TORNEO CLAUSURA
El local impuso condiciones con Alberti y Rodríguez como estandartes y, cuando estaba por abrochar una victoria 2-1 que era de oro, algunos parciales del mirasol obligaron a suspender el juego.
Peñarol fue superado en la cancha por un Boston River que jugó respetando su identidad: el juego asociado, la movilidad y la pelota como premisa para posicionarse en el campo rival.
En los primeros 45 minutos se vio a un aurinegro inconexo que, a pesar de lograr ser compacto y mantener juntas las líneas, nunca pudo quitarle la pelota a un rival que se potencia cuando la tiene. Gargano, que jugó tras la distensión en el posterior del muslo de Cristóforo, estuvo impreciso y su equipo lo sintió.
A su vez, el equipo no logró involucrar en el juego a un futbolista de jerarquía como Lozano, que no mostró su mejor versión. El que ofreció algo distinto fue el “10”: Kevin Méndez mostró destellos de reacción en el aurinegro con desbordes por la derecha y dos remates: uno de tiro libre y otro desde afuera del área. Pero después fue casi todo del Sastre. Alberti fue el patrón de la mitad de la cancha en el equipo de Ithurralde, que manejó los hilos e hizo jugar a sus compañeros.
El papel de Cristian Olivera por la banda también fue importante porque con su velocidad generó espacios y le ganó la espalda a los laterales de manera constante. A los 30 minutos de juego la tomó de aire tras un despeje corto y la colocó en el ángulo izquierdo. Imposible para Dawson. Y el atacante cumplió con la ley del ex. ¿Cómo lo festejó? Corriendo directo a saludar al sector de la hinchada local con los brazos extendidos y su público lo ovacionó.
En el tramo final del primer tiempo, Peñarol avanzó unos metros en el campo de juego y generó imprecisiones en la salida del Sastre, pero no lo tradujo en peligro. Para el complemento Leo Ramos pateó el tablero y mandó tres jugadores a la cancha: Bentancourt; Laquintana y Rossi. Este último tuvo un cien por ciento de eficacia: en la primera pelota que tocó, marcó la paridad y desencadenó el grito de toda la hinchada visitante, que trató de motivar a los futbolistas para ir por el segundo tanto.
Tras igualar el partido, el aurinegro se adelantó unos metros en la cancha y el dominio de la posesión dejó de ser del Sastre, pero ese cambio de mando en el partido fue circunstancial y luego el local volvió a adueñarse del encuentro.
A ocho del cierre, Ramos le cometió una insólita falta a Villa en el área y llegó el penal para el Sastre. Leodán González fue a revisar al VAR y en el Viera se palpitaba un clima raro en una tribuna visitante por el comienzo de los incidentes. Luego llegó el penal y gol de Agustín Rodríguez que sentenció el partido. ¿Por qué? el árbitro recibió la notificación de que no estaban dadas las garantías para continuar y se dio por suspendido a tres del final.
En un duelo clave para la clasificación a la Libertadores, el protagonismo fue de algunos parciales violentos.