Flaco Fernández: quiere seguir jugando a los 38, la defensa a Tabárez y un diálogo particular con D'Alessandro

El futbolista de 38 años se mostró abierto para conversar sobre distintos temas: defendió al maestro, habló sobre el futuro de su carrera profesional y lamentó su salida de Plaza.

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Álvaro Fernández
Álvaro Fernández, futbolista de 38 años.
Foto: Archivo El País

Allá bien al oeste, por Agraciada, departamento de Colonia, vivía un flaquito entre las 500 personas que componían el pueblo a fines de la década del 90. Era Álvaro Fernández, que en poco tiempo dejó de ser llamado por su nombre y apellido y pasó a ser conocido por su apodo.

Compartía cuarto con su hermana, cuatro años mayor, y no había actividad en la que no la espejara. Carreras en bicicleta, resistencia abajo del agua de la piscina y juegos que empezaban con una risa y terminaban en lágrimas o rodillas rotas. Hacía de todo con ella. Cuando no, era porque estaba con sus amigos jugando al fútbol.

Así, lejos de todo y en una casa invadida por recortes de la revista El Gráfico, se crio él. El hombre al que hoy, con 38 años, le duele la forma en que Plaza Colonia lo despidió, pero que todavía sigue con la ilusión de seguir jugando un año más profesionalmente.

A la espera de una propuesta, El Flaco se animó a levantar la voz y, como es habitual, se abrió para hablar de causas sociales y otras cuestiones ajenas al mundo del fútbol

— ¿Cambia mucho la forma de entrenar a los 38 años?

— Sí. Cuando uno es chico no para. Me pasa con mis hijos, que, aunque están más con la tecnología, tienen una hiperactividad impresionante. Cuando uno va creciendo, le pasa lo mismo en el fútbol: cuando empezás, entrenás con una energía diferente que cuando tenés una edad más avanzada. Si bien a mí me gusta entrenar a la par de mis compañeros, obviamente que algunos trabajos ya no los puedo hacer con la intensidad que lo hace un chico de 20 años.

— Viviste en México, China, Estados Unidos, Chile, Catar, Argentina, en ciudades de todo tipo de lujo y color. ¿Seguís prefiriendo a Agraciada?

— Es que hay cosas que no podés comprar o trasladarlas a otra ciudad. El calor de tu familia, tus amigos, el lugar donde creciste... Hay cosas de Agraciada que Seatlle, que fue la ciudad más linda en la que me tocó vivir, no las tenía. Fue un lugar ideal para poder pasar la infancia.

— Esa tranquilidad de pueblo se contrasta con los flashes y toda la repercusión mediática que generaron ustedes con la selección uruguaya después de Sudáfrica 2010. Pero a veces esa fama dura muy poco. ¿Cómo la manejaste?

— Es un tema con el que convive el jugador de fútbol. A veces, es mucho más fugaz y no precisás que pase un año, sino que es de un fin de semana al otro. Un fin de semana sos rubio y de ojos celestes y todo el mundo habla bien de vos, y al otro no podés jugar más al fútbol. Por suerte, en esa época que nos tocó a nosotros, las redes no estaban a flor de piel. Hoy en día, es muy complicado para las nuevas generaciones que consumen mucho ese tipo de cosas. También sabemos que, como jugadores de fútbol, tenemos un tiempo de vencimiento y que los amigos que antes eran 200 capaz que ahora son tres o cuatro de Agraciada que estuvieron siempre. Es complicado, pero hay que saber manejarlo.

Wanderers vs Plaza Colonia
Álvaro Fernández jugando para Plaza Colonia.
Francisco Flores/Archivo El Pais

— Te he escuchado decir en varias oportunidades que el fútbol es un negocio. ¿Lo seguís pensando?

— Sí, es que el fútbol es un negocio.

— ¿Por qué?

— Más allá de ser el deporte más hermoso de todos, es un negocio. Ya lo ves con niños de 10, 11 años, que los vienen a captar. Ya se está perdiendo hasta en el baby fútbol que los niños jueguen para divertirse. Los mismos padres hacen videos y ya los están promocionando. A veces, nos olvidamos que son niños y que para eso van a tener mucho tiempo. Es un negocio que mueve mucha plata y hay gente expectante para poder sacar provecho.

— Tenés hijos de 10 y 12 años. ¿Cómo hacés para explicarles a ellos la importancia que tuvo Óscar Washington Tabárez en tu carrera?

— Es complicado. Yo siempre les hablo del maestro, no en lo futbolístico ni en lo táctico, sino como persona. Era siempre de preocuparse por el de al lado, la familia, agradecer a cada uno que hiciera algo por vos, dar las gracias, saludar, decir “buen día”. Todas las cosas básicas que tienen que estar en todas las casas, pero que se habían perdido. El jugador de fútbol a veces tiene mucho ego y está en su mundo y se olvida que termina siendo una persona como cualquier otra. Creo que lo de él fue volver a las raíces, empezar de abajo desde lo básico y es un legado que hasta el día de hoy se mantiene. Si escuchás hablar a cualquier jugador de la selección ahora, es un placer por cómo se expresan, cómo hablan, cómo tratan a la gente que les pide una foto o un autógrafo.

— Parecen haber dos visiones en esto. Unos que destacan a Tabárez por su legado y dicen que “normalizó” que Uruguay se clasificara al Mundial y otros que aseguran que desperdició a una “generación dorada”. ¿Vos dónde te parás?

— A mí, me parece que es lo primero. Que preparó todo un terreno para que hoy la selección tenga la base de jugadores que tiene, más allá de que el único título que se logró haya sido el de la Copa América. Vos veías a Uruguay y sabías que podía ser protagonista o llegar a instancias finales y por qué no ganar. Devolverle la ilusión y la identificación a la gente de Uruguay con la selección fue espectacular. Yo no me olvido que, cuando recién arrancaba en la selección, la barra de la Ámsterdam pedía por el Cebo (Cristian Rodríguez) y la Colombes por el Loco Abreu. Hoy en día, eso no pasa. Que algo como la selección pueda unificar a todo un país me parece fantástico.

Álvaro Fernández celebrando uno de los goles frente a Sudáfrica. Foto: Gerardo Pérez.
Álvaro Fernández celebrando uno de los goles frente a Sudáfrica.
ARCHIVO EL PAIS

— ¿Creés que estuvo bien su salida de la selección o fue apresurada?

— Para mí, el maestro se había ganado el derecho de poder terminar esa Eliminatoria. Estoy convencido de que con el maestro íbamos a clasificar igual al Mundial. Se había ganado el crédito de poder hacerlo. Llegó el Tornado (Diego Alonso), nos clasificó muy bien a la Copa del Mundo, pero no nos fue como todos esperábamos. Hacía mucho tiempo que no quedábamos afuera en fase de grupos. Pero son decisiones que se tomaron y me imagino que todos habrán creído que era lo mejor.

— ¿Hay alguna frase puntual de él que haya marcado un punto de inflexión en vos?

— Siempre me dio mucha tranquilidad. Me acuerdo que en mi debut con Chile me dijo: “Entrá y hacé lo mismo que estás haciendo en Nacional: marcá, desdoblate, atacá y jugá tranquilo que por algo estás acá. La frase que yo uso mucho es la más conocida del maestro, que es:“El camino es la recompensa”. Uno la analiza y el fútbol es por ahí.

— ¿Marcelo Bielsa tiene alguna similitud con él?

— Sí, en la forma de pensar y en cómo se expresa tienen mucho de parecido. Más allá de que en lo futbolístico son totalmente diferentes, porque el maestro es más de respuesta y Marcelo más de propuesta, en cómo se manejan y la experiencia que tienen son muy parecidosos.

— Has sido un jugador embanderado con diversas causas sociales. ¿Ves necesario que el futbolista marque posición?

— Sí, hay temas en los que tal vez algunos no quieran pronunciarse por comodidad, pero hay otros en los que no hay dos opiniones. Tampoco es que critique a los que no hablan, pero sí me gustaría que fuéramos más jugadores los que nos expresáramos en diferentes aspectos.

— ¿Qué temas son primordiales?

— El tema de los desaparecidos no puede tener doble discurso. Nos tendríamos que pronunciar todos en contra de que no vuelva a suceder y que aparezcan los que faltan.

Lodeiro, Matute Morales y el Flaco Fernández.
Álvaro Fernández con Matute Morales y Nicolás Lodeiro.
Foto: Archivo El País

— Los grandes de acá, a diferencia de River y Boca, tampoco se pronuncian. ¿Qué te genera eso?

— Prefiriría que lo hicieran, por supuesto, pero por algo no lo hacen. No sé si es porque a muchos socios no les gustaría o por la clásica que dicen de que no hay que mezclar política con fútbol. Después, salen con carteles de la paz cuando pasan cosas en otros países, entonces es medio contradictorio. Por suerte, en los últimos clubes que he estado, he tenido esa libertad de expresarme.

— Plaza Colonia fue el último, pero ya se terminó tu etapa. ¿Cómo tomaste la noticia de que no ibas a continuar?

— No la esperaba de esta forma. Todavía estoy haciendo un proceso de aceptación de mi salida porque en setiembre me comunicaron que el año que viene no iba a seguir y fue un golpe duro. Tuve que ir a entrenar tres meses sabiendo que el año que viene no iba a continuar. Después de cuatro años en Plaza y habiendo logrado lo que logramos, que me lo hayan comunicado así, tan fríamente, me golpeó. Pasé dos o tres meses bastante bajoneado y todavía estoy procesando esa salida, que fue desprolija.

— ¿Vas a seguir jugando?

— Estoy con muchas ganas de seguir, sí. El físico me ayuda, no he tenido lesiones graves y he podido entrenar bien todo este tiempo. Estoy esperando alguna chance de Montevideo para, por lo menos, jugar un año más al fútbol profesional. Ya el año que viene me recibo como entrenador, así que luego veré si agarro para ese lado.

Álvaro Fernández. Foto: Mateo Vázquez.
Álvaro Fernández en Colonia jugando para Plaza.
Mateo Vazquez

— A algunos hinchas de Nacional les dolió cuando festejaste el gol que les hiciste. ¿Qué sentiste?

— Me dolió. Nosotros veníamos de perder los dos primeros partidos, peleando el descenso desde el arranque y fue un grito de desahogo. Estaba mi familia en la tribuna, mis hijos, y la gente de Nacional a espaldas mías. Yo lo grité con la gente de Plaza. Si hubiera pasado en el GPC no lo hubiera gritado, pero creo, también, que eso de no gritar los goles se ha hecho más por moda y por el qué dirán. He visto gente que ha pasado seis meses por un cuadro grande y y le hacen un gol y piden disculpas 10’ seguidos. Es un poco hipócrita eso. El respeto va por el otro lado; va por cuando vos firmás contrato, como me tocó a mí con Nacional, y sos profesional tanto dentro como fuera de la cancha.

El pedido de disculpas a D'Alessandro por el estado del Suppici

— Me acuerdo que entró a ese partido y le dije "disculpá", porque que fueran esa clase de jugadores a jugar una cancha que estaba impresionante, pero que con el agua era todo barro... Y me dijo: "No pasa nada, esto es fútbol, vamos a darle". Una humildad impresionante el Cabezón.

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