Flavio Perchman es una enciclopedia de fútbol abierta. Tiene un cuarto ambientado con pelotas, camisetas, reconocimientos, fotos antiguas, acreditaciones y hasta diarios en papel. Es el archivo perfecto para un hombre que dedicó los últimos 25 años de su vida a la representación de jugadores y que se hizo de un nombre en el ambiente.

Perfectamente podría haber sido periodista. Sorprendió a todos en aquel noventoso ciclo de Martini pregunta en televisión, cuando ganó un premio por acertar todas las consultas sobre los clásicos jugados entre 1977 y 1991. Fueron meses y meses frente a cámaras. Pero eso sí: desde el primer momento supo que las oportunidades en ese rubro serían limitadas.

Su profesión le dio amistades, contactos y lo empujó para crecer financieramente cuando todo el Uruguay estaba zumbido en una crisis. También lo hizo perder dinero y quedarse sin teléfono un año antes por no tener para pagar los gastos en llamadas. Llegó a deber US$ 40.000.

De todo eso se curtió, sin perder su fanatismo por Nacional, club del que algún día aspira a ser presidente. Ahora, que cerró la etapa de representación, está dispuesto a dejar el legado en manos de Nicolás, su hijo, para recorrer un nuevo camino. ¿Cuál será el trampolín? Llegar a la directiva.

—Cuando empezaste, los empresarios se hacían de los jugadores a los 18, 19 años como mínimo. Hoy, se los agarra desde el baby, con 12, 13. ¿Qué opinión te merece ese cambio?

—No me gusta tener representación de chicos de 13 o 14 años. Sigo pensando que era mejor el tiempo en el que yo empecé porque había menos margen de error, conocías a los jugadores más hechos, más grandes. La vorágine del mercado actual te lleva a que si no los agarrás de chicos, a los 18 o 19 años ya no te queda ninguno. Tenés un costo económico muy grande desde que arrancan hasta que más o menos tienen una posibilidad de jugar. Ese cambio apareció con los Mundiales de FIFA, que fueron bajando la categoría. Antes solamente había Sub 20.

—En 2001, te cortaron la línea telefónica y terminaste con US$ 40 mil de deuda. Cuando mirás para atrás en tu profesión, ¿en qué pensás que te equivocaste y qué le podés enseñar a tu hijo que va a seguir tu legado?

—Primero: mi vida es mi vida y la de mi hijo es de mi hijo. Él tiene muy claro que ya se subió a un tren con otra locomotora. Tiene muy buenas condiciones, se ha formado de manera excelente y vivió toda la experiencia al lado mío, tanto en fútbol como en básquetbol. No es comparable a cómo la tuve que pelear yo; él ya tiene toda una estructura armada y no tiene la culpa. Cuando estábamos en Barcelona ya habíamos firmado a Ronald (Araujo) y de noche me dice: “Pa, qué impresionante todo esto”. Y entonces le dije: “Esto tiene una cosa buena y una mala: vendimos a Ronald, a un buen dinero y al Barcelona, pero mirá que de acá para adelante no hay más nada”. Es parte de lo que me pasa hoy: llevo 25 años en esto y ya no tengo la misma adrenalina. Ya fui al Inter con Palito Pereira, al Barcelona con Ronald y no siento que tenga algo pendiente. Esta etapa la cierro y punto.

Foto: Ignacio Sánchez.

—Decís que no te “cuesta” cerrar etapas, pero en este caso son 25 años...

—También me pasó cuando tuve pizzerías por 10 años y en un momento cancelé y pasé a otra etapa. No me cuesta cerrar etapas cuando tengo el convencimiento de que hay que cerrarla y cuando tengo el incentivo y la adrenalina de lo que viene.

—Un funcionario de Nacional tiene que esperar un año para postularse a dirigente, según dice el estatuto. En tu caso, como empresario y para evitar cualquier “conflicto de interés”, ¿podrías haber dejado la representación antes?

—Me había propuesto terminar este período de pases porque tenía vínculos que cumplir. No me doy cuenta qué hubiera ganado si esta decisión la tomaba en marzo o antes. Termino ahora en setiembre, cumplo el plazo, pido suspensión de mi licencia FIFA y a otra cosa. Con respecto al conflicto de interés, si yo quisiera hacer un negocio, me quedaría afuera de Nacional. Los negocios los hago con todos los clubes, ¿para qué me voy a limitar solo a Nacional?

—¿Tenés ventajas por haber estado del otro lado?

—Por supuesto que tengo ventajas, pero las ventajas van a ser a favor de Nacional. Mi gloria está en que a Nacional le vaya mejor, no a mí a nivel personal. De repente estoy en el club y me tengo que enfrentar a mi socio y a mi hijo porque vienen a pelear el contrato de (Gonzalo) Petit. Para mí, va a ser una empresa más. Lo único que pido es que me juzguen después de que pasen las cosas.

Foto: Ignacio Sánchez.

—¿Por qué creés que es muy difícil o “casi imposible” que un uruguayo gane la Copa Libertadores, como has dicho?

—La brecha se abrió a nivel económico y se hace muy grande. Esta coyuntura de Peñarol se da porque tuvo un primer rival impresentable en octavos de final, que fue The Strongest, y ahora agarró una aureola y una energía. Lo único positivo que tiene esta victoria de Peñarol es que te da la chance de decir “en algún momento se puede dar”. Peñarol fue impresentable y durante 13 años no pudo pasar de fase de grupos; Nacional asiduamente ha pasado, pero con resultados muy cortos. A mí no me da la lógica de pensar en que pueda ser campeón. Todos los hinchas de Nacional estamos deseando que esto se acabe con Botafogo. Todo el resto lo podemos solucionar, pero una Copa Libertadores para nosotros sería terrible.

—¿Tienen algo diferente el hincha de Nacional y el de Peñarol?

—Siempre hablamos de generalidades, pero creo que el hincha de Nacional es más racional y está más informado. He escuchado muchas veces que el hincha de Peñarol no sabe ni quién juega; no le importa. El hincha de Nacional es diferente: tiene otro estilo, es muy consecuente y bastante más tolerante.

—¿Con Martín Lasarte está siendo justo?

—Martín hace lo que le parece que es mejor para él y el jugador. El equipo venía bastante bien en líneas generales, pero tuvo un partido raro el sábado. En la final clásica fue más que Peñarol, aparte de ganarla por penales. La gente es injusta siempre. No hay un solo técnico de los últimos 15 de Nacional que no haya sido medio denostado.

—¿Qué cambiarías del área deportiva?

—Los lineamientos para hacerle lugar a los jugadores jóvenes. Si Guille López, que hoy muestra algunas cosas interesantes, no hubiera picado el penal clásico, hoy estaría en Boston River. Tenés que armar un equilibrio entre los uruguayos que ya tenés, los juveniles y los que vienen desde el extranjero.

Foto: Ignacio Sánchez.

—¿Coincidís con Javier Gomensoro que plantea que el 40% del plantel esté nutrido de jugadores de la cantera?

—40% me parece mucho, pero estoy en un 30%.

—¿Creés que podés convertirte en presidente el día de mañana?

—Me siento en condiciones de poder ser presidente, pero no es lo que quiero en esta etapa. Si sos presidente, abarcás demasiados temas, el club te consume y no podés ser específico en ciertas cosas. A mí me interesa trabajar en el área de comunicación y la parte deportiva.

—¿Por qué no te sentís “oposición”?

—No me molesta la palabra “oposición”. Lo que digo es que no me siento así porque opositor sos cuando te oponés a lo que ya está. Yo no me opongo; de lo que hay, tomaría cosas y cambiaría otras.

—¿A la directiva le valorás más cosas de las que le criticás?

—No tengo un medidor. Le doy mucho valor al equilibrio que ha tenido el club, a que toda la estructura haya estado siempre cobrando al día durante los últimos seis años. Eso tiene un valor promordial también el hecho de no pasar turbulencias, más allá de las normales. Creo que en cosas buenas estoy por arriba del 50 %.

—¿Priorizarías la terminación del GPC?

—Para ir al espectáculo en sí está bastante bien. Lo que le falta es un final. Me gustaría que se termine el Parque, pero, como yo le decía a mis hijos de chicos, “todo no se puede”. El club va tapando parches en la medida que va pudiendo. En los Céspedes han mejorado y todos los jugadores nuevos que vienen dicen que están encantados.

—Hay una propuesta que planteás para juntar un fondo de US$ 100.000. ¿En qué consiste?

—En que tiene que haber de 30 a 50 socios o allegados que pongan US$ 100.000 a ser restituidos en el período de los tres años, pero que nos permita tener un flujo de 4 o 5 millones para arrancar ahora la etapa. Si bien es un dinero importante, hay seguro 50 personas ya realizadas que lo pueden volcar al club.

Foto: Ignacio Sánchez.

—¿Por qué dijiste que no irías contra José Decurnex?

—Hay una afinidad. Pero si mañana tengo que ir en contra... bueno, iré. Mi prioridad es entrar al club. Pudiendo, no me gustaría tener que enfrentarme a él, aunque nunca sería desde el agravio.

—¿Te sorprendió lo que dijo Alejandro Balbi de que de ninguna manera vas a ir con el oficialismo? ¿No tienen buen feeling?

—Tengo correcta relación: nos saludamos, nos podemos hablar, pero no tenemos feeling. Yo no sería amigo de él y él no sería amigo mío. La afirmación no me molesta. Alejandro tiene su discurso, su impronta, y también estuvo diciendo que el “bichito”… Siempre supe que no se iba a presentar.

—¿La victoria del oficialismo depende en gran parte del próximo clásico?

—Los clásicos siempre marcan. También depende de hasta dónde llega Peñarol en Libertadores y el daño que produce. Pero después siempre aparece la racionalidad del hincha de Nacional, que a la larga vota más allá de lo deportivo.

—¿Es sana la participación de Eduardo Ache? ¿Qué rol juega?

—Es un animal político, que hace 25 años que está merodeando el club. A veces cuesta definir en qué lugar está, porque nunca quiere ser primero. Me parece saludable, valioso en algunos temas y con el que hay que mantener cierta distancia en otros.