El paraguayo Federico Santander quedó libre de Nacional luego de un año que estuvo salpicado por golpes emocionales y en el que mostró su chispa goleadora para ser héroe frente a Peñarol. Ahora, analiza su futuro con calma, agradecido a Balbi, y ve en Tulbovitz la figura de un motivador. A continuación, un resumen de la charla con Ovación.
-¿Qué balance hacés del año?
-Mirando en los aspectos positivos y futbolísticos, creo que estuvo bien. Los dos clubes grandes estuvimos sobrados para el torneo porque la cantidad de puntos que hicimos fue abismal. De Premier League prácticamente. Hubo una buena competencia y nosotros también les exigimos a ellos que en cada partido tuvieran que ganar, así que, en ese sentido, fue lindo.
-Por momentos te costó.
-No fue fácil la primera parte del año porque yo venía muy bien, me lesioné y se demoró un poco la recuperación. Se hablaba mucho. Y al final tuve la chance de hacer mi primer gol (del 3-3) contra Defensor Sporting y me pude descargar.
-Y al poco tiempo se dio el problema de salud de tu hijo. ¿Cómo lo viviste?
-Primero hablé con Martín. Le comenté la situación porque ya desde Paraguay me venían advirtiendo. Tuve el permiso para viajar porque era extremadamente urgente. Imagínate: agarré todas mis cosas y me fui porque no sabía si iba a volver. Le dije a Seba (Eguren) que ponía a disposición mi contrato si querían y me llamó el presidente (Balbi) y me dijo que no. Que tenía todo el apoyo de él, que me iba a esperar hasta lo último, así que por eso estoy muy agradecido.
-¿Te llegaste a sentir culpable?
-Sí. Es tu hijo y uno hace todo por él. En mi situación, la mayoría hubiera hecho lo mismo. Cuando volví, con la angustia que tenía, mi cabeza estaba mitad-mitad. No quería que pasara nada de vuelta.
-¿Qué sentiste con lo que le pasó a Juan Izquierdo?
-Yo todavía no lo puedo creer. Cuando el médico, en la concentración, nos dijo que no había más solución, fue un momento muy duro. Se hizo lo que se pudo y creo que Juan desde arriba nos dio un empujoncito para salir adelante y al menos pelear hasta el final. No sé cómo explicarte. Él siempre estaba en la utilería tomando mate. Era un tipo muy positivo y un gran compañero. Lo de Juan te da la enseñanza de que hay que vivir la vida todos los días al máximo, disfrutar, estar con la familia, decirles lo que sentís porque el día de mañana no sabés que puede pasar.
-Tuviste un gran promedio goleador. ¿Lo mejor de tu año fue el gol a Peñarol?
-Sí, fue una locura. No sé la cantidad de mensajes que recibí. El clásico uruguayo se ve y tiene repercusión en todo el mundo.
-Vos no sos mucho de las redes, pero hace poco te abriste una cuenta de Instagram, ¿por qué lo hiciste?
-Abrí justamente por la gente, porque había mucho cariño y quería saber si era cierto, ja. Lo abrí para eso justamente.
-¿Cómo eran esas charlas en las que el profe Tulbovitz los juntaba a todos?
-Es un motivador nato. A veces, un día antes del partido nos juntaba en la concentración, hacía su charla y sus palabras activadoras te daban ganas de salir a jugar ya y que el partido fuera ese mismo día.
-¿Qué va a ser de tu futuro, ya que no seguís en Nacional?
-La verdad que todavía no sé nada. Tengo tiempo todavía, así que voy a ver si encuentro algo interesante ahora, en enero. Si no, me prepararé y esperaré al mercado grande, que es en junio. En lo profesional, con lo poco que jugué, tuve un año bueno e hice goles y, en lo humano, aprendí muchas cosas.
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