Fortalezas y debilidades de un Peñarol que aprontó bien el clásico, pero que aún tiene preguntas sin responder

El aurinegro venció a Progreso en su estreno en el Torneo Apertura y ahora debe aprontar un nuevo choque ante Nacional para ir al Gran Parque Central a buscar cortar la racha de ocho sin triunfos.

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Los jugadores de Peñarol celebran un gol ante Progreso y Nahuel Suárez se lamenta.
Los jugadores de Peñarol celebran un gol ante Progreso y Nahuel Suárez se lamenta.
Foto: Estefanía Leal.

Peñarol tenía que ganar y ganó. Debía mejorar y —en parte— lo hizo, pero volvió a dejar en evidencia que aún le quedan varios problemas por resolver y que el tiempo le juega en contra ya que tras debutar anoche en el Torneo Apertura con triunfo por 3 a 1 frente a Progreso en el Estadio Centenario, en la segunda fecha tendrá un nuevo clásico ante Nacional y como visitante en el Gran Parque Central.

Pero Diego Aguirre había sido muy claro previo al estreno Mirasol en la Liga AUF Uruguaya y en ningún momento puso el clásico por delante del juego ante el Gaucho del Pantanoso, algo que podría haber sido más que contraproducente para un equipo que venía golpeado y que necesitaba una alegría. La tuvo. Su gente también. Y aunque el hincha no se fue tan conforme del Centenario y por momentos desde la tribuna bajó el “Carbonero, un poco más de huevo...”, el aurinegro sorteó el debut con victoria y ahora tendrá una semana para aprontar un partido clave.

Tan clave es ese choque y tan diferente es el momento de uno y otro que la mochila está del lado de Peñarol, que viene de perder dos clásicos en seis días y que hace ocho no vence a su tradicional adversario.

Y si hay algo que necesitaba el Carbonero para empezar a preparar ese partido, era una victoria. Esa victoria se comenzó a construir con la aparición de individualidades más que del colectivo que rozó momentos muy altos en 2024.

Maximiliano Silvera celebra su gol hacia la Tribuna Olímpica en el Estadio Centenario.
Maximiliano Silvera celebra su gol hacia la Tribuna Olímpica en el Estadio Centenario.
Foto: Estefanía Leal.

Es que el juego de Peñarol no lució, pero tiene algo que puede dañar a sus rivales: la clase y categoría de sus individualidades.

Cuando aparecen Eduardo Darias, Leonardo Fernández, David Terans —aún lejos de su nivel—, Jaime Báez o Maximiliano Silvera, algo puede pasar en el ataque.

Y fue lo que ocurrió ante Progreso, pero a todo eso se le sumó otro muy buen ingreso de Diego García, que viene siendo la mejor contratación por lejos en este mercado de pases.

Los jugadores de Peñarol celebran el gol de Diego García a Progreso.
Los jugadores de Peñarol celebran el gol de Diego García a Progreso.
Foto: Estefanía Leal.

Pero también hay que dejar en claro otro punto porque si bien en ataque y sin brillar en lo colectivo, las individualidades pueden salvar a Peñarol, muy diferente es hoy la realidad de mitad de cancha hacia atrás.

En la última zona el equipo sufre, no ofrece garantías, siempre suele ser vulnerado y más allá de que ayer tuvo el auspicioso debut de Martín Campaña en el arco, la zaga aurinegra no está firme, el club no planea incorporaciones en ese sector y por lo tanto, deberá mejorar el nivel sino la va a pasar muy mal.

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