue una costumbre, un día que no sé si hacía frío o qué, me lo puse, justo se dio que el equipo ganó y lo tomé como una cábala, je”, explicó.

“Percibo el cariño de la gente. Siempre fui de perfil bajo, traté a todo el mundo igual. Me fue bien en los clásicos, fuimos campeones. Eso la gente lo valora”, concluyó.

El arco tricolor
Leonardo Romay en su pasaje como futbolista de Nacional. Foto: Archivo El País.

“El arquero de Nacional tiene que tener mucha personalidad, porque a veces te llegan dos pelotas, o una, y tenés que responder. No es fácil ser el arquero de un equipo grande. Yo he jugado en otros equipos y no es lo mismo. Tuve la suerte de tener grandes goleros siendo entrenador en Nacional”.

Rochet y el juego aéreo
Sergio Rochet. Foto: Estefanía Leal.

"Sergio está muy bien y ha mejorado notoriamente en la parte de pelotas aéreas. Se lo ve confiado, muy maduro. Jugar en la selección te da mucho; fijate que va a la selección y tiene que jugar cuatro partidos cruciales, partidos que si Uruguay perdía no iba al Mundial. Demostró toda su pasta nuevamente”.

Parte del error
Leonardo Romay trabajando en Los Céspedes. Foto: Leonardo Mainé.

"El entrenador de arqueros sufre tanto como el que juega cuando hay un error. Vos me podés ver tranquilo en la tribuna, pero por dentro estoy muy nervioso. En definitiva vos sos el que lo entrenás, yo estoy con el que entra. Un error del arquero puede provocar que el equipo pierda y es lo que buscamos evitar”.

La falla que más sufrió
Leonardo Romay trabajando en Los Céspedes trabajando con Esteban Conde. Foto: Archivo El País.

"El otro día estaba escuchando al Coco (Conde), que le había costado levantarse de un error de Sudamericana (contra Fluminense), y esa noche la sufrí, porque no se merecía pasar por esa situación con todo lo que le había dado a Nacional. Sé que a él le dolió mucho. Fue una de las cosas más amargas”.

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