Es difícil escucharlo al otro lado del teléfono y las llamadas por internet a otros continentes a veces se cortan. Defensor Sporting le dio vacaciones y lo primero que hizo fue tomarse un avión, pero Fernando Elizari no viajó a Qatar pese a que su selección fue campeona del mundo, sino que se fue a México. Tiene que alzar la voz para superar las risas de sus dos hijos que se cuelan en la llamada. Tomó un vuelo hacia Cancún para disfrutar de la playa, contento con la renovación con la violeta y muy cómodo con el club y el país. Pero ya cerró las vacaciones para volver a su Quilmes natal y pasar las fiestas en familia.
En esa ciudad se crió y asistió al equipo del baby a unas cuadras de su casa, mucho antes de ser campeón de América, jugar en Malasia o ser dirigido por Diego Maradona y Sebastián Beccacece. La misma en la que las calles lo encontraron peloteando con Diego y Gabriel Milito, sus primos. Grandes estrellas y parte de una familia muy futbolera, Fernando y su mellizo pasaron rápidamente a cancha de 7 y luego de 11. Compartían cada paso en este deporte hasta que varias lesiones obligaron a su hermano a tomar otro camino. Ahora analiza los partidos de Fernando y es su fan número uno.
Las juveniles fueron en el barrio para Fernando, pero antes de debutar en la Primera de Quilmes, el equipo se fue a la “B”, así que el volante se fue un año a préstamo a la reserva de Independiente, pasaje que le sirvió para agarrar ritmo y sumar minutos. Al año siguiente el Cervecero ascendió y Omar de Felipe manda a Elizari a la cancha. “Lo recuerdo como si fuese ahora. Me toca debutar contra San Lorenzo en su cancha. Perdíamos 2-1 y terminamos empatando al final. La cancha estaba llena”, recuerda del día que entró faltando 20’.
Su próximo club dejaría de ser coincidencia. “Al otro torneo les hice gol (a San Lorenzo) en cancha de Quilmes y nos lo dieron vuelta, pero había andado bien”. El Ciclón no perdió el tiempo y aquel tanto fue el empujón final para pelear con Racing y Lanús, que también querían a Elizari. Pero San Lorenzo, que venía de salvarse del descenso, ganó la pulseada para que diera el salto de calidad. En ese momento llegó a un plantel con jugadores de renombre como Ortigoza, Romagnoli, Torrico, Buffarini y Cauteruccio.
Campeones del torneo local bajo el mando de Juan Antonio Pizzi, clasificación a la Libertadores y al otro año campeones de América, primera en la repisa del Ciclón. Si bien no le tocó jugar mucho y ese día fue al banco, tiene los mejores recuerdos de aquel día.
“Tratás de disfrutarlo y tomar la dimensión que eso tiene, por ahora es la única del club y lo valorás más cuando va pasando el tiempo”.
Tras aquella experiencia tuvo un paso por el O'Higgins de Chile y regresó a Argentina para jugar en Unión de Santa Fe. Fernando decidió no continuar. Surgieron algunas propuestas, entre ellos la del Cerro de Rolando Carlen, a quien ya conocía de haberlo tenido como ayudante de Pizzi en el Ciclón. Le gustó el proyecto y sabía que la “B” iría televisada, así que aceptó.
“Tuve la posibilidad de jugar bastante. Después vino el Rifle Pandiani, que nos levantó mucho, terminamos bien. Merecíamos por ahí un poco más, nos quedamos en la semifinal por el ascenso”, dice de cuando el Villero perdió el playoff ante Defensor.
Una vez más lo vendrían a buscar luego de haberlo visto como rival. Sumarse al violeta fue un paso “importante” para el argentino porque significaba volver a jugar en Primera y en un club que le habían hablado muy bien. “Fue una linda decisión, es un club súper ordenado, familiar que hace muy bien las cosas. Este año el objetivo principal era mantenerse, pero además clasificamos a una copa (Sudamericana) y pudimos salir campeones de la Copa Uruguay, cerramos el año de la manera que merecíamos“.
Voto de confianza
Su contrato finalizaba el 31 de diciembre y hacía tiempo que la directiva le había manifestado la intención de que continúe. Peñarol fue uno de los que intentó con sus allegados, pero Defensor logró mantener en casa a una de sus figuras en el mediocampo. Perfil bajo, pero experiente y rendidor. El cuerpo técnico iba a seguir y Elizari tenía el visto bueno, así que renovó por un año. “Me estaban apareciendo algunas cosas, pero puse en la balanza lo cómodo que estoy en el club, lo bien que me tratan desde el día que llegué. Estamos muy cómodos en el país. Fue darle un cierre rápido a la decisión, también con la tranquilidad de poder irme de vacaciones y saber que uno vuelve con un lugar definido. Estoy muy contento de poder seguir un año más en el club”.
Diego Maradona como DT no tenía "palabras raras" ni "vueltas"
Cuando le dijeron que iba al club donde estaba Diego Maradona no hizo preguntas. Sacó el pasaje, a los días viajó a México y se unió a Dorados de Sinaloa. “La experiencia con él fue espectacular. El día a día, cómo disfrutaba los partidos, el hecho de que te diera una indicación. Te tirabas de cabeza. Como persona un genio y como DT también. Era muy detallista. Toda la semana estaba muy encima del jugador, se enfocaba mucho en nuestro equipo, más que en el rival. Después había un ayudante argentino se encargaba un poco más el tema de la táctica y análisis del rival, pero él era de enfocarse en darle mucha confianza al jugador”, recuerda Fernando de sus seis meses con del ídolo argentino. “Muy claro en los mensajes, no te he daba vueltas, no había palabras raras. Era muy directo, muy serio en lo que él quería”, añade. Ese año les fue muy bien, pero no pudieron lograr el ascenso a Primera.
Cuenta Elizari que todos los días antes de entrenar se sentaban 15 minutos y el DT se ponía a charlar y contar anécdotas. “Preguntaba cómo estábamos, nos decía que valoremos lo que hacíamos, el poder jugar al fútbol”. Guarda fotos, camisetas y firmas que aprovechaba a recolectar cuando ganaban. Mucha gente con la que no hablaba hacía tiempo le escribió cuando tomó conocimiento de esta cercanía. “De momento te das cuenta, pero después él hacía sentir a todos tan amigos que no tomabas dimensión de lo que estaba pasando. La primera vez me agarró un escalofrío por el cuerpo que es terrible, que nunca me había pasado, esa sensación rara, pero después te hace sentir tan cómodo, que era uno más”.
Ante la eterna inevitable comparación, Fernando explica que a Diego no lo vio jugar en vivo, pero conocerlo como persona “suma un montón de puntos”. Como contemporáneo de Messi, Fernando lo define así: “Una cosa de locos”. “La gente lo toma tan natural, pero uno que juega al fútbol, sabe que hace cosas imposibles. Quería que Argentina salga campeón porque soy de ahí, pero también quería que lo hiciera por él, porque se merece culminar de esa manera con la selección, ganando un Mundial”.
Privilegiado en consejos
Aunque se llevan 10 años, Quilmes podía encontrar tranquilamente un fútbol cinco en la calle: Fernando Elizari, su mellizo, Gabriel Milito (actual DT de Argentinos Juniors) y Diego, más algún otro primo que se quisiera sumar. La mamá de ambos exfutbolistas de la selección argentina es la hermana del padre de Fernando. “Una familia futbolera que sabía lo que eran las juveniles, el esfuerzo que todo eso llevaba. Mis padres son padrino y madrina de cada uno de ellos. Yo soy padrino del nene más chico de Diego y Gabi es padrino de mi nene más chiquito”, explica. Tienen una relación muy cercana y comparten cumpleaños y fiestas de fin de año. “Siempre están atentos a ver cómo me va, siempre con un mensaje, así que ahora pasaremos todas las fiestas juntos.
Tener a dos figuras de este calibre no es para hacer oídos sordos, así que siempre hubo consejos de parte de los primos. “Sé el cariño que me tienen y que todo es para mejorar. Además lo que fueron como jugadores. Si me dicen algo es porque saben del tema. A Diego lo enfrenté dos veces cuando yo estaba en San Lorenzo y a Gabi no lo enfrenté como jugador, pero sí como técnico. Yo jugaba en Defensa y Justicia y él era el técnico de Independiente”. Con Diego van uno a uno y están a mano. “Con Gabriel estoy arriba, le debe haber quedado esa espinita”, dice entre risas y confiesa que el clima fue tenso unos días después. Las bromas en las comidas familiares tuvieron que esperar.
Su segundo salto al exterior fue a Malasia. Fernando estaba en Defensa y Justicia y el representante tenía llegada al Johor. Buscaban un jugador en su posición y tenía vía libre para salir del club por seis meses. Le pareció un buen desafío luego de que Chile no había significado la mejor experiencia porque las cosas no habían salido como esperaba y podría haberlo aprovechado de otra manera. La prueba de Asia estuvo bien. “Salimos campeones de la Liga de Malasia y lo disfrutamos un montón, si bien son costumbres e ideologías totalmente diferentes no es que te inculcan algo”, explica Elizari. Había varios jugadores argentinos, el técnico y los directivos eran españoles, así que la adaptación fue bastante fácil, y en la ciudad hablaba en inglés. “En el día a día se hacía muy lindo, la ciudad es muy grande y tenía muchas cosas para recorrer”, recuerda Fernando de la que fue una experiencia diferente, y añade: “Había un momento del entrenamiento que se cortaba, sonaba una alarma y se ponían a rezar en el medio. Los primeros días por ahí me parecía raro, pero a la semana te acostumbrás”.
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