"Estoy con la cabeza 100% en Nacional. Ya tengo ganas que llegue el 3 de enero y empezar a entrenar. Quiero estar ahí. Se vienen los partidos de pretemporada, se viene el clásico, quiero jugar. Si bien hay sondeos por acá y por allá, yo tengo la cabeza en Nacional, pienso que voy a jugar seis meses más en el club”, afirmó Franco Fagúndez, el 10 tricolor de 22 años que fue una de las gratas revelaciones del 2022.
Vasco Da Gama, el nuevo club del Pumita Rodríguez, es uno de los que pretende llevarse al delantero y esta semana podría haber novedades, aunque Nacional sabe que es uno de los principales valores que tiene en el plantel y pretende venderlo a un muy buen precio. “Mi hermano es uno de mis representantes. Como lo tengo cerca hablo todos los días y le digo que si hay algo, que me lo diga. Si es algo que no es lo que queremos, ni me lo dice. Sé que del Vasco van a venir fuerte, pero todavía no ha llegado nada”, explicó con naturalidad sobre su futuro.
En sus días de vacaciones compartió tiempo con su hijo, Felipe, viajó a Rivera con su padre Walter, y también anduvo por Atlántida y Piriápolis. Pero ya desde hace algunos días está entrenando. Sabe que no puede perder tiempo. “Quiero que ya sea el primer clásico, estoy como loco”, comentó con insistencia. “Tengo ganas de hacer un gol clásico. Para redondear el 2022 creo que lo que me faltó fue eso. En Maldonado tuve una que pegué en el travesaño, me quería morir”, dijo sobre su gran anhelo para este primer semestre.
En 2022 empezó la pretemporada como titular, pero después llegaron Gigliotti, Ramírez y Suárez. Pese a esto, Fagúndez siempre se mantuvo en el equipo. Lleva 43 partidos oficiales en Nacional y 11 goles anotados. “Cuando se presentó la oportunidad la aproveché al máximo, sabía que la tenía difícil. Cuando arrancó el año tenía al Colo y a Gigliotti, los dos venían con goles y experiencia y yo recién estaba arrancando. Decidí quedarme aún teniendo la oportunidad de irme a otro equipo. Esa fue mi mayor virtud: confiar en mí, saber que cuando llegara el momento lo iba a aprovechar”, dijo.
“El Puma muchas veces me hablaba. Me acuerdo que no jugaba, a veces entrenaba de malas ganas o algo, él se me acercaba y me decía ‘negro, mirá que esto son momentos, vos dale para adelante, aprovechá que sos un botija, cuando tengas 35 te vas a dar cuenta de las cosas’. Después, cuando me llegó el momento, le estuve muy agradecido. A veces uno es chico, piensa que se las sabe todas, peca de soberbio y no, es al revés, hay que saber escuchar”, reflexionó con madurez.
Algunos hinchas lo habrán visto, después de los partidos en el GPC, en la parada esperando el ómnibus para volver a su casa del Cerrito de la Victoria: “Oportunidades para comprarme auto las tuve, pero teniendo un hijo siempre aposté primero a tener un techo. Para ir a entrenar, Marcelo, uno de mis representantes, me ha prestado el auto. A veces uso taxi o ando en ómnibus. No tengo apuro en comprarme un auto. Si viene sería cómodo, pero paso a paso”, se sinceró.
PASADO Y PRESENTE. Fagúndez hizo formativas en Wanderers, Nacional de Rivera y Danubio, pero en un momento quiso abandonar el fútbol. “No sé si llamarlo depresión... Depresivo no estaba. Se me fueron las ganas de ir a entrenar, no estaba contento conmigo mismo, no me hacía feliz jugar al fútbol. Ya cuando pasan esas cosas, no iba a entrenar, me iba a la casa de algún amigo. Ahora lo pienso y digo ‘qué pelotudo, cómo se me pudo haber pasado por la cabeza dejar el fútbol’. Había dejado hasta los estudios, capaz que sí era depresión... No tenía ganas de nada. Ahí mi familia vio que no estaba bien y trató de estar lo más cerca posible, que tenía condiciones, que lo intentara. Parecía un vago tirado en la cama todo el día... Mis viejos, mis hermanos, mis amigos, estuvieron ahí, jamás dudaron de mí”, comentó sin rodeos.
Hoy la historia es otra y tras un año destacándose en Primera, habla con felicidad de su temporada: “Siempre me sentí cómodo jugando atrás del nueve. En las juveniles siempre jugué ahí, de enganche. Cuando subí, Pablo (Repetto) sabía que estaba de nueve en Tercera, me preguntó si yo me animaba a dar una mano de mediapunta. Me probó y me quedé. Siempre me gustó jugar ahí, de nueve dependés mucho más del gol, ahí tenés más contacto con la pelota”.
“Algo que me cuesta mucho es la alimentación. Alimentándote bien podés estar un segundo más rápido, anticipar antes una pelota. Es el trabajo invisible. El 2022 para mí fue muy bueno, y no le había dado mucha bola a eso. Hoy, que tengo la oportunidad de arrancar otro año, más maduro, con más confianza, estoy apuntando más a eso”, reconoció. “Veía a Feli Carballo que era una bestia lo que se cuidaba con las comidas, era el primero en ir al gimnasio y en entrenar. Después, la llegada de Suárez, todo eso ya lo tenía incorporado y también lo veía en los más grandes, como Gigliotti y el Chino Rochet. Vos decís, ‘ta, la tienen toda’, y no. Siempre estaban dispuestos a superarse. En Nacional es muy difícil no hacerlo porque tenés todo”, añadió.
“Cuando podía, después de la práctica, me llevaba almuerzo y cena, para no derrapar y cuidarme en ese sentido. Al principio era obligatorio que me llevara la comida del club, después no lo era pero yo lo seguía haciendo”, contó el enganche del Bolso.
También fue autocrítico de sus “lagunas” durante los partidos: “Siempre veo los partidos después... y veo cosas. Por ejemplo, me mando una buena jugada, hago el desgaste, termina con una situación de peligro, pero después me cuesta recuperarme en los segundos posteriores, demoraba como un minuto en recuperarme, y quizás en ese tiempo podría haber generado otra situación de riesgo. Estaba bien físicamente, pero podría estar mejor. Son cosas que te influyen sin dudas. Yo siempre pido que me manden los partidos, para analizar cómo jugué”.
Fagúndez dijo que el mejor partido del año fue el que jugó contra Montevideo City Torque en el Estadio Centenario, pero se quedó con la espina de no haber rendido tan bien como él quería en el clásico contra Peñarol. “Siento que no influí como me hubiese gustado. Si bien pienso que no jugué un mal partido, tampoco fue bueno. Me hubiese gustado haber aportado más de lo que lo hice”, señaló.
A pesar de que en la actualidad los sondeos del Vasco Da Gama son los más intensos, los representantes de Fagúndez han recibido interés de clubes de Europa, aunque no es probable que se vaya a ese mercado ahora, cuando no se dan la mayor cantidad de movimientos en el Viejo Continente, ya que están en plena competencia. Al 10 tricolor le gustaría jugar en Italia: “Es un fútbol que hay espacios para jugar. La Premier también me gusta, aunque ahí los jugadores son demasiado intensos, pienso que me costaría un poco más”.
Al enganche albo le gusta mirar al francés Karim Benzemá. “Si bien juega de nueve, sale del área, tiene participación, no es que es un nueve clavado y depende del gol, no, sale y hace jugar. Tiene todo”, argumentó.
La coyuntura de Nacional en el 2022 ayudó a Fagúndez. Como no había tanto espacio para jugar de centrodelantero, jugó mucho en su puesto natural y hasta como segundo punta. “Cuando llegó Suárez sabía que por lo menos tenía que tener un partido bueno para quedarme en el equipo. Lo tuve. Después de eso ya tenía la tranquilidad que Pablo y su cuerpo técnico iban a confiar en mí. En la semana que llegó Luis estaba nervioso, le decía a uno del cuerpo técnico ‘bo, ¿me va a sacar ahora que vino Suárez?’, y me dijo que me quedara tranquilo, que no iba a salir. Uff, eso me dio mucha tranquilidad, pensaba que el más chico la iba a pagar con la llegada de Lucho, je”.
Pese a lo excelente de su temporada, hubo algunas semanas que Fagúndez bajó en su rendimiento en el segundo semestre, aunque Repetto lo bancó y le siguió dando la titularidad: “Soy re autocrítico, cuando tengo un partido malo te lo digo. Hubo un tiempito que tuve un bajón... Por un tema personal... Familiar. Me afectó para el fútbol. Es bravo también tener todo el año la cabeza en orden. Gracias a Dios, después, me acuerdo que jugamos contra Cerrito la final del Clausura, cuando salimos campeones, y ahí volví a ser yo”.
“El psicólogo del club siempre está ahí, si no fuera por Damián esta cabecita tan en orden no estaría, je”, destacó.
“Después del partido que me echaron contra Boston River, yo ya me imaginaba que me iban a cagar a puteadas (los hinchas de Nacional). Pero la gente me bancó, me aplaudió. Salí a esperar el bondi y todos me daban para adelante. El hincha estuvo conmigo en las buenas y en las malas realmente. Lo valoro”.