ENTREVISTA

Sucedió todo muy rápido. De un día para otro, Federico Andueza se fue a dormir con la angustia de que Joaquín, su primo, había decidido suicidarse. Se encontró con el baldazo justo después de perder con Atlético Tucumán por 1-0.

La vuelta a Junín no le fue fácil. Los días siguientes tampoco. Su familia, del otro lado del charco, amaneció con la novedad, pero prefirió no contarle hasta la noche. La noticia coincidía con el cumpleaños de su prima.

"Era el hijo de la hermana de mi madre. Somos muy unidos en mi familia. Yo no los veía mucho por estar afuera, pero somos todos muy cercanos. Creo que a ellos les pegó más porque están todos allá, en Uruguay. Yo no pude estar en el velorio ni nada", reconoció a Ovación.

Por su profesión, no tuvo más remedio que quedarse en Argentina y acompañar el dolor desde lejos, sabiendo que el fin de semana llegaba la hora de calzarse los botines. Se aferró a su pareja y junto a ella llevó el sufrimiento en silencio.

Pasó una semana. El calendario marcaba una parada difícil: viaje de dos horas y media hasta Núñez para enfrentar al River Plate de Marcelo Gallardo. Primera vez que pisaba el Monumental y primer desafío como futbolista en un estadio copado por más de 70.000 personas.

Lejos de achicarse, Andueza lo tomó como una revancha para llevar su grito de gol hasta el cielo. Se desahogó, desnudó que detrás de su piel de futbolista aun quedaban rastros de un joven quebrado en llanto y esta vez el resultado lo acompañó. "Nosotros veníamos jugando bien los partidos anteriores y no se venían dando los resultados. Este partido con River era muy difícil. Había pasado lo del anterior, que no había estado bueno", dijo, en referencia al 0-7 que sufrió su equipo en la pasada visita de River a Junín.

Este último domingo le salieron todas: ganó todos los duelos aéreos que tuvo, fue el jugador de Sarmiento con más despejes (8) y se coronó con un gol de cabeza que hizo historia. El partido terminó 2-1 y fue la primera vez que la institución le ganó a River en el Monumental.

"Fue una alegría hacerle un gol a un equipo grande dada las circunstancias familiares que se me estaban dando. Por muchas cosas, fue un desahogo tremendo", expresó a Ovación.

En su carrera, habían sido contadas las veces en las que se había retirado de una cancha con la suerte de convertir. Así que cuando la pelota tocó el fondo de la red, no dudó en correr derecho a la cámara para dedicarle el gol a su primo: "Antes, cuando iba escuchando música, pensaba alguna cosa, pero (el festejo) me surgió en el momento. Justo era el cumpleaños de mi prima y toda mi familia lo estaba viendo, así que fue una emoción bárbara".

A la sangre fría de este futbolista de 25 años, que en la cúspide de su carrera brilló ante uno de los grandes de Argentina, se le mezcla la sensibilidad de un joven aún que aun extraña a su familia y, cada vez que puede, pega la vuelta a Uruguay. "Se extraña mucho la familia, (el lugar) de donde salí. Pero estoy muy contento con el presente. Uno siempre quiere crecer y mejorar en todo lo que se pueda".

También la madurez: "Cuando sos chico, jugás al fútbol y es lo más lindo porque te divertís. Cuando llegas a Primera, te das cuenta que ya no es tanto divertirse. Obviamente, que siempre está la pasión, pero empiezan a jugar otras cosas también: te empezás a dar cuenta de que es un trabajo cuando firmás tu primer contrato, que hay dinero de por medio, repercusión, gloria, prestigio, que son cosas que también juegan. Están las cosas feas del fútbol, que es el negocio sí, que hay muchos intereses. Esas son las cosas que te vas dando cuenta más de grande".

Y es que, detrás del 16 de Sarmiento se esconde un pibe al que todavía apaña su familia, que trabaja "mucho en lo psicológico", pero que también goza de un buen presente futbolístico y de la tranquilidad que le da Junín, una ciudad de 93.000 habitantes, comparable al interior de Uruguay. 

"El fútbol es medio una locura. Al hincha de fútbol le cambia mucho si el equipo gana o pierde. No se dan cuenta que los jugadores son personas y también tienen familia y que al otro día van a comprar al mismo supermercado que va el hincha. A veces puede parecer raro, pero es así. A veces la violencia está muy a rajatabla en todos los países. Acá en Argentina y en Uruguay creo que hay bajar un cambio en ese sentido".