La foto del vestuario de Nacional escondía, entre sus 21 camisetas, una especial. Una que reposaba por encima de un short, medias y canilleras y por debajo de una campera y un pantalón deportivo. Era la 17 de Francisco Ginella, que, en el afán de querer estar y recuperar cuanto antes el gusto a vestuario, contaba con tres pares de zapatos de fútbol en su casillero. Se inclinó por los anaranjados, probablemente los más llamativos.
Fueron lágrimas de mucha emoción. De meses y meses tropezando una y otra vez contra la misma piedra. De operaciones, idas y vueltas, una (re) fractura y un duro estado sanitario.
En un año turbulento desde ese aspecto, el mediocampista de 24 años volvió a sentir la sensación de ser futbolista profesional tras completar los 90 minutos en la victoria frente a Racing. Habían pasado 174 días. Más de cinco meses y 20 días en los que no lo había hecho.
El último antecedente se remontaba a mediados de abril, cuando Nacional recibió a Fénix (victoria 4-0) en el Parque Central por la undécima fecha del Apertura. Desde entonces, se lo vio en condiciones disminuidas y solo pudo estar 72 minutos por Copa Libertadores contra Independiente Medellín, 25 ante Inter y menos de un minuto en todo el Intermedio (frente a Cerro).
Con la función de aportar la claridad que generalmente entrega Diego Polenta desde la salida, Álvaro Gutiérrez le sumó a un socio más para que lo acompañara con esa tarea desde el mediocampo. El elegido tuvo altas y bajas: dejó dos buenas barridas al suelo y una tercera que le costó la amarilla a los 51 minutos.
A falta de 10 para el final, el DT se le acercó y le habló al oído a Ginella, que lo escuchaba mientras tomaba agua y escupía. Lo que siguió fueron dos recuperaciones y un pase apenas largo para Antonio Galeano.
Nacional festejó por partida doble: cumplió con el resultado y recuperó a un hombre que tiene destellos, aunque todavía le falta rodaje.