Errores, nerviosismo y falta de atención: las claves de una derrota que lo deja mal parado a Peñarol en la Copa Sudamericana

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Peñarol-Athletico Paranaense. Foto: Estefanía Leal.

SEMIFINALES

El equipo de Mauricio Larriera perdió 2-1 con Athletico Paranaense, hipotecó gran chance del pasaje a la final y ahora deberá ir a Brasil en busca de una hazaña.

Una semifinal de Copa Sudamericana requiere un máximo nivel de concentración para poder lograr un buen resultado. Peñarol no lo tuvo, cometió errores graves y terminó perdiendo el partido de ida de las semifinales con Athletico Paranaense por 2 a 1 en el Estadio Campeón del Siglo.

La ilusión era gigante. En los jugadores, en los hinchas, en todo el pueblo carbonero. El objetivo mirasol era pegar primero en su casa para luego ir a Curitiba y definir la serie en el Arena Da Baixada, donde nunca pudo ganar.

Pero esa meta de corto plazo no se cumplió y ahora, el equipo de Mauricio Larriera deberá viajar a Brasil con una doble obligación porque depende de una hazaña para avanzar a la final del torneo continental.

Es que la noche comenzó muy mal para el aurinegro. Fiel a su estilo, ese que por momentos muestra muchas virtudes y por otros, algunas falencias, el equipo comenzó con la tenencia de la pelota y ese exceso de pases cortos le costó caro. Jesús Trindade la jugó mal hacia atrás, Kevin Dawson tuvo la opción de reventarla, pero abrió a la izquierda para Juan Manuel Ramos y el duraznense perdió el balón en la salida. Centro al área, cabezazo de Guilherme Bissoli y golazo de chilena de David Terans al minuto de juego para abrir el marcador.

Peñarol-Athletico Paranaense. Foto: Estefanía Leal.
Peñarol-Athletico Paranaense. Foto: Estefanía Leal.

Baldazo de agua fría en el Campeón del Siglo. Ni el más pesimista de los hinchas de Peñarol imaginaba algo así. Pero sucedió. Y el carbonero tuvo que rehacerse, tuvo que ir al frente y tuvo que salir a jugar. Lo hizo y fue con su libreto. Con dinámica, con intensidad, con la pelota por abajo y utilizando mucho las bandas.

El mirasol entró rápido en partido y se adueñó del trámite, pero estaba en desventaja y eso lo obligó a doblegar esfuerzos. Ese esfuerzo lo hizo un equipo liderado anímica y futbolísticamente por un Walter Gargano que estuvo a la altura de las circunstancias, pero que otra vez careció de compañía en un deporte colectivo que necesita de otras piezas para que un sistema funcione y pueda cumplir con su cometido.

Pero así y todo hubo chispazos y cuando se juntaron Agustín Canobbio, Facundo Torres y Agustín Álvarez Martínez apareció lo mejor del equipo aurinegro que a los 21’ y tras pase del 10 llegó al empate con un gol del canario, que llegó a 10 en la Copa Sudamericana y a 20 en el Campeón del Siglo para igualar a Cristian Rodríguez como máximo anotador carbonero en el escenario inaugurado en marzo de 2016.

Con el empate, con el empuje de su gente y con mucho fútbol e intensidad, Peñarol elaboró varias jugadas interesantes en el ataque, dominó a Athletico Paranaense y mereció mejor suerte en la ofensiva, pero otra vez careció de profundidad y se fue al descanso con ese 1-1 que dejaba muchas interrogantes porque el equipo de Larriera era muy superior, pero no podía revalidar esa superioridad en el marcador jugando en su casa.

Para el complemento, Mauricio Larriera mandó a la cancha a Valentín Rodríguez por Juan Manuel Ramos, quien tuvo muchos problemas para defender y que no pudo sumarse al ataque para acompañar las ofensivas del equipo. El juvenil tuvo un buen ingreso y le cambió la cara al sector izquierdo de la ofensiva, pero también fue importante a la hora de defender.

Pero Peñarol no logró sostener su juego. No pudo vulnerar a un Paranaense que se defendió muy bien y que encima fue efectivo porque a los 74’ apareció Pedro Rocha para rematar cruzado y poner el 2-1 del visitante. Otro balde de agua fría en el CDS.

Peñarol-Athletico Paranaense. Foto: Estefanía Leal.
Peñarol-Athletico Paranaense. Foto: Estefanía Leal.

El carbonero fue al frente, pero con muy pocas ideas. Ni el empuje y aliento de su gente pudo hacer que el equipo reaccionara. El 2-1 complica a un Peñarol que recibió un golpazo a la ilusión y que ahora viajará a Curitiba para buscar un milagro. Deberá mejorar y mucho si es que pretende conseguirlo y avanzar a la final.

Las claves de una derrota que puede ser decisiva

La concentración. Los errores de Peñarol no fueron técnicos ni futbolísticos, fueron de atención. Primero para jugar la pelota mal hacia atrás posibilitando luego el primer gol de Paranaense y después por defender en su área, dejar libres a varios rivales y permitir un remate de media distancia que le dio a la visita el 2-1 que fue definitivo.

La intensidad. El equipo de Mauricio Larriera, tras recibir el gol de Terans, mejoró y mostró un gran nivel durante la primera parte. Fue intenso, generó fútbol por las bandas y llegó al arco rival, pero no tuvo profundidad para dar vuelta el marcador ante un rival que se defendió muy bien.

Un flojo complemento. Cuando Peñarol pudo solucionar en parte los problemas defensivos y alejó a Paranaense del arco de Dawson, en el ataque se quedó sin ideas. Nicolás Gaitán ingresó e hizo su debut, pero está falto de fútbol y las soluciones no aparecieron en el banco.

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