Por Diego Domínguez
Empezó el año con el pie izquierdo. Llegó a Nacionaly al quinto día de pretemporada apareció la primera piedra: un desgarro en el cuádriceps izquierdo. Al mes la siguiente pesadilla, esta vez en el sóleo de la pierna derecha.
Federico Martínez regresó a Uruguay con planes de darle un nuevo giro a su carrera deportiva. Tenía una misión: cambiar la cara, recuperar la confianza que había perdido en León de México y, sobre todo, regresar a su mejor versión. Esa del jugador decisivo y con participación en Liverpool. La del mismo que en 2021 entró en el radar de la selección uruguaya y que a fines del año pasado fue seducido por el proyecto que encabeza Ricardo Zielinski en Nacional.
No la ha tenido nada fácil, y todavía no ha podido cumplir con sus expectativas. Pero lejos de bajar los brazos, el número siete de Nacional entrena pensando en el mañana y se prepara para un nuevo intento. El tercero en tres meses: “Nunca me había pasado algo así. Me desesperé. Le busqué mil vueltas. Fui a los médicos de Nacional, a especialistas de salud bucal, porque escuché que también podía ser un tema de la boca, empecé a buscar por todos lados. También en lo espiritual. Buscaba un millón de cosas porque en lo personal decía: ‘Me cuido, entreno bien, descanso bien’. No le encontraba explicación”.
Las charlas con sus amigos, los intercambios con su familia y las consultas a sus compañeros de equipo se volvieron moneda corriente a partir de su nuevo estado. De la noche a la mañana Martínez había pasado de ser aplaudido por el Gran Parque Central un 10 de febrero a perder la pulseada contra un desgarro días después. Sí, ese maldito desgarro del que ya tanto había escuchado hablar un mes antes. “Cuando estás en Nacional querés jugar, solo con cobrar no alcanza. Es mentira eso de que si no jugás decís ‘ah, pero estoy en Nacional’. Es como cuando vas a la selección, que es hermoso, pero querés jugar. Lo disfrutás, pero también es parte de la competencia interna que tiene uno y de las ganas de demostrar. Te frustra no poder hacerlo cuando uno le dedica todo a esto”.
Cobrar su sueldo sin jugar desde prácticamente el comienzo del año no lo hizo sentir a gusto. Todo lo contrario: desde el primer momento intentó justificar la apuesta que hizo Nacional por él y también buscó aprovechar el momento como un trampolín para revalorizarse. Como no lo estaba consiguiendo, decidió hablar con su coaching deportivo y desahogarse: “Él te da las herramientas y te dice que lo que pasó, pasó y que tenés que encarar lo que viene. A mí, como nunca me había pasado y me pasó dos veces, me costó tres o cuatro días encarar del todo la lesión. Hablé con el psicólogo y lo vi con otra mentalidad, con otra cabeza. Porque eso (por las lesiones) no lo podés cambiar y tenés que enfocarte en la recuperación”.
En esos intercambios se esconden algunos de los secretos más personales que guardó Martínez en este tiempo para afrontar con la mayor serenidad posible los dos sacudones que sufrió entre enero y febrero: “A veces uno no se da cuenta, se piensa que es pérdida de plata, pero con un psicólogo o un coaching deportivo estás invirtiendo en vos. O si no te sentís muy bien y pagás un profe por afuera, que es parte de lo mismo”.
El PlayStation, que antes suplantaba su terapia, hoy quedó en el olvido. Ya hace más de un año que no lo toca, aunque durante la pandemia, mientras vivía con su perro en un apartamento de Rosario (Argentina) fue su mayor vicio.
Semanas después de haber cumplido los 27 años, Martínez parece haber entrado en su mayor momento de madurez personal y profesional. Dice que le es indispensable recibir ayuda profesional. “Me parece que está bueno invertir el tiempo en uno. Vos te pagás un psicólogo o un coaching deportivo y es parte de la inversión que hacés para desahogarte. No es lo mismo desahogarte con un amigo, que también está bueno, porque el coaching te da otras herramientas para manejarte”.
“El jugador va creciendo y va madurando a veces más rápido que una persona normal por la presión o lo que lo rodea. Yo me he dado cuenta que esa inversión es necesaria. Nacional tiene psicólogo nutricionista, todo. Pero si te encontrás en otro equipo que no los tiene y tenés la posibilidad, está bueno invertir en eso (...) Si me pongo en el lugar de un hincha, no me fijo si aquel tiene problemas afuera o no. Yo quiero que el equipo gane. La gente se desvincula y no se da cuenta. El hincha quiere que el equipo gane. Después lo otro no le interesa”, explicó.
Está a la orden para el sábado
Esta semana, el puntero de Nacional volvió a hacer fútbol con sus compañeros y ya está nuevamente a la orden de Zielinski para jugar el próximo partido el sábado, en Maldonado contra Deportivo. No estaba disponible desde el 18 de febrero, cuando se lesionó enfrentando a Plaza Colonia, y ahora los pendientes son varios. Los deseos unos cuantos más. Y su principal candidato para cumplirlos en la cancha sigue siendo el mismo: Juan Ignacio Ramírez. “Hoy en día, con el Colo es con el que más me entiendo. El tema es que no nos ha tocado jugar juntos. Yo al principio jugaba y él era suplente y después cuando a él le tocó jugar, yo me lesioné”, recordó. “Me entiendo mucho. A veces me pasa de tirar centros de memoria y ya saber que él está ahí”.
La experiencia en la selección uruguaya
Durante sus dos pasajes por la selección uruguaya, Óscar Tabárez dirigió a un total de 167 jugadores e hizo debutar a 99, entre los que se encontraba Martínez.
Al consultarle por la experiencia, el futbolista se tomó unos minutos para reflexionar y con una respuesta breve, pero concisa, dio a entender la importancia del legado que dejó el DT: “Yo del maestro qué te voy a decir?”.
“Más allá de lo futbolístico, él pregunta mucho por lo personal. Estoy agradecido. Me dio la oportunidad que todo jugador sueña, que es defender a la selección de su país y debutar”, indicó.
También recordó una anécdota del día de su debut en el Campeón del Siglo, donde jugó solo nueve minutos, pero lo hizo con un número simbólico para la selección uruguaya. “Justo se lesionó (Diego) Godín y me puso en la planilla con la 3. Godín usa (talle) L y yo, que soy más chico, le dije al utilero que me diera una M y me dijo: ‘Lo que pasa que nos la mandan así. Como es la camiseta de él, no tengo M’. Y jugué con la L. Me quedaba enorme, también el short, todo me quedaba grande”, recordó.
Su opinión sobre Zielinski
Antes de que se confirmara su llegada a Nacional, Martínez recibió una llamada de Zielinski, quien le contó cómo lo imaginaba en el proyecto. “Está atento. Él participa en las prácticas todo el tiempo, pero no es que se te pone a charlar como amigo. Es de palabra justa. A mí constantemente me pregunta ‘¿cómo estás?, ¿cómo te sentís?’”, contó.