TORNEO APERTURA
Empató 1-1 con Albion y llega al clásico con solo un punto de nueve posibles y muchas dudas en el funcionamiento.
Si cuando se hizo el sorteo del Campeonato Uruguayo alguien decía que Peñarol iba a llegar a la cuarta fecha en el clásico ante Nacional con estos números y este contexto, pocos le creerían.
El último campeón, el que mantuvo a su entrenador y muchas de sus figuras, solo tiene un punto de nueve posibles y lo más preocupante es que deja muchas dudas desde el funcionamiento de juego.
Eso sí, y hay que ser justos, el primer tiempo de ayer ante Albion fue lo mejor de Peñarol en este 2022. Se pareció al del año pasado y mostró muchas de las cosas que lo habían llevado al título y a pelear la Copa Sudamericana: velocidad, dinámica, transiciones rápidas y juego asociado.
Sin embargo, ni así le alcanzó. Ayer se fue al vestuario empatando con una desatención defensiva en una pelota quieta y cuando Albion ni siquiera se había aproximado al área.
Pero antes de eso había jugado muy bien. Incluso marcó uno de los que factiblemente esté entre los mejores goles de este campeonato. A los 12’ el Vasquito Aguirregaray llegó hasta el fondo, se sacó dos hombres de encima y puso un centro atrás perfecto para un Pablo Ceppelini que desde el borde del área sacó un volea espectacular que terminó metiéndose en el ángulo.
También hay que valorar lo hecho por Albion, que anoche también sumó su primera unidad en este Apertura. Su entrenador Ignacio Risso detectó que el equipo estaba haciendo agua en la mitad de la cancha y por eso, para el complemento, quemó cuatro cambios de entrada. Y no específicamente para defenderse, pero sí para hacerle sentir el rigor a un Peñarol que en el complemento terminó llenando el área de Yonatan Irrazábal de centros que no llegaron a destino.
Se extrañan algunos nombres como los de Facundo Torres, Jesús Trindade y Gary Kagelmacher; pero también se extrañan algunos rendimientos de jugadores que hoy se mantienen en el plantel. Agustín Álvarez Martínez sigue cerca del gol, pero por falta de puntería o buena actuación del arquero rival, no se le da. También se extraña la explosión de Agustín Canobbio, que parece enchufarse de ratos.
Peñarol necesita de ambos. Y más en este momento, porque ya dejó ocho puntos en el arranque del certamen y una caída ante el tradicional rival puede significar un golpe de KO para un equipo que se preparó con la ilusión de repetir lo hecho el año pasado a nivel local e internacional.
Herramientas tiene y Mauricio Larriera lo sabe. Ahora tendrá una semana para intentar recuperar anímica y futbolísticamente a un equipo que ayer, en los primeros 45’, mostró su mejor versión. El clásico del próximo domingo puede ser un punto de inflexión. Para un lado o para el otro.